enero 31, 2014

Reseña: Fool Moon, de Jim Butcher

Las novelas de Jim Butcher caen en ese grupo de series que aportan suficientes elementos nuevos como para evitar caer en la fórmula, aportando además con cada nueva entrega un mayor desarrollo de sus personajes principales. Al menos esa es la impresión que me queda luego de leer Fool Moon, segunda entrega de The Dresden Files.

Harry Dresden debe ser uno de los personajes más interesantes y atractivos en la literatura fantástica de años recientes, pues sus historias combinan elementos tradicionales del género de detectives con una versión urbana y contemporánea de temas sobrenaturales y mágicos tradicionalmente hallados en novelas de fantasía mucho más convencionales, resultando en una experiencia de lectura muy agradable y amigable para lectores de todas las edades.

Fool Moon prosigue la construcción del fascinante mundo de Harry Dresden con el regreso de varios personajes de la primera novela, al tiempo que expande el fascinante mundo del único mago que aparece en la sección amarilla de Chicago. La historia tiene lugar algunos meses después de los sucesos de Storm Front, e involucra una serie de violentos asesinatos aparentemente cometidos por una jauría de lobos salvajes.

Claro que tratándose de un caso que requiere la participación de Dresden en la investigación, no puede ser algo tan simple, y poco a poco se va revelando una serie de intrigas y peleas de poder entre diferentes facciones, que incluyen la participación de diversas clases de hombres lobo. Y cuando digo diversas clases, me refiero a uno de los aspectos que hacen de estos libros algo tan atractivo e interesante, pues en vez de limitarse a adoptar alguna de las mitologías ya existentes en torno a estos seres, Butcher decide utilizarlas todas y adaptarlas para crear un mundo más rico y complejo, donde las variantes y posibilidades no tiene límite. Hombres lobo adolescentes, licántropos, maldiciones y objetos hechizados son sólo una parte de lo que Dresden tendrá que enfrentar para ir develando el misterio de los asesinatos mientras intenta evitar que la lista de pérdidas siga creciendo y la situación se salga de control.

Los Dresden Files son una serie de historias de aventura cuyo éxito radica en el ágil estilo narrativo de Jim Butcher, quien ha sabido crear un empático grupo de personajes secundarios que ayudan a evitar que la serie caiga en los clichés acostumbrados del género fantástico, encontrando maneras diferentes de acercarse a cada historia, siempre dando prioridad al desarrollo de sus personajes.

Si son o alguna vez han sido aficionados a cualquier clase de literatura de géneros fantásticos, deberían echarle un vistazo a esta excelente serie de libros, pues casi me atrevo a garantizar que la encontrarán de su agrado. Los libros son relativamente fáciles de conseguir tanto en inglés como en español, y con cada entrega parecen volverse aun mejores. Lectura ampliamente recomendada.

enero 24, 2014

Reseña: Airframe, de Michael Crichton

Hace ya algún tiempo dejé en claro en este mismo blog que Michael Crichton era uno de mis autores favoritos, y Airframe era prácticamente la última de sus novelas 'mayores' que me faltaba por leer, faltándome ahora sólo las dos que aparecieron publicadas después de su muerte, y un puñado de su obra temprana, cuando firmaba con el pseudónimo de John Lange. Además de Disclosure (Acoso Sexual), claro, pero esa no sé si realmente tengo ganas de leerla.

A lo largo de los años he comentado libros de Crichton en diversas ocasiones. De hecho, es muy probable que sea el autor a quien he comentado en más ocasiones desde que existe este blog. Airframe es una novela publicada en 1996, y como la mayoría de la ciencia ficción de Crichton, lidia con una temática realista y fácil de ubicar en nuestro entorno cotidiano, tratando en esta ocasión de vuelos comerciales.

La novela sigue la investigación de un accidente aéreo que no parece tener una explicación razonable. Un vuelo de Hong Kong a Denver es cortado cuando la tripulación solicita hacer un aterrizaje de emergencia minutos antes de alcanzar la costa Oeste de los Estados Unidos, citando haber encontrado una fuerte turbulencia que los hizo perder el control, resultando en tres muertos y varios heridos. El avión toca tierra en el aeropuerto internacional de Los Angeles y la investigación se inicia de inmediato.

Casey Singleton es la vicepresidente de seguridad y calidad de Norton Aircraft, la empresa fabricante del avión en cuestión. Se trata de una aeronave con un excelente record de seguridad, y el piloto es considerado entre los mejores del mundo, por lo que no parece tratarse de un error humano. Todo apunta a un problema técnico que se suponía había quedado resuelto años atrás, y de confirmarse puede representar el fin para Norton, pues echaría por tierra una importante venta de aviones a China.

Casey tiene que lidiar también con la prensa, que ávida de algún escándalo que proporcione buenos ratings, parece determinada a crucificar al conflictuado fabricante de aviones, y necesita hacerlo bajo la presión de una guerra interna por el control de la compañía, incluyendo la constante presencia de un ejecutivo menor que sigue todos sus pasos para reportar a una de las partes interesadas. La situación tiene también estresados a los empleados y mecánicos, pues saben que si el incidente lleva a la compañía a la quiebra, todos ellos quedarán desempleados.

Fiel a su estilo, Crichton elabora una compleja trama llena de intriga industrial y conflictos de intereses, aprovechando para lanzar algunos golpes a la industria mediática norteamericana, más preocupada en generar ratings que en producir contenidos o informar de las noticias, y lo hace de una manera entretenida e incluso educativa.

Esto último lo digo porque, gracias a su atención al detalle y a su vocación como profesor, Crichton parece convertir todos y cada uno de sus libros en una especie de manual para principiantes, en este caso cubriendo muchos de los aspectos básicos detrás del funcionamiento mecánico de un avión, así como de los procedimientos de seguridad empleados tanto en su fabricación como en su operación por parte de diversas líneas aéreas.

El resultado es una gratificante y entretenida novela, que es lo menos que uno puede esperar de uno de los más importantes autores de best-sellers de todos los tiempos. Lectura ampliamente recomendada.

enero 22, 2014

Reseña: American Hustle

¿Alguna vez les ha pasado que ven una película que mayormente disfrutan, con muchos momentos memorables, en la que disfrutan las actuaciones y no pueden dejar de admirar el trabajo de dirección, ambientación y diseño de producción, pero por alguna razón les deja la impresión de que algo le faltó? Porque eso fue lo que me pasó con American Hustle (Escándalo Americano), la más reciente película de David O. Russell.

Quince años después de su estreno, mi película favorita de Russell sigue siendo Three Kings (Tres Reyes), porque su peculiar mezcla de humor, drama y crítica social nunca ha vuelto a ser tan fresca como en esa película. Y espero que no se malentienda, me gustó mucho The Fighter (El Peleador), y siempre he encontrado entretenida I Heart Huckabees -todavía no veo Silver Linings Playbook-, pero no me parece que haya podido superarse a sí mismo.

American Hustle (Escándalo Americano) es una historia de ficción pero parcialmente basada en un escándalo real ocurrido en los Estados Unidos a finales de los 1970s y principios de los 80s, cuando una investigación sobre tráfico de artículos robados se convirtió en un elaborado esquema del FBI para encarcelar políticos corruptos, mismo que es referenciado en la película con el nombre que tuvo la operación real: Abscam, que es una contracción de 'Arab scam', o 'engaño árabe'.

Irving Rosenfeld (Christian Bale), es un hábil estafador que ha hecho una fortuna con la ayuda de su socia y amante Sydney Prosser (Amy Adams), pero tras caer en una trampa del agente federal Richie DiMaso (Bradley Cooper), se ven forzados a trabajar para el FBI, ayudando a atrapar a otros estafadores y traficantes de artículos robados. Cuando la trampa para atrapar a un estafador revela conexiones entre el bajo mundo de Nueva Jersey y algunos importantes políticos, DiMaso decide que prefiere ir por los peces grandes, sin importarle involucrarse con la mafia y el Congreso de los Estados Unidos.

La pieza central de su investigación es el gobernador Carmine Polito (Jeremy Renner), quien está intentando revitalizar la economía local al atraer inversión hacia los casinos de Atlantic City. El plan de DiMaso parece funcionar y todo está listo para revelar la corrupción existente en diferentes niveles del gobierno, pero el involucramiento de la mafia y la inoportuna intervención de Rosalyn (Jennifer Lawrence), la esposa de Rosenfeld, alteran drásticamente la situación.

Las actuaciones de los cinco actores principales son excelentes, y bien podrían ser la mejor razón para ver la película. Podría también elogiar los diálogos, que son los que dan un especial toque de comedia a la película, pero la mayoría de las conversaciones entre los personajes fueron improvisadas, así que el mérito pertenece también a los actores, reconociendo, claro, que Russell eligió muy bien a su elenco y supo darles espacio para trabajar. La música, ambientación y vestuario son impecables, y también merecen un reconocimiento.

Sin embargo, creo que la película tiene un enorme problema: no tiene una historia que contar. Abscam se convierte simplemente en un pretexto para crear situaciones en las cuales colocar a este peculiar y exquisito grupo de personajes, pero nunca va más allá, e incluso uno de los últimos parlamentos, donde pareciera que Russell buscaba dar una justificación ideológica a su guión, se siente forzado, casi como si de repente se hubiera dado cuenta que no había dicho nada en poco más de dos horas de película y hubiese intentado solucionarlo de último minuto.

A pesar de ese nada insignificante detalle, la película resulta muy disfrutable. Fiel a su estilo, Russell inicia con un ritmo semi-lento, introduciendo a los personajes, estableciendo su entorno y situación, para después dejar que los personajes tomen el mando y la película poco a poco vaya tomando ritmo, yendo de situación en situación con un desparpajo que hace parecer fácil el trabajo de dirección, lo que es testamento a la capacidad de Russell para crear y desarrollar personajes creíbles, pues son estos quienes llevan la película.

No debiera ser sorpresa que la película se llevase varios premios en la próxima entrega de los Oscar, pero honestamente me gustaría que estos se dieran en el terreno de las actuaciones y el diseño de producción, pues son los puntos más fuertes de la película. Insisto no es nada mala, pero a pesar de ofrecer un buen rato de diversión inteligente no ofrece mucho más y termina por dejar al espectador con esa incómoda sensación de que todo estuvo bien, pero hizo falta algo. Personalmente considero que en el cine, al igual que en la TV, los comics o la literatura, hay cosas que puedes perdonar o no echar en falta, pero la historia jamás será una una de ellas.

Película bastante recomendada, pero con reservas.

enero 14, 2014

10 Comics que me han dejado huella

Este es otro meme de Facebook que me pareció apropiado retomar para el blog. Creo que originalmente era con libros, pidiendo que listaras diez que te hubieran marcado. Algunos amigos decidieron darle un giro y aplicarlo a comics, y hubo al menos un par de amigos que decidieron etiquetarme. Me gustó la idea y decidí contestarlo, pero dando importancia al hecho de que no pide una lista de 'los mejores' o 'los más memorables', y se presta a ser particularmente subjetiva. Con eso en mente, decidí listar comics que tienen importancia para mí sin que necesariamente entre en la ecuación la historia o los valores con que fue ejecutada.

La versión que publico aquí es un poco más extensa que la de FB, mayormente porque no quería hacer un texto demasiado largo allá. Aquí nunca me ha preocupado la extensión, y me parecía importante dejar en claro por qué elegí estos títulos y justificar algunos que dejé fuera. He aquí la lista.
  • 1. El Asombroso Hombre Araña. Así, en español. Cuando mis padres se separaron, yo tenía ocho años y tenía que lidiar con muchos cambios, empezando por la mudanza a casa de mis abuelos. Nuevos vecinos y nueva escuela siempre serán un reto para un niño, así que mientras me adaptaba y hacía nuevos amigos resultó importante encontrar una caja que contenía casi doscientos ejemplares de esta serie de Novedades, además de un puñado de la versión de MACC Historietas y de algunas otras series. Hasta ese momento mi único acercamiento a los Superhéroes había sido con los héroes de DC, especialmente Superman, por las ediciones de Novaro, y esto era algo completamente diferente. Apenas comencé a leerlos supe que Spider-Man tendría siempre un lugar importante en mi vida y Peter Parker se convirtió en uno de mi s mejores amigos.
  • 2. The Sandman. La primera vez que leí el nombre de esta serie fue en una columna en las páginas de El Hombre Araña, en la cual se hacía un recuento de los ganadores del Premio Eisner. Mi primera reacción fue de sorpresa. ¿Acaso había un comic protagonizado por el clásico villano de Spider-Man? Un par de años después supe que no era así y descubrí la leyenda del arenero y su relación con los sueños. Tenía ya diecinueve años y empezaba a leer comics en inglés cuando finalmente decidí averiguar porque tanto escándalo alrededor de un comic que ni siquiera era de superhéroes, y me compre Preludes and Nocturnes, la colección de los primeros números de la serie. Obvia decir que cambió mi percepción del comic como medio, además de haber sido el primer acercamiento a Neil Gaiman, quien a la fecha sigue siendo uno de mis autores favoritos.
  • 3. Calvin and Hobbes. Muchos no consideran las tiras cómicas como comics, pero para mi la diferencia es técnica y da demasiada importancia al formato. Éste es uno de los mejores ejemplos de desarrollo de personajes, y tal vez lo que me impresionó desde la primera vez que leí una tira fue descubrir todo lo que se puede comunicar en un puñado de paneles. Más allá del genio de Bill Waterson y su capacidad creativa, se trata de una tira divertida e inteligente, que logra sin esfuerzo algo que obras más pretenciosas no consiguen: invita a pensar.
  • 4. Planetary. Como aficionado al cine y literatura de género desde pequeño, y tras varios años de leer comics lejos de la zona de confort que representa el género de superhéroes, era imposible que no me gustara Planetary. Warren Ellis creó una extensa carta de amor a la cultura popular del siglo XX, y John Cassaday le dio vida de una manera tangible. Esta serie representó un puente entre los comics de superhéroes con los que crecí, y la clase de historias oscuras y complejas que empezaba a disfrutar como adulto. Cuando además fue una de las series que me dieron la oportunidad de trabajar como traductor, y de publicar mis primeros textos, como columnas que acompañaban a cada número, se convirtió en algo doblemente especial para mí.
  • 5. 2112/Next Men. Para principios de los 1990s yo ya era fan de John Byrne gracias a su trabajo en X-Men, Fantastic Four y Superman, entre otras cosas, y me encontraba en el punto en que esperaba de mis comics algo más que superhéroes. Descubrir que uno de mis autores favoritos era también fan de la ciencia ficción fue una sorpresa, y la idea detrás de esta serie, mezclando superhéroes con un tratamiento 'realista' orientado a ese género, me pareció muy atractiva, ligando algunas de mis aficiones de una manera casi tan satisfactoria como lo haría Planetary unos años más tarde.
  • 6. Hellboy. Casi al mismo tiempo que John Byrne deleitaba al yo fan de la ciencia ficción, Mike Mignola decidió permitir al mundo echar un vistazo al mundo que habita en su cabeza, haciendo igualmente feliz a la parte de mí que gustaba de las historias de horror y la fantasía oscura. Pese a que ya conocía el trabajo de Mignola y de otros artistas que gustaban de hacer abstracciones extremas (Sam Kieth, Bill Sienkiewicz, etc.), lo que Mignola logró gráficamente en Hellboy, y lo sigue haciendo hasta la fecha, me enseñó a apreciar los comics de una manera más completa, reconociendo el valor estético que podían llegar a tener como una parte tan importante como las historias mismas.
  • 7. X-Men (Claremont/Byrne). Originalmente leí muchos de estos comics en español y posteriormente los busqué en inglés. Estos números definieron para mí lo que debía ser un comic de superhéroes y aventuras, olvidándose de la fórmula de villano del mes y enriqueciendo la narrativa gracias a un buen desarrollo de personajes sin por ello dejar de crear tramas interesantes y complejas.
  • 8. Fantastic Four (Lee/Kirby). Tras leer el periodo de John Byrne en los Fantastic Four, y sintiendo mucha curiosidad por el origen de la serie, decidí que quería conocer esta etapa, misma que a la fecha muchos autores señalan como una de las mejores series jamás creadas. Gracias a los tomos 'Essential' de Marvel pude descubrir que 'The World's Greatest Comic Magazine' era más que hipérbole o un simple slogan publicitario, y durante más de un centenar de números (ciento dos, para ser exactos), me dejé llevar en una aventura de proporciones cósmicas. Sé que el arte de Kirby puede ser difícil de apreciar a primera vista -yo mismo tuve problemas al principio-, pero una vez que uno se da la oportunidad de absorber el dinamismo y energía que desborda cada página, es fácil descubrir por qué el legendario artista era simplemente El Rey.
  • 9. Grendel. Originalmente descubrí al personaje de Hunter Rose por el crossover que tuvo con Batman, y me intrigó lo suficiente para querer saber más. La revelación de que no necesitas un héroe como protagonista para contar una historia me hizo reevaluar muchas ideas preconcebidas del medio, pues tampoco recurre a la ambigua idea de utilizaer a un antihéroe. Grendel no es alguien que utilice métodos cuestionables para hacer algo bueno, simplemente es un criminal motivado por su ego y el aburrimiento, y el peculiar estilo gráfico con que Matt Wagner cuenta su historia fue la cereza en el pastel. De golpe y porrazo me encontré con uno de mis personajes favoritos y con uno de mis artistas favoritos, y a la fecha ambos siguen siendo parte importante de mis gustos comiqueros.
  • 10. Incredible Hulk (Peter David) / The Flash (Mark Waid). Incluí estas dos series juntas porque las descubrí prácticamente al mismo tiempo y me parece que, aunque distintas, trabajan sobre la misma base: desarrollo de personajes. Imposible negar el peso que da a una historia el que el autor realice una inversión emocional en ella, generando empatía con el lector, sin importar que tan ajenos puedan parecer los personajes y sus circunstancias. David logró una gran mezcla entre drama y comedia con Hulk, sin por ello olvidar que la idea original del personaje era explorar la dualidad entre la cara que mostramos al mundo y la que tratamos de mantener oculta. Por el otro lado, Waid consiguió revitalizar a un personaje menospreciado por muchos al acercarlo emocionalmente a los lectores. La narración en primera persona de las aventuras de un joven adulto intentando hacer lo correcto mientras lidia con las expectativas, tanto propias como ajenas, del responsable de preservar el legado de una leyenda le daba un toque especial, sorprendiéndome ante la emoción que podía despertar en mí el leer cada mes "My name is Wally West, and I am the fastest man alive. I am The Flash".
Por un momento consideré la idea de añadir más títulos a la lista, pero me gusta como quedó. La mayoría de las cosas que dejé fuera me parecen importantes por múltiples razones, pero creo que no dejaron una marca tan visible o perdurable como las que sí están. Aun así, quisiera mencionar, aunque sea brevemente, algunas de ellas.
  • Superman y Supercomic, de Editorial Novaro, fueron la herramienta didáctica que me llevó a aprender a leer a los cinco años, pero fue más en respuesta a la marca dejada por la película de Superman que a los comics mismos.
  • Más o menos en la misma época que Sandman, y siguiendo con mi idea de explorar lo que el medio ofrecía más allá de los superhéroes, Leí Camelot 3000 y Watchmen. La primera mezclaba dos de mis grandes aficiones, las leyendas arturianas y la ciencia ficción, con el arte más limpio y detallado que había encontrado hasta ese momento, el de Brian Bolland, y la segunda parecía una especie de adiós al género que me dejó con sentimientos encontrados que permanecieron conmigo incluso después de haberla leído un par de veces más.
  • Un par de años más tarde descubrí V for Vendetta, y la sigo considerando la mejor historia de Moore. Mientras Watchmen es una cátedra de las posibilidades del comic como medio narrativo, V ofrece una historia trascendente y compleja, con temas que siguen siendo vigentes. Incluso en lo que refiere a deconstruir el género de superhéroes, creo que Miracleman es una obra superior a Watchmen, pero la descubrí demasiado tarde como para pensar en que hubiera tenido un impacto mayor en mi vida.
  • Tanto The Killing Joke como Arkham Asylum me parecen buenas historias que tienen en común la exploración de un lado oscuro del género de superhéroes, dando el spotlight a los villanos. Sin embargo, la marca que eso pudo haber representado ya había sido dejada por Grendel, así que sólo ameritan, al menos en esta lista, una mención honorífica.
  • Peanuts (Snoopy, Charlie Brown, o como gusten llamarla) y Mafalda son dos de mis tiras cómicas favoritas, y a la fecha las disfruto mucho cada que las revisito, pero la presencia de Calvin and Hobbes impidió que pudieran hacerse con un lugar en la lista.
Ignoro si todavía hay alguien siguiendo este blog, pero me gustaría saber si existe interés en que comparta esta clase de cosas o si sería mejor dejar el sitio como simple repositorio para mis diatribas sobre libros y películas.

enero 09, 2014

Reseña: Ghost Story, de Peter Straub

Tras el hiatus adicional que me proporcionó el meme de 30 Días de Comics es hora de retomar lo que solía ser el contenido habitual de este blog, que mayormente eran reseñas de libros y películas. Con tantos pendientes por comentar, supongo que lo más saludable será ir alternándolos con lo más reciente, y para empezar, este es un libro que hacía muchos años tenía ganas de leer pero apenas pude hacerlo hace un par de semanas.

De hecho, Ghost Story es un buen ejemplo de que tanta procrastinación existe incluso en mis hábitos de lectura, pues hace tres años, al comentar In the Night Room, la primera novela que leí de Peter Straub, mencioné que había acercado este libro a la parte alta de la pila de pendientes. En mi defensa puedo argumentar que, si bien pasaron tres años antes de que finalmente leyera el libro, en el periodo intermedio leí decenas de otros libros, así que la cosa no está tan mal.

En aquella ocasión, una de las cosas que más me agradaron del trabajo de Straub fueron su manejo de la estructura narrativa y la manera en que jugaba con las convenciones del género. En este caso, ninguno de esos dos elementos está presente, pues Ghost Story fue apenas su tercera novela de horror y quinta en general, publicada en 1979, y constituyó además su primer gran éxito comercial, por lo que hubiese sido realmente sorprendente que tomase tantos riesgos en una etapa temprana de su carrera.

Straub es amigo de Stephen King prácticamente desde que ambos iniciaron sus carreras como escritores, y la razón por la que lo recordé de inmediato fue porque Ghost Story abre con un capítulo cuya narrativa se siente incompleta y hasta un tanto apresurada, revelándose más tarde que, cronológicamente hablando, en realidad equivaldría al penúltimo capítulo de la novela, lo que me recordó la estructura de 'Salem's Lot, de Stephen King, y de hecho me estaba empezando a irritar mientras lo leía. Sin embargo, a diferencia de lo que hizo King, cuya apertura era más bien un epílogo que además daba spoilers de la historia, Straub lo quita rápidamente del paso y procede a contar la historia propiamente dicha.

La historia tiene lugar en el pequeño poblado de Millburn, en el estado de Nueva York, donde un grupo de viejos y respetables miembros de la comunidad gusta de reunirse periódicamente desde hace casi cincuenta años para convivir e intercambiar historias. Los abogados Ricky Hawthorne y Sears James, el doctor John Jaffrey, y Lewis Benedikt, un empresario retirado, integran la Chowder Society, así bautizada por Stella, la todavía atractiva esposa de Ricky.

Un año atrás, la Sociedad perdió a su otro integrante, el escritor Edward Wanderley, quien falleció en circunstancias misteriosas durante una fiesta en honor a una joven y hermosa actriz que estaba de visita en el pueblo. Desde la muerte de Edward, las reuniones del grupo han tomado un tono distinto, y ahora giran mayormente en torno a relatos de tintes misteriosos o sobrenaturales que pudieran o no ser ciertos, alternando de manera rotatoria el turno para relatar una historia. Conforme se acerca el aniversario luctuoso de Edward, las historias comienzan a volverse más oscuras y personales, resultando además en pesadillas colectivas para todos ellos.

En un esfuerzo por salir de la rutina o tratar de entender lo que les está ocurriendo, el grupo decide escribir a Donald Wanderley, sobrino de Edward y también escritor, para invitarlo a visitarlos. Donald publicó meses atrás una exitosa novela de tintes sobrenaturales en la que el grupo encuentra algunos paralelos con su situación, por lo que creen que hablar con él puede ayudarlos a dejar atrás sus fantasmas o al menos entender mejor su naturaleza. Sin embargo, la llegada de Donald no hace más que exacerbar las pesadillas del grupo, que vuelve a ser azotado por una tragedia que pone de manifiesto que, efectivamente, existe una fuerza sobrenatural que está actuando en su contra, ligada además a eventos sucedidos más de cuatro décadas atrás cuando el grupo comenzaba a formarse.

Decir algo más acerca de la historia sería revelar demasiado de la trama, y prefiero no hacerlo pues se trata de un libro que todos los aficionados a la literatura de horror deberían leer en algún momento. Straub hace un gran trabajo recreando la vida en un pueblo pequeño y aislado, más aun durante una terrible tormenta invernal que enmarca el climax de la historia.

Su narrativa es ágil y clara, y la historia avanza al tiempo que va desarrollando interesantes personajes y rodeándolos de un elenco secundario y un entorno que ayudan a crear la atmósfera perfecta para una historia de fantasmas, aunque lo que al final consigue con Ghost Story va un poco más allá de la limitada descripción que ofrece el título del libro. Se trata de una novela larga, sí, pero en ningún momento se hace pesada su lectura y la recompensa al final hace que valga la pena.

El éxito del libro llevó en su momento a la realización de una película del mismo nombre, estrenada en 1981, la cual estoy seguro de haber visto en algún momento de mi adolescencia. Recuerdo que me gustó, pero sé que si hubiese sido totalmente fiel al libro, la recordaría como una de esas experiencias que provocan pesadillas y escalofríos en medio de la oscuridad.

Lectura altamente recomendada.