junio 05, 2005

Star Wars

Hace mucho tiempo (en realidad no tanto), en un lugar muy, muy lejano (de hecho tampoco tanto) había un niño que luchaba contra el tedio y el aburrimiento...

En 1977, cuando se estrenó Star Wars -creo que en México fue hasta el año siguiente-, yo era demasiado pequeño así que no me llevaron a verla. Algunos años más tarde vi The Empire Strikes Back, la segunda -o eso creíamos- parte de la saga, y fue una experiencia impactante para un niño tan afecto a las historias de fantasía y aventuras, porque no sólo era una historia ambientada en una lejana galaxia, sino que además, ¡ganaban los malos!

Sin embargo, la película original parecía eludirme. Fue re-estrenada a principios de los 80's, no recuerdo el año exacto, quizás 1982 u 83, pero por una u otra razón (incluída una bizarra confusión que derivó en un repentino interés de mi parte por el boxeo) no pude verla tampoco entonces. Fue hasta algunos meses después del estreno de Return of the Jedi que finalmente pude verla. Aunque algunos cines pusieron en exhibición las dos primeras cintas para semanas antes del estreno de la nueva, tampoco me llevaron, así que fue en televisión donde lo hice, muy probablemente en Canal 11.

Sobra decir que me fascinó. Naves espaciales, caballeros que utilizan magia y unas espadas increíbles, una princesa en peligro, un malvado imperio galáctico (el cual después descubrimos es gobernado por un malvado hechicero), y los efectos especiales más asombrosos realizados hasta ese entonces son algunos de los elementos que hicieron de Star Wars una de mis sagas favoritas en cualquier medio.

Uno de los mejores regalos de navidad que recibí jamás fue una serie de figuras de acción (no muñecos) de Star Wars de 12" -aprox. el tamaño de una Barbie-. No recuerdo cuántos eran y de ellos ahora sólo queda el recuerdo, pero sé que están entre los coleccionables más buscados y mejor cotizados entre los coleccionistas. Para dar un ejemplo, recuerdo que tenía una Princesa Leia -si, tuve una muñeca, ¿y?-, un jawa y un Tusken Raider, los cuales tenían ropa de tela, mismo caso de la capa de Darth Vader, mientras que ediciones posteriores de las mismas figuras tenían ropa de hule.

A veces lamento no haber conservado algunos de los juguetes que tuve, pero el hecho de que hayan sido usados para lo que fueron hechos es algo que me satisface bastante. Prefiero decir que tuve muchos juguetes padres y los usé hasta acabármelos que pensar en que pudiera tener juguetes que jamás usé y ahora fueran altamente cotizados por los coleccionistas.

Volviendo al tema, debo decir que en aquel entonces no me atraía tanto el papel de los Jedi en la saga. De hecho siempre fui más fan de Han Solo que de Luke Skywalker, tal vez en parte por el aspecto de aventurero espacial y pirata del personaje. Fue hasta años después que otros aspectos de los Caballeros Jedi me empezaron a parecer atractivos. Seguramente se debió a factores externos, como el asociar Star Wars con La Fortaleza Escondida, de Kurosawa justo en una época donde empezaba a interesarme la cultura japonesa y en especial los guerreros samurai, a quienes no me fue difícil relacionar con los Jedi.

Después vendrían las secuelas a la trilogía original, en forma de cómics y novelas, que en muchos casos son superiores en calidad e historias al material de origen. Particularmente recomiendo las cinco novelas de Timothy Zahn y las miniseries de cómic Dark Empire y Tales of the Jedi, en las cuales se expande la historia y se presenta una mejor visión del papel de los Jedi en la estructura de la vieja República.

Después de 1985 y con la trilogía completa los fans especulaban sobre el futuro de la saga. Lucas había dicho que sería una saga de nueve partes así que aún faltaba mucho por contar. Sin embargo pasaban los años y no había noticias. A finales de esa década aparecieron dos series de televisión animadas, ambas dirigidas a un público infantil y, hasta donde recuerdo lo poco o nada que vi de ellas, bastante malas. Una se centraba en las aventuras de C-3PO y R2-D2 y llevaba el título de Droids en tanto la segunda llevaba el autodescriptivo título de Ewoks. Estos últimos también tuvieron su propia aventura cinematográfica (al menos fuera de los Estados Unidos, donde apareció sólo en TV) bajo el título de Caravan of Courage: an Ewok Adventure, al menos tan mala como la serie animada.

En los 90 revivió el interés por la saga al renovarse las licencias para material derivado de la trilogía. Bantam Books publicó una trilogía de libros del aclamado novelista de Ciencia Ficción Timothy Zahn empezando en 1991 con Heir to the Empire, mientras que Dark Horse Comics publicó la miniserie Dark Empire como inició de una línea de cómics de Star Wars que aún continua publicándose. Ambas historias son secuelas a la trilogía y se desarrollan cinco o seis años después de Return of the Jedi y ambas fueron rotundos éxitos comerciales. Star Wars estaba otra vez a la alza y justo a tiempo para celebrar el vigésimo aniversario del estreno de la cinta original.

Las celebraciones iniciaron al más puro estilo Lucas: vendiendo algo. Se editó una versión en video de la trilogía con la cinta restaurada y el audio remasterizado digitalmente mientras se anunciaba el estreno cinematográfico de las Ediciones Especiales de la trilogía. Minutos adicionales y retoques de efectos especiales eran el principal atractivo de estas nuevas versiones. Yo estaba feliz y asistí gustoso a verlas. Lucas aprovechó la atención generada para hacer el anuncio oficial. Era hora de regresar de su retiro para filmar las primeras tres partes de la saga. Al igual que miles de fans alrededor del mundo yo esperaba ansioso por las nuevas películas.

La fecha se cumplió y rodeado de amigos y conocidos asistí a la función de estreno, a medianoche, de Episode I: The Phantom Menace. Y la disfruté. Algunos días después la vi otra vez y el gusto empezó a desaparecer. La película no era tan buena como me había parecido originalmente. Casi no había historia, las actuaciones eran malas y hasta los efectos especiales dejaban mucho que desear. Supongo que puedo atribuirlo a la alegría de ver material nuevo de la saga después de tanto tiempo. Además, Lucas llevaba mucho tiempo sin escribir o dirigir, así que habría que darle algo de tiempo, dejar que retomara el paso. Claro, eso era.

Y mientras esperaba que pasaran los tres años necesarios para la aparición de Episodio II cedí a la tentación y empecé a comprar las réplicas electrónicas de los sables de luz. Algunos de mis amigos hicieron lo mismo y pronto se convirtió en un hobby habitual reunirnos en algún parque y montar nuestras propias coreografías. Lo admito, eramos -somos- unos tetos.

Episode II: The Attack of the Clones llegó a los cines y repetimos el ritual. Función de medianoche, todos juntos. Líneas arriba mencioné que eramos unos tetos pero considero oportuno mencionar que no tanto como algunos otros. Nunca nos disfrazamos para asistir a ninguna función. Aclarado lo anterior debo decir que esta vez el fan en mí no se dejó llevar por la ilusión. La película no era mala, era malísima.

Diálogos malos, una historia enredada y confusa a pesar de ser simplona, actuaciones sosas -exceptuando a Samuel L. Jackson y a Ewan McGregor, quienes al menos pusieron entusiasmo y actitud de su parte para dar un poco de vida a los cartones que les escribieron, y Christopher Lee, quien interpreta a un villano de fórmula con el mismo aplomo y presencia que lo ha hecho toda su carrera- y un trabajo de dirección y edición que avergonzarían a cualquier estudiante de cine en cualquier parte del mundo.

Así que para consolarme ante tal desencanto seguí comprando sables, aún cuando los tiempos de montar coreografías y usarlos ya habían quedado atrás. Además decidí no hacerle al completista y adquirir sólo aquellos que realmente me gustaran.

Para llenar el hueco entre Episodio II y Episodio III Lucas anunció un convenio para desarrollar unos cortos animados en colaboración con Cartoon Network bajo el título de Clone Wars. La dirección y supervisión de la animación son responsabilidad de Gendy Tartakowsky (creador de Dexter's Lab y Samurai Jack) y quienquiera que haya tenido oportunidad de verlos estará de acuerdo conmigo en que tienen un nivel narrativo muy superior a todo lo hecho por Lucas. Son episodios de dos minutos de duración, algunas veces sin diálogos, en los cuales existe un trabajo de caracterización y desarrollo de personajes que Lucas no es capaz de imitar. Sin duda alguna representan lo mejor de entre el material reciente de la saga.

Y así llegamos al presente y a el estreno de Episode III: The Revenge of the Sith. Pero eso lo trataré en mi próximo post.

Por cierto, ¿alguien ha visto en alguna parte el sable de Obi-Wan a un precio razonable? Creo que es el único que necesito y sería un buen cierre para mi colección...

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