julio 09, 2008

Vampiros: El Conde Drácula

Imagino que todo mundo -figurativamente hablando, claro- tiene una idea muy clara de quien es el Conde Drácula. Aparecido originalmente en la novela Dracula de Bram Stoker publicada en 1897, Drácula es el principal referente para los vampiros en la cultura popular occidental. Algunas de las ideas relacionadas con los poderes y atributos de un vampiro fueron establecidas en la novela de Stoker, aunque muchas otras normalmente asociadas con el personaje fueron añadidas en las décadas siguientes, principalmente para el cine, y no tenían relación alguna con el personaje de la novela.

Drácula es uno de los personajes llevados al cine en más ocasiones, segundo únicamente a Sherlock Holmes. De acuerdo con el Internet Movie Database se han producido más de 180 películas con el personaje y se hacen menciones o referencias a él en más de 600.

La primera películas basada en la novela enfrentó problemas de derechos, pues los productores no contaban con la autorización para realizar una adaptación y la viuda de Stoker intentó evitar su estreno. Producción alemana de 1922 y dirigida por F.W. Murnau, la película tuvo que cambiar su nombre por Nosferatu y el de su protagonista por el de Graf Orlok.

La cinta sobrevivió gracias a que ya se habían enviado copias al continente americano y con los años ganó reconocimiento como un clásico del género, sino también como un ejemplo de lo mejor del expresionismo alemán.

Años más tarde, en 1931, se estrenó la primera versión cinematográfica en llevar el mismo título de la novela. Protagonizada por Bela Lugosi, esa película se basó en una exitosa obra de teatro en la que el mismo actor llevaba la parte principal y que creó la imagen esteotípica del vampiro, la de un hombre alto, pálido, pulcramente peinado y vestido de manera elegante, con todo y una larga capa negra que reafirmaba su posición de aristócrata.

Durante las siguientes décadas Drácula fue el protagonista de toda clase de películas, mayormente de bajo presupuesto o B-Movies. De entre los actores que interpretaron al personaje en ese periodo habría que destacar a Christopher Lee, quien diera no-vida al personaje en varias películas producidas por el estudio británico Hammer Films.

Lamentablemente las cintas de la Hammer eran producciones modestas a las que les hacía falta mayor promoción y durante mucho tiempo estuvieron relegadas a un estatus de culto.

Con co-estrellas talentosas, como Peter Cushing interpretando al Profesor Van Helsing, némesis del conde, las historias en todas y cada una de esas películas es bastante simple y hasta cierto punto predecible, pero sacan provecho de la presencia escénica de Lee, que hace del personaje una imponente presencia física, que combinada con una excelente ambientación resulta en piezas consideradas de culto hasta nuestros días.

Se podría decir que a finales de los años 70 se dio un resurgimiento del personaje, pues aparecieron, además de una serie de TV, una película realizada especialmente para la televisión y varias producciones de bajo presupuesto, tres películas de alto perfil que lograron devolver al personaje la notoriedad y popularidad de que había gozado años atrás.

La película de TV es Count Dracula, una producción británica de la BBC estrenada en diciembre de 1977 y con Louis Jordan en el papel del Conde, y es excelente aunque poco conocida,

En cuanto a las producciones de cine, todas ellas de 1979, la primera fue una divertida comedia titulada Love at First Bite (Amor a la Primera Mordida) protagonizada por George Hamilton, la segunda un remake del clásico de Murnau, Nosferatu, conocida bajo su título internacional en inglés como Nosferatu The Vampyre, escrita y dirigida por Werner Herzog y protagonizada por Klaus Kinsky e Isabelle Adjani. La tercera, titulada simplemente Dracula, es una producción británica, dirigida por John Badham y la cual contaba con las actuaciones de Frank Langella como el Conde y Sir Lawrence Olivier como Van Helsing.

En lo personal, creo que Nosferatu The Vampyre y el Dracula de 1979 son quizás las dos versiones de la historia mejor logradas, al menos en lo que a cine se refiere, pues a pesar de que ambas difieren de forma considerable de la novela, mantienen los suficientes elementos como para hacer reconocible el material de origen y agregan detalles que ayudan a enriquecer su mitología.

En el caso de la cinta británica, habría que apuntar que la actuación de Langella se basó en una imponente presencia escénica, pero a diferencia de la interpretación de Lee, no recurre a demostraciones físicas de fuerza, pues la pose y mirada del Conde bastaban para dominar a quienes estuviesen a su alrededor, y el privilegio de tener a Sir Lawrence como contraparte ayudó enormemente al éxito de la película.

En cuanto al Nosferatu de Herzog, es una obra de arte de principio a fin, desde la música y ambientación hasta las excelentes actuaciones, pero creo que es una cinta que comentaré más a fondo en otra ocasión junto con las otras dos versiones fílmicas del Conde Orlok.

En cuanto a la novela de Stoker, debo haberla leído por primera vez hacia finales de los años ochenta, cuando era un adolescente, y debo confesar que por diversas razones fue una experiencia un tanto extraña.

Conocía al personaje porque para ese entonces ya había visto al menos las dos versiones de Nosferatu y los Dracula de Lugosi y Langella, además de algunas de las películas de Lee y varias versiones de televisión. Tenía una idea preconcebida del personaje y de su mitología, y de los vampiros en general, y honestamente era una versión muy diferente a la que aparecía en la novela.

Además, nunca había leído una novela epistolar, sin un narrador externo o donde la historia no es contada en primera persona por alguno de sus protagonistas, sino que se construye a partir de una sucesión de cartas, telegramas y entradas en diarios, escritas por diferentes personajes de la historia.

Cuando empecé a leer el libro me sentí un poco decepcionado, pero conforme avanzaba en la lectura me fui sintiendo poco a poco atrapado y fascinado por esa manera de contar la historia y por la riqueza que le daba a los personajes.

Pocos años después llegó la versión cinematográfica de Francis Ford Coppola, que pese a ser una interpretación visualmente gloriosa de la historia, con un diseño de producción impresionante y a estar realizada por un director experimentado, o a contar con la extraordinaria actuación de Gary Oldman en el papel principal y de Anthony Hopkins y Wynona Rider en los secundarios, no pudo capturar de forma adecuada todo lo que representa la novela. Supongo que parte del error fue dar un papel dramático a Keanu Reeves, pero en todo caso no se puede culpar  a un actor secundario por las fallas de la cinta.

Creo que se trataba de un Coppola ya cansado de Hollywood y más preocupado por mostrar a cuadro sus ostentosos valores de producción que por contar una historia de la mejor manera posible. En todo caso es una buena película, aunque a mi juicio no puede compararse con las dos que mencioné anteriormente.

Sin embargo, poder disfrutar de ese exquisito diseño de producción y su score musical hacen que se gane un lugar especial en mi particular lista de adaptaciones draculescas. Por cierto, como nota al margen, muchos años después descubrí que el artista de storyboards de la película fue el excelente diseñador y alguna vez artista de cómics Jim Steranko. Las ilustraciones que he podido ver de su trabajo para esta producción son extraordinarias.

Dado que me estoy extendiendo demasiado supongo que es hora de hacer una pausa, dejando para la próxima el comentario de algunas versiones derivadas del personaje, tanto en libros como en la pantalla. O tal vez lo dedique a hablar de Nosferatu en sus diferentes versiones. Dos posts apenas y ya voy a empezar a improvisar. Y luego me preguntan porque no me hago planes más definidos.

Hasta la próxima.

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