noviembre 04, 2009

Gamer

Mark Neveldine y Brian Taylor tomaron al mundo por sorpresa hace unos años con la frenética Crank, y Game (o Citizen Game, como se le conoció en algún momento) sería su segundo proyecto. Sin embargo, el éxito de su debut cinematográfico fue tal que el estudio les pidió dar rápida salida a una secuela, Crank: High Voltage, donde el personaje de Chelios (Jason Statham) regresa de la muerte para otra hora y media de persecusiones y acción extrema. Las distribuidoras en México parecen haber decidido que no valía la pena estrenarla y no lo hicieron. El DVD salió hace un par de meses pero todavía no está disponible en región 4.

Una vez cumplido elcompromiso con el estudio el singular duo de guionistas/directores se concentró en la realización de la retitulada Gamer. El año es 2034 y la sociedad como la conocemos ha cambiado profundamente. El evento más atractivo son las transmisiones en Pay-per-View de las sesiones de Slayers, un videojuego que va más allá de las gráficas de alta definición o la realidad virtual con animación de punta, pues los jugadores controlan a seres humanos en el mundo real. Slayers utiliza a presos del sistema penitenciario norteamericano para servir como marionetas de los usuarios de un violento juego de combate, con el incentivo de que aquellos que consigan sobrevivir a treinta sesiones del juego ganarán su libertad.

Kable (Gerard Butler) es el slayer más famoso y popular, pues se trata del único que ha pasado de diez sesiones y de hecho se encuentra a solo cuatro de ganar su libertad. O por lo menos eso es lo que él y la mayoría de la gente creen. Slayers fue una creación de Ken Castle (Michael C. Hall), un ingeniero y desarrollador de software quien creó una interfase que gracias a unas nanocélulas que reemplazan las neuronas en el cerebro permite que un ser humano transmita comandos a otro, convirtiéndolo en una especie de marioneta a control remoto. La tecnología fue implementada originalmente en otro juego, Society, en el cual uno podía convertirse en actor, es decir, recibir un pago a cambio de permitir ser controlado por alguien más durante varias horas al día, o participar activamente pagando para controlar a alguien más.

Al tratarse de un acuerdo voluntario, no existe nada ilegal con el juego, en tanto que en Slayers se menciona que hubo un acuerdo entre Castle y las autoridades para que una parte de las ganancias del juego se destinase a la manutención del insostenible sistema penitenciario, además de utilizar en principio únicamente a prisioneros condenados a muerte, a quienes se les daba la elección de ser ejecutados de manera regular o participar en Slayers con la posibilidad de ganar su vida y su libertad. Sin embargo, parece ser que la agenda de Castle va más allá y las promesas y compromisos contraídos no serán necesariamente cumplidas.

Ahí entra Humanz, una organización de hackers que pretende crear conciencia de los problemas que puede generar rendirse a un moundo donde Castle tenga el control, y para quienes Kable representa la posibilidad de ventilar las verdaderas intenciones de Castle.Con la colaboración del controlador de Kable, Humanz consigue sacarlo del juego antes de que las maquinaciones de Castle lo maten a traición. Una vez fuera consiguen reunirlo con su esposa y explicarle lo que Castle ha hecho y lo que pretende, llevando a Kable (cuyo nombre real es John Tillman) a buscar una confrontación final con el Amo de las Marionetas.


La película se alimenta tanto en historia como en elementos visuales de muchas otras películas de ciencia ficción: Death Race 2000, Rollerball (Gladiador del Futuro), The Running Man (El Sobreviviente), The Matrix, o Blade Runner son solo algunos ejemplos. A pesar de que la película está llena de ideas e impregnada de una mordaz crítica social, el resultado no es tan bueno como pudo haber sido. Particularmente la última media hora de la cinta se siente apresurada, resolviendo algunos hilos de la trama casi en automático y dejando abiertas demasiadas interrogantes, no todas ellas de manera intencional, resultando por momentos confusa y rematando con un final poco satisfactorio en su ejecución.

A fin de cuentas me quedo con lo positivo: las críticas, la sátira, la construcción visual de un futuro no muy lejano y la dinámica técnica narrativa de sus realizadores. Las actuaciones de Butler y Hall son lo suficientemente sólidas como para mantener al espectador involucrado y el elenco secundario (Kyra Sedgwick, Ludacriss, Alison Lohman, Amber Valleta, Terry Crews) proporciona un adecuado soporte. Lo que realmente me molesta es que una película que podría ser considerada como una crítica a la comercialización masiva de la violencia, termine por convertirse en un perfecto ejemplo de la misma. Y todo por un guión que debiera haberse revisado un poco más antes de aprobar la versión final.

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