
Lo más probable es que la película la haya visto en televisión a finales de la década de los 1980s, siendo adolescente, y tomando en cuenta la variedad de oferta televisiva en México tanto entonces como ahora supongo que sería una apuesta favorable decir que fue en Canal Once, a menos que hubiese sido como parte de algún ciclo de la filmoteca y la hayan pasado por el 9. Como quiera que sea sobra decir que la película me encantó. Para tratarse de una historia de vampiros es bastante inusual, pues no hay modo de que pudiese llegar a pensarse en ella como una cinta de horror. La sangre es bastante escasa y prácticamente todas las características que asociamos con los vampiros de Hollywood son ignoradas, lo que puede resultar decepcionante para los aficionados al género.

La Dra. Robertson trabaja en una forma de detener o reducir los efectos del envejecimiento en el ser humano, lo que resulta de vital importancia para John. Miriam tiene otros planes. Le gustaría pensar que es posible salvar a John, quien ha sido su compañero por casi doscientos años, pero no se hace muchas ilusiones. En cambio, le apetece la idea de convertir a la Dra. en su próxima compañera.


Entre los detalles que más me gustaron podría destacar los que tienen que ver con su acercamiento al sub-género de vampiros. Strieber no los ve como criaturas sobrenaturales ni como implacables cazadores nocturnos. Miriam es una vampira que ha vagado por el mundo durante miles de años, pero nunca fue humana. Su especie convivió durante alguna época con los homo sapiens pero nunca fueron parte de la misma especie. En el pasado descubrieron que podían compartir una longevidad de decenas de años con los humanos a través de transfusiones, lo que algunos de los pocos sobrevivientes utilizaban de manera frecuente para evitar la soledad eterna a que estaban condenados.
La Manhattan que aparece en The Hunger es la de los barrios céntricos y elegantes, donde Miriam y John poseen un lujoso apartamento y viven holgadamente. Por las noches salen a cazar a antros y discotecas, donde seducen a jóvenes fáciles de deslumbrar. Otro punto interesante en el libro es que narra la problemática de lidiar con la desaparición de los cuerpos producidos de manera regular por los hábitos alimenticios de sus protagonistas y de los esfuerzos necesarios para pasar desapercibidos en una gran ciudad. Tanto el libro como la película son disfrutables, y curiosamente puede ser que sean el mejor trabajo de ambos autores, Strieber en la literatura y Scott en el cine, pues nada de lo que hicieron posteriormente alcance el mismo nivel de éxito narrativo ni la elegancia y clase que caracterizan a The Hunger.
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