diciembre 03, 2008

State of Fear

Hace unas semanas, cuando comenté acerca del fallecimiento de Michael Crichton, mencioné que recientemente había terminado otro de sus libros. Se trata de su penúltima novela publicada (a la cual siguen Prey y otra novela cuyo título aún no se ha hecho público que aparecerá el próximo año), State of Fear. En esta ocasión el tema que ocupa el centro de la historia es el calentamiento global, y la postura que Crichton parece haber adoptado sobre el tema se convirtió en motivo de polémica y discusiones que lo llevaron a un enfrentamiento de acusaciones y declaraciones con periodistas, críticos y otros autores.

A grandes rasgos la historia trata con ambientalistas que abogan por acciones para reducir los riesgos potenciales del calentamiento global y que con tal de convencer a la mayor cantidad posible de gente de que tienen la razón de su lado no dudan en recurrir a tácticas ecoterroristas para potenciar el miedo popular. La postura de Crichton podría describirse como la de un escéptico informado, pues aún cuando no se lanza de lleno a desmentir toda la información utilizada por los ecologistas al hablar del cambio climático si es perceptible su recelo a creerlo, anteponiendo de manera constante información contraria o estudios que no permiten sacar ninguna conclusión definitiva.

La novela es protagonizada por Peter Evans, un joven abogado que trabaja para una firma que representa a varias asociaciones ambientalistas pero también a varias empresas industriales. Evans está asignado a atender de manera personal a George Morton, multimillonario filántropo que dedica muchos de sus recursos a causas ambientales, entre ellas el National Enviromental Resource Fund (NERF). Morton empieza a mostrarse receloso de su apoyo a NERF y a su fundador, Nicholas Drake cuando descubre evidencias de un posible uso inapropiado de los fondos que él entrega a la asociación periódicamente. La aparición en escena de dos supuestos investigadores del Tecnológico de Massachussetts acelera la confrontación entre Morton y Drake/NERF, culminando con la aparente muerte de Norton en un accidente automovilístico. Peter se ve entonces atrapado entre la lealtad a la memoria de Morton, a quien consideraba su amigo, y su obligación hacia la firma para la que trabaja.

Las emociones comienzan una vez que Peter descubre que John Kenner y Sanjong Thapa, los supuestos investigadores del MIT, son en realidad agentes de una organización policiaca internacional que buscan detener al Enviromental Liberation Front (ELF), una organización ambientalista radical que aparentemente está utilizando los fondos desviados de NERF para financiar una serie de atentados que gracias a equipo de alta tecnología serán disfrazados de desastres naturales. Sumemos a todo ello la presencia de dos atractivas mujeres (Sarah, la asistente de Morton, y Jennifer, una abogada ambientalista que en realidad es sobrina de Kenner y trabaja con él) que parecen competir por la atención y afecto de Peter, una serie de locaciones exóticas, enfrentamientos con la muerte y escapes improbables y espectaculares además de toda la información que Crichton pudo incluir sin entorpecer la historia y tenemos una entretenida novela que coquetea con la aventura, la ficción especulativa, la ciencia ficción y el thriller policiaco al tiempo que se niega a ser encasillada en ninguno de esos géneros/etiquetas.

La controversia generada por el libro se debe al enfoque que Crichton utilizó para acercarse al tema del calentamiento global. Los ambientalistas son los villanos de la historia en tanto que los personajes principales desarrollan un creciente escepticismo hacia la existencia del calentamiento global como un problema real. A lo largo de la historia repite constantemente que no hay estudios lo suficientemente imparciales o profundos como para determinar que el problema es serio o real, citando constantemente estudios con resultados contradictorios. Antes de que empiece la novela en si, después de la indicia y donde normalmente se pueden hallar dedicatorias y agradecimientos, hay una advertencia en la que se lee:

"Esta es una obra de ficción. Los personajes, instituciones, corporaciones y organizaciones que aparecen en esta novela son producto de la imaginación del autor o, en caso de ser reales, son usados de manera ficticia sin intención de describir su conducta real. Sin embargo, las referencias a organizaciones, instituciones y personas reales que están documentadas en las notas a pie de página son fidedignas. Las notas al pie son reales."
La mayoría de las notas apuntan a estudios que contradicen cualquier posible evidencia del calentamiento global como una amenaza seria a la continua existencia de la sociedad humana, razón por la que se asume que Crichton abogaba por no seguir ciegamente cualquier postura alarmista. Al Gore y otras figuras públicas comúnmente asociadas con el tema han criticado abiertamente a Crichton por State of Fear, en tanto que Crichton gustosamente ha defendido su postura y su punto de vista en pláticas y conferencias. Al principio uno puede pensar que Crichton adopta una postura ultra-conservadora en torno al tema, pero conforme avanza el libro se hace evidente que en realidad invita al lector a informarse antes de adoptar cualquier postura o apoyar algún movimiento. En la novela hay personajes y organizaciones que representan todos los puntos de vista posibles en torno al tema y hay muchos pasajes donde la discusión de temas científicos es al menos tan emocionante como las correrías de sus personajes. Al final el libro se convierte en una de esas extrañas joyas en el entretenimiento contemporáneo donde la audiencia, además de recibir una satisfactoria pieza de divertimento escapista, es invitada, o mejor dicho, retada a ejercer su inteligencia, a pensar, y a adoptar una opinión propia.

Personalmente yo también soy bastante escéptico en cuanto a temas ambientales, no porque no considere que la contaminación ambiental y sus múltiples consecuencias y efectos sean un problema menor que no deba recibir atención, si no porque me parece que la falta de información generalizada suele utilizarse para manipular a la opinión pública. ¿Cómo creer ciegamente en una causa cuyo promotor más conocido es un político que llegó al final de su carrera y decidió dedicarse a evangelizar sobre el tema mientras viaja por el mundo en un avión privado (que estoy seguro de que no es eléctrico ni cuenta con un motor ecológicamente limpio) y vive con su reducida familia en una gigantesca mansión que consume la misma cantidad de energéticos y recursos que un pueblo pequeño de centenares de habitantes? Yo no puedo. Espero que ustedes tampoco

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