marzo 26, 2009

In Bruges

Martin McDonagh es un exitoso autor irlandés de obras teatrales que ha gozado de gran éxito en las islas británicas por más de diez años, aunque recientemente ha hecho manifiesto su interés en el cine, habiendo escrito y dirigido en el 2005 el cortometraje Six Shooter, con el cual ganase al año siguiente el Oscar por Mejor Cortometraje no animado. In Bruges (En Brujas, o Escondidos en Brujas, según la traducción española) es su primer largometraje. Y vaya debut.

In Bruges cuenta como Ken (Brendan Gleason) y Ray (Colin Farrell), dos asesinos a sueldo británicos, son enviados por su jefe a Brujas (está en Bélgica) para esconderse luego de un trabajo particularmente complicado. Una vez ahí se hacen evidentes las diferencias que existen en caracter y personalidad entre ambos asesinos. Ken está fascinado con la ciudad, por su arquitectura medieval, sus iglesias y museos, y en general por la paz y tranquilidad que caracterizan a la ciudad. Ray, en cambio, se encuentra aburrido de tantos edificios viejos y arte aburrido, y desearía que los hubiesen enviado a un lugar más entretenido.

Poco a poco se va revelando la razón por la que se les ordenó salir de Londres y esperar hasta que se les contactara, lo que va haciendo más compleja y elaborada la inusual relación entre ambos personajes, misma que por momentos parece de simple camaradería masculina, aunque predomina la sensación de que son más cercanos, casi como padre e hijo. Durante una salida nocturna descubren que se está filmando una película en la ciudad, y tras una visita a la locación Ray inicia una accidentada relación con una joven nativa de la ciudad. El solo hecho de poder estar con alguien que no intente convencerlo todo el tiempo de ir a alguna iglesia y/o museo parece ser suficiente para tenerlo satisfecho y feliz, aunque sin duda no estorba el hecho de que Chloe (Clemence Poesy) sea bastante atractiva.

Cuando finalmente llega la esperada llamada de su jefe, las instrucciones recibidas ponen a prueba la relación entre los dos sicarios. La relación de Ray con Chloe no es tan simple como le hubiese gustado a ninguno de los dos, pero ningún problema los prepara para lo que tendrán que enfrentar una vez que su jefe, Harry Waters (Ralph Fiennes), decide presentarse en Brujas para resolver su problema de manera personal.

La primera mitad de la película tiene un ritmo semi-lento, muy pausado pero nunca aburrido. McDonagh dedica bastante tiempo a explorar a cada uno de sus personajes, lo que no debiera sorprender a nadie tomando en cuenta su experiencia en teatro. Pero una vez que la película alcance el tercer acto, el ritmo es vertiginoso y no le pide nada a ningún thriller o película de acción. Independientemente de lo buena que resulta la historia, el punto fuerte de la película es la interpretación de los miembros del elenco. De Gleason y Fiennes no es sorpresa verlos actuar con tanta solvencia y convicción, pues ambos tienen un largo historial que los avala como dos de los mejores actores en la actualidad.

El que realmente sorprende con su actuación es Colin Farrell, quien suele ser una decepción en muchas de sus películas pero parece sufrir una transformación cuando trabaja en proyectos de bajo perfil. Con lo visto aquí y en Cassandra's Dream me parece que Farrell se encuentra en un punto de su carrera donde ha madurado lo suficiente como actor como para convertirse en uno de los mejores de su generación, así que habrá que ver si esa misma madurez la puede aplicar a su selección de papeles. De entre los actores de soporte destacaría a Clemence Poesy, a quien nunca había visto -no soy afecto a las películas de Harry Potter- y a Jordan Prentice (Jimmy, el enano) -largo trecho recorrido desde Howard the Duck-, quienes ayudan a crear un entorno adecuado para el desarrollo de los personajes principales.

Un tema que asoma en varios puntos durante la historia es el de la redención, pues varios de los personajes suelen enfrascarse en discusiones sobre el futuro y la condenación. En una escena en particular Ken y Ray discuten ante un cuadro de Bosch acerca del cielo y el infierno, y del proceso de redención que se da en el punto intermedio, el purgatorio. Hasta cierto punto se podría decir que luego de una vida llena de decisiones cuestionables, ambos personajes se encuentran en el purgatorio de su vida, en Brujas, esperando la resolución que les indique cual será su destino final.

McDonagh hace gala de un talento notable para escribir diálogos, recordando por momentos a otro dramaturgo vuelto al cine, David Mamet, y aún cuando algunas de sus elecciones para contar la película resultan bastante convencionales, lo impredecible y divertido de su guión lo compensa con creces. Habrá que seguir con atención cual es su próximo proyecto, y si es que convertirá la abundancia de maldiciones como su sello personal. In Bruges es tal vez la mejor película que no vimos el año pasado -gracias, distribuidoras- y resulta una interesante propuesta llena de humor negro, tan escaso en el cine en estos días. Ampliamente recomendada.

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