agosto 26, 2009

The Einstein Intersection

Hace algunos meses comenté por aquí They Fly at Çiron, otro libro de Samuel R. Delany, y en el texto mencioné algunas de sus obras más conocidas, entre las que no incluí The Einstein Intersection. Mi omisión fue un reflejo de omisiones similares realizadas por toda clase de autores y reseñadores al hablar de la obra de Delany, lo que normalmente suelo asociar con la idea de que se trata de alguna obra menor del autor en cuestión. Sin embargo, tal presunción no tiene sentido si consideramos que The Einstein Intersection, publicada en 1967, ganó el Premio Nebula de ese año y fue nominada al Hugo al año siguiente, compitiendo en ambos casos en la categoría de Mejor Novela.

Una vez habiendo leído la obra, no tengo ninguna duda de que se trata de una pieza fundamental para entender la obra de este excelente autor, y no solo la suya, si no también la de algunos de sus contemporáneos, particularmente aquellos asociados con "la nueva ola" que se dio en la ciencia ficción durante la década de los 1960s.

De hecho, creo que la principal razón por la que suele dejarse de lado esta novela al comentar la obra de Delany es por lo compleja que resulta, complejidad derivada de las mismas características que la hacen tan importante. No acostumbro intentar desglosar las intenciones o pretensiones de los autores que leo, pero en este caso me parece importante porque la importancia de esta novela radica en su trasfondo más que en la historia, y si se ignora este hecho es fácil desechar a The Einstein Intersection como una obra menor, una novela confusa y poco satisfactoria.

Superficialmente la historia contada en The Einstein Intersection es bastante simple. En un futuro post-apocalíptico, la humanidad ha abandonado la Tierra, misma que ahora se encuentra habitada por mutantes humanoides, quienes luchan por convertir las ruinas abandonadas por los seres humanos en su propio hogar. Lo Lobey es un pastor que lleva una vida tranquila y agradable, pasando los días al lado de sus amigos hasta que conoce a La Friza y se enamora de ella. Su vida transcurre feliz y apacible hasta que La Friza es asesinada bajo misteriosas circunstancias.

Tras una conversación con la matriarca de su aldea, Lo Lobey emprende una búsqueda tras el asesino de La Friza, convencido de que es posible regresarla a la vida. En su viaje Lobey conoce a un grupo de pastores de dragones, con quienes viaja hasta una ciudad portuaria donde encontrará a su objetivo, Kid Death. Durante su viaje Lobey descubre que entre los suyos hay "diferentes", individuos con habilidades que los separan de los demás, y quienes se han convertido en el blanco de Kid Death, quien también es diferente pero aún a pesar de sus capacidades especiales teme a todos los demás seres dotados de habilidades diferentes.

La búsqueda de Lobey es contada de una manera reminiscente al mito de Orfeo, quien descendió al infierno para recuperar a su amada, pero durante la historia se hacen constantes referencias y alusiones a otros mitos arquetípicos de la cultura occidental, incluyento al rey redentor que habrá de ser traicionado por uno de los suyos solo para levantarse de entre los muertos y vencer al mal, y varias otras figuras relativamente fáciles de identificar (Teseo y el Minotauro, los dioses nórdicos, etc.) Y es precisamente esta constante alusión a los mitos la que hace de The Einstein Intersectión una novela especial.

Delany parece sentirse abrumado por los mitos y el papel que estos juegan dictando conductas y tendencias narrativas. A través de sus personajes Delany explora las diferentes posturas respecto a que hacer con los mitos: repetirlos una y otra vez con escasas variaciones; utilizarlos como base pero interpretándolos de maneras diferentes; o renegar completamente de ellos, ignorándolos y empezando nuevos mitos a partir de cero.

Intercalados entre los capítulos de la novela hay extractos del diario del autor, aparentemente escritos durante un viaje por el mediterráneo mientras escribía la novela. Digo aparentemente porque no logro convencerme de que sea casualidad que Delany haga esta reflexión sobre el peso de los mitos mientras viaja por las costas de Italia y Grecia, lugares que vieron nacer muchos de esos mitos, y me pregunto si las supuestas entradas del diario no forman parte misma de la novela. Como quiera que sea, The Einstein Intersection es un alucinante viaje por la mente de un autor que enfrenta la problemática de cargar con el peso de un bagaje cultural que lo nutre y alimenta su obra, pero que al mismo tiempo le impone toda clase de límites.

El título del libro proviene de contraponer dos visiones opuestas de la realidad, la primera de ellas expresada a través de la Teoría de la relatividad, de Albert Einstein, con la cual, de acuerdo con uno de los personajes de la novela, el físico alemán definió los límites de la percepción, expresando mediante conceptos matemáticos el grado de influencia que el observador ejerce sobre aquello que observa. En contraposición a esa postura, Delany utiliza el teorema de incompletitud de Kurt Gödel, un matemático checoslovaco. De acuerdo con Gödel, todo sistema matemático contiene fórmulas que no pueden comprobarse dentro del mismo sistema. Esto se oye mucho más complejo de lo que en realidad es.

Llevado a términos artísticos o culturales, la teoría de la relatividad señala que cada individuo y/o cultura tienen una manera diferente de concebir la realidad, misma que depende del contexto y condición en que viven o se desarrollan, razón por la que no existe una interpretación inequívoca de la realidad. Al contraponer a esta idea el principio de incompletitud, la única conclusión posible es que todo es posible. O, como lo pone uno de los personajes de la novela al parafrasear a Nietzsche: "... hay más cosas en el cielo y en la Tierra que las que puedes soñar en tu filosofía, Lo Lobey. Hay un número infinito de cosas verdaderas en el mundo sin modo alguno de aseverar su verdad".

The Einstein Intersection resulta una declaración de principios emitida por un joven autor -Delany tenía 21 años al escribirla- que se rehusa a aceptar una visión limitada del mundo, aferrándose a la idea de que lo indemostrable puede ser tan real como cualquier cosa racionalmente comprobable, un artista en busca de su identidad y consciente de que ésta depende tanto de sus vivencias personales como de sus antecedentes culturales y que, si acaso existe algún modo de definirla, habrá de darse siempre tomando en cuenta que vivimos en un mundo mucho más complejo de lo que cualquier posible definición racional pudiese abarcar.

Sin duda se trata de una fascinante reflexión, misma que por motivos personales encuentro peculiarmente importante, y no dudo que eventualmente habré de revisitar este libro con una mentalidad más abierta hacia lo que encontraré en sus páginas. Lectura ampliamente recomendada, especialmente para quienes trabajan como artistas o en algún área que requiera creatividad.

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