Hace ya un par de semanas que escribí mi reseña inicial de la versión de Peter Jackson de King Kong, pero la falta de tiempo me había impedido terminar su ya acostumbrado complemento. Debido al largo del mismo lo he dividido en dos partes. Primero, algunos antecedentes en relación a mi experiencia personal con el gigantesco gorila.
Aún cuando mis recuerdos al respecto son más bien vagos, incompletos, y tal vez hasta confusos, estoy casi seguro de que King Kong (1976) fue la primera película que vi en el cine. O al menos la primera que no era de dibujos animados. Tomando en cuenta lo que tardaban en llegar a nuestro país los estrenos cinematográficos, asumo que debe haber sido en algún momento de 1978. De la película en si no recuerdo prácticamente nada, y de acuerdo con gente que si la recuerda eso es algo por lo que debiera estar agradecido.
Lo que si recuerdo son las circunstancias en que la vi. Iba acompañado de dos de mis primos y un número indeterminado de tíos. Fue en el cine La Linterna Mágica, ubicado en San Jerónimo, al sur de la Ciudad de México. En ese entonces se trataba de un cine de buen tamaño con una gran pantalla y las butacas distribuidas en dos pisos. Curiosamente hoy en día tiene en exhibición el remake de Jackson, aunque la experiencia de vivirlo en el cine no puede ser la misma dado que ahora hay dos salas más pequeñas en lugar de la que había hace más de 20 años. Si se preguntan como es que recuerdo que tenía dos pisos la respuesta es fácil. Mis primos y yo insistimos en que queríamos verla desde el segundo piso, porque si Kong era tan grande como parecía, seguramente desde arriba podríamos verlo mejor : )
Pasaron algunos años antes de que tuviera la oportunidad de ver la versión original (1933) en televisión. Imagino que debe haber sido en Canal Once, donde aún acostumbran presentar películas clásicas, especialmente de género, como funciones de matineé los fines de semana. Al asistir a ver la versión de Jackson mis recuerdos de la original también eran un tanto nebulosos. Sin embargo, recordaba perfectamente la isla llena de animales prehistóricos, la pelea con el tiranosaurio (no conozco a nadie de mi generación que no haya sentido alguna vez al menos una mínima fascinación con los dinosaurios), y la escena final con Kong enfrentando a los biplanos desde la punta del Empire State.
Hace unos días pude ver otra vez esta película y debo decir que sigue conservando su encanto. Definitivamente se trata de todo un clásico y probablemente sea la mejor película de monstruos jamás filmada -al menos fuera de Japón, para evitar caer en controversias-. Aunque tal vez sería bueno aclarar algunas cosas para beneficio del espectador casual que pudiera buscarla después de ver la reinterpretación de Peter Jackson.
Esta película no puede ser juzgada bajo los estándares del cine contemporáneo por muchas razones. No voy a usar el cliche de "eran tiempos más simples" porque me parece una estupidez (sólo un estúpido podría afirmar que la época de la Gran Depresión era más simple), pero el cine y el entorno social eran diferentes. El cine era una industria en pleno crecimiento y apenas empezaban las películas habladas. Esto es muy notorio en los diálogos y las actuaciones. Los diálogos contienen un mínimo de intención, son muy inocentes, rayando en la ingenuidad; y las actuaciones son demasiado dramáticas. Esto último, supongo, tratando de enfatizar la intención de las palabras de una manera similar al teatro.
En relación a los efectos especiales es necesario recordar que la tecnología era otra y casi todo se hacía de manera artesanal. Con todo y esas limitaciones, aún hoy se considera a King Kong como un parteaguas en lo que se refiere a miniaturas y stop motion, donde cabe resaltar el trabajo del escultor y modelista mexicano Marcel Delgado, responsable de dar vida a los diseños de Willis O'Brien. Por cierto, dado que encontré que muy poca gente conoce a Delgado o sabe sobre su trabajo, escribí una ficha para la Wikipedia, la cual espero ir complementando conforme encuentre más información.
Sin lugar a dudas King Kong tiene un destacado lugar en la historia de la cinematografía, y aún con ese peso encima, creo que la versión de Peter Jackson es digna heredera de este clásico. Mis razones para hacer tal afirmación en el próximo post.
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