Este es otro pendiente que vengo arrastrando desde diciembre pasado.
Platicando con un amigo que nunca había leído ciencia ficción pero estaba interesado en hacerlo, le comenté sobre la obra de algunos autores que podrían resultar de su agrado. Algunos nombres que salieron a flote en esa conversación fueron Philip K. Dick, Kurt Vonnegut, Larry Niven, Harlan Ellison, HG Wells y George Orwell. Acordamos que en los próximos meses le proporcionaré cuanto material de lectura desee explorar, y mientras buscaba los libros en cuestión me encontré ojeando 1984, la significativa obra distópica de Orwell.
El caso es que no pude resistirme y empecé a leerlo otra vez. La primera vez que lo leí debe haber sido hace unos 15 años, en español, gracias a una copia de la biblioteca del CCH Sur que me acompañaba entre clases. Y si bien lo había encontrado fascinante, esta segunda lectura me ha hecho apreciarlo aún más. No creo que el idioma hay sido factor para entender aspectos del libro que la primera vez no había entendido, pues en ésta ocasión se trató de una edición de bolsillo en inglés que adquirí en una librería de viejo, la cual tiene el atractivo adicional de incluir un afterword (¿alguien sabe como se le llama en español?) de Erich Fromm.
Imagino que la diferencia en realidad no fue en el libro, si no mi persona. En aquel entonces era un adolescente curioso y con ganas de aprender que se había centrado en los aspectos más atractivos del libro para alguien de esa edad: la represión del sistema, los mecanismos de control de masas, el deseo de rebelión, etc. Ahora tengo el añadido de la edad y la experiencia que viene con ella, tanto por el mayor entendimiento del mundo que se da a través de lecturas y vivencias personales, y además me tocó la posibilidad de vivir en un momento histórico donde las condiciones de la sociedad contemporánea y el desarrollo tecnológico harían posible que el mundo cayera en una situación similar a la que Orwell plantea en su novela.
Recuerdo que hace un par de meses mi buen amigo Paco Espinosa comentó en el blog de otro amigo que para él 1984 representaba antes que nada una historia de terror, con lo cual imagino hacía referencia precisamente a lo cerca que estamos de que el mundo pueda llegar a esos extremos de fanatismo sin sentido y pseudonacionalismo autoritario. Y es que si Orwell escribió el libro durante la década de los 40s con la imagen del regimen stalinista en la Unión Soviética y el nazismo de la Alemania de Hitler muy presentes, resulta alarmante la cantidad de países occidentales que sutilmente parecen acercar su modelo de gobierno actual a un esquema similar en funciones al descrito por Orwell, donde el Estado asume la postura de figura paterna y protectora y se invita a dejar de lado la idea del individuo a cambio de pertenecer a algo más grande.
Una de las situaciones que más me llaman la atención dentro del mundo construído en la novela es la estructura organizacional del gobierno de Oceanía, con su división en Ministerios con nombres que poco o nada tienen que ver con su función real y si todo que ver con la percepción que desean que el pueblo tenga de ellos. El Ministerio de la Abundancia, que se encarga de de racionar y limitar el abasto de los bienes de consumo, El Ministerio de la Paz, a cargo de operar el brazo armado del gobierno, el Ministerio de la Verdad, el cual controla toda la información pasada y presente y censura moldea y altera la forma en que llega a la población, y el Ministerio del Amor, encargado de vigilar y controlar a la población en busca de posibles disidentes que necesiten ser re-educados por cualquier medio necesario.
Ese uso del lenguaje para cambiar el significado de algo me recuerda una frase de otro de mis autores favoritos, Philip K. Dick, sobre el poder de las palabras:
The basic tool for the manipulation of reality is the manipulation of words. If you can control the meaning of words, you can control the people who must use the words.
Que se puede traducir como:
La herramienta básica para la manipulación de la realidad es la manipulación de las palabras. Si puedes controlar el significado de las palabras, puedes controlar a la gente que usa las palabras.
La que bien podría complementar una de las oraciones más importantes en 1984:
Who controls the past controls the future. Who controls the present controls the past.
O lo que es lo mismo:
Quien controla el pasado controla el futuro. Quien controla el presente controla el pasado.
En la actualidad hablamos de un mundo globalizado, pero en realidad tenemos un mundo dividido en bloques que cada vez se parecen más a las potencias transcontinentales del libro. Las guerras parecen estar sucediendose todo el tiempo, casi como si se tratara de una sola guerra eterna que cambia de frente y aliados periódicamente, aún cuando la causa y objetivos de cada conflicto no sean claros ni siquiera para los involucrados. Cada vez resulta más importante la percepción que el público tenga de una persona o institución que la función o estado real de la misma. Las guerras son controladas por Ministerios o Secretarias de la "Defensa", y cada vez son más los gobiernos que intentan hacerse con el control de los medios de comunicación.
En fin, no quiero seguir extendiéndome porque podría dedicar días a escribir sobre la obra de Orwell, así que los dejo con el consejo de que, si no han leído este libro lo busquen y lo hagan a la brevedad posible, pues es una de las obras más importantes y trascendentes que se hayan escrito jamás y su influencia sigue estando presente por igual en obras de ficción y en tratados de sociología y psicología de masas.
Por cierto, el amigo por el que releí el libro acaba de terminar la carrera de Psicología (¡Felicidades, Camilo!), razón por la que retrasó la lectura de los libros que le presté. Sin embargo, ya leyó Ring World (Mundo Anillo) y le fascinó, ahora tiene en sus manos Slaughterhouse 5 (Matadero 5) y en cuanto me los pida tiene 1984 y The Man in The High Castle (El Hombre en el Castillo) esperando su turno.
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