abril 03, 2007

300

Frank Miller es uno de los más afamados y respetados creativos en el medio del comic, y recientemente se ha convertido también en un nombre familiar para las audiencias cinematográficas de todo el mundo. La razón de su nuevo estado de celebridad es la adaptación de dos de sus trabajos más conocidos a la pantalla grande: Sin City y 300. En su momento comenté que Sin City era un interesante ejercicio visual y tal vez la traslación más fiel de un comic a la pantalla. Tal vez debí haberlo dejado más claro diciendo que, más que una película, Sin City es un comic filmado. Y esa misma descripción no encajaría con 300.

Zack Snyder causó revuelo cuando presentó hace tres años su versión actualizada de Dawn of the Dead, el clásico filme de zombies, y con 300 viene a corroborar lo que ya sospechábamos: que visualmente es uno de los directores más originales e innovativos actualmente trabajando en el medio. Si bien es cierto que 300 no es el primer intento de dar una atmósfera visual de comic a una película (le preceden la ya mencionada Sin City y Captain Sky and the World of Tomorrow), se trata de la película que buscó esa apariencia de la forma más ambiciosa... y también de ser la mejor lograda.

La historia es un clásico conocido por todos. Leonidas, rey de Esparta, reunió a 300 de sus guerreros para enfrentar al ejército persa del rey Jerjes en el Paso de las Termópilas. Miller ha declarado que se trataba de una historia que le fascinó desde niño y por eso siempre había soñado con convertirla en un comic. El resultado de esa añeja obsesión fue una de las novelas gráficas más espectaculares de los últimos años. Ilustrada para ser leída en páginas dobles en un formato horizontal reminiscente de una pantalla de cine (tratamiento que se le dió al re-editarla en Hardcover), 300 fue tal vez la última gran obra de Miller.

Zack Snyder adquirió por su cuenta los derechos para llevar la historia a la pantalla, y el resultado es un festín visual de sangre y heroismo exacerbado. Me causa curiosidad que mucha gente está tratando de leer demasiado en el subtexto de la historia, buscando un comentario social donde en realidad no lo hay. Lo que destaca a 300, la novela, es lo que representa en términos de narrativa visual. El desarrollo de personajes o la construcción de un contexto histórico son prácticamente inexistentes, así que cualquier intento de buscarle un lado realista serán totalmente inútiles. Y lo mismo podría decirse de la adaptación de Snyder. Cuando en una entrevista lo cuestionaron sobre porque su película se veía bonita en todo momento en vez de retratar los horrores de un campo de batalla, Snyder replicó, "porque estoy adaptando la novela gráfica, no haciendo una película sobre la histórica batalla de las Termópilas".

Y creo que eso es algo importante. Siempre he sido de la idea de que cada película debe ser juzgada bajo criterios diferentes. Si voy a ver una película de Akira Kurosawa o de Ingmar Bergman, espero una cinta que resulte en una exploración de la condición humana que me deje haciendo una profunda reflexión y admirando la destreza para contar historias profundas del director. Pero si voy a ver una película de Quentin Tarantino lo que espero es una hiperviolenta historia llena de sangre y referencias a la cultura pop donde el director no tendrá reparo alguno en tomarse licencias narrativas y/o creativas en nombre del entretenimiento. Y me parece que ambas cosas, a su manera, son válidas.

300 la fui a ver con la idea de ver una exagerada y violenta historia de guerreros peleando contra una oposición insuperable, llena de clichés y argumentos ireales. Y eso fue exactamente lo que obtuve. De hecho, incluso me atrevería a afirmar que Snyder toma el trabajo de Miller y lo lleva un poco más allá, convirtiendolo en una irreal épica machista de la cual disfruté cada momento. Snyder añade algunos elementos ausentes de la novela gráfica. La voz de un narrador contando la historia añade un toque de irrealidad que a la vez sirve para justificar algunas exageraciones de la trama. El desarrollar un ambiente de camaradería entre los espartanos y reflejarlo como una competencia en el campo de batalla es un buen ejemplo de ello.

Como mencioné líneas arriba, Miller nunca se preocupó por desarrollar a sus personajes. Y Snyder decidió no detenerse en ello, prefiriendo sustituir cualquier intento de profundidad por actitud, y funciona. Gerard Butler en el papel de Leonidas se convierte en una figura de proporciones míticas, lanzando arengas a diestra y siniestra, cada una de ellas más predecible y exagerada que la anterior. El resultado es una de las películas más cargadas de testosterona y adrenalina que he visto jamás.

Evidentemente 300 no es para todos los gustos, pero si lo que han visto en los trailers y avances es de su agrado, no duden en verla, pues contiene más de lo mismo. Por lo pronto, Zack Snyder ya se encuentra trabajando en su próximo proyecto, el cual sin duda pondrá a prueba su capacidad para contar historias tan profundas como visualmente atractivas, pues Warner Brothers lo contrató para llevar a la pantalla Watchmen, la mítica obra del aclamado escritor Alan Moore. A ver como le sale.

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