No suelo opinar mucho sobre futbol por diversas razones. Uno, porque no lo sigo con regularidad, ya que fuera de la mayoría de la Liga Premier Inglesa y algunos partidos de la Champions League suele aburrirme bastante. En cuanto al futbol mexicano en particular, las situaciones extra-deportivas y el poco claro manejo administrativo hicieron que poco a poco me fuera interesando menos seguirlo de cerca. Lo que no quiere decir que no me entere de nada. Sin duda uno de los temas más comentados en relación al futbol mexicano los últimos días fue la suspensión de por vida con que la FIFA sancionó al ahora ex-jugador de Cruz Azul Salvador Carmona. Carmona, junto con su entonces compañero de equipo Aaron Galindo, habían dado positivo en un control anti-doping hace casi dos años, lo que les costó una suspensión de un año y los dejó sin posibilidad de participar en la pasada Copa Mundial de Futbol, situación que representó un escándalo debido al mal manejo que se le dio al caso por parte de las autoridades del futbol nacional.
Algo que no mucha gente sabe, es que Carmona volvió a dar positivo en otro control practicado meses después. Lo que implicaría una sanción que podría llegar a ser definitiva. Carmona apeló el fallo del tribunal de FIFA y su caso estaba pendiente de resolver. El recurso de apelación fue desechado y FIFA hizo llegar un comunicado a la Federación Mexicana de Futbol (Femexfut) para informarles de la inhabilitación permanente del jugador, y a su vez la Federación lo hizo llegar al equipo. Esto fue un día antes de que Cruz Azul debiera enfrentar al Pachuca en el primer partido de las semifinales del torneo local. El equipo, en lugar de proceder a separar al jugador del resto del plantel, promovió un amparo ante un tribunal civil y puso a Carmona en la alineación para el partido. Después del mismo la información sobre la sanción para el jugador se empezó a propagar por diversos medios informativos, lo que llevó a muchos a cuestionarse porque se había permitido jugar al jugador. Y ahí es precisamente donde el asunto se complica y empieza a tornarse truculento.
Bastante malo resulta que un jugador sea sorprendido haciendo uso de sustancias prohibidas para tratar de mejorar su rendimiento, pero en el caso de Carmona y Galindo ambos alegaron inocencia y le echaron la culpa al responsable del gimnasio del equipo, afirmando que esa persona les había dado la sustancia sin informarles que se trataba de una sustancia prohibida en el deporte. El equipo despidió a esa persona y ofreció todo su apoyo a los jugadores, pese a que la opinión generalizada era que mentían y el cesado era solo un chivo expiatorio. Ésta persona demando al equipo por despido injustificado y acaba de ganar el proceso, por lo cual el equipo tendrá que indemnizarlo con una fuerte suma de dinero. En el interim, no queda más que preguntarse, si Carmona volvió a dar positivo de la misma sustancia, ¿quién era su "nuevo" proveedor? ¿Por qué Galindo se esforzó tanto para irse a jugar en España y desligarse por completo del equipo?
También hay que preguntarse porque razón Cruz Azul incluyó a Carmona en su alineación y que los llevó a promover el amparo, pues lo hicieron los abogados del equipo, no del jugador, sabiendo que recurrir a un tribunal civil para resolver un asunto deportivo va contra los reglamentos de FIFA y la Femexfut, y podría acarrear sanciones tan fuertes como la desafiliación para el equipo o la pérdida de categoría, lo que representaría que Cruz Azul tuviese que jugar en la 1a. división "a", o en alguna otra división inferior. Y es precisamente por la resolución del asunto que titule así este texto. La Femexfut envió a FIFA una carta en la que Salvador Carmona acepta su sanción y renuncia a todos sus derechos como futbolista profesional, con la cual el caso queda cerrado y se evita cualquier sanción en contra del equipo. Probablemente la Federación hizo lo que debía (que no necesariamente es lo mismo que hacer lo correcto), es decir, proteger a uno de sus asociados, pero al menos a mi me queda la sensación de que el arreglo entre las partes no fue precisamente un ejemplo de ética y moral.
¿Qué obtiene Carmona a cambio de salvar a su equipo de una sanción? Probablemente algún trabajo dentro de la organización o una compensación económica que le permita seguir con su vida fuera del deporte. Pero la duda persistirá. Si el encargado del gimnasio no tuvo nada que ver con la entrega de ninguna sustancia a los jugadores, entonces ¿quién fue el responsable? y si el equipo realmente es ajeno al asunto, ¿por qué Galindo hizo hasta lo imposible por alejarse de la institución? Tal vez nunca sabremos las respuestas a esas interrogantes, pero lo que es un hecho que algo no está del todo bien en como se maneja el futbol profesional en nuestro país, lo cual también cuenta con la complacencia de FIFA, organismo que se ha hecho de la vista gorda ante otras situaciones que van contra sus reglamentos, como el Régimen de Transferencias, que es en realidad un mercado donde los jugadores son tratados como piezas de ganado, o como el hecho de que un solo individuo o empresa pueda ser dueño de más de un equipo participando en la misma competencia.
Por cierto, anoche concluyó el torneo local con la coronación del Pachuca, quien pese a no haber dado un buen partido el día de ayer hizo lo suficiente para derrotar a su rival, en una serie donde también empezaba a pesar la sombra de la sospecha luego de que, como se ha ido haciendo costumbre, el América se viera favorecido por un "error" arbitral en el primer partido, situación vista en suficientes ocasiones como para despertar suspicacias entre propios y extraños. Ahora se viene un receso en las actividades futbolísticas en nuestro país, a excepción de la próxima participación de la selección nacional en la Copa de Oro y en la Copa América.
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