Ridley Scott es uno de los directores más longevos y respetados dentro del sistema de producción hollywoodense. Si bien no todas sus películas son buenas (¿Recuerdan Black Rain?), el nivel de calidad que ha conservado a lo largo de su carrera es bastante sobresaliente. En los últimos años tengo la impresión de que sus películas se pueden dividir en dos categorías: las que hace por gusto (Matchstick Men, Blackhawk Down, Kingdom of Heaven -normalmente más largas-), y las que hace para el estudio (Hannibal, Gladiator, A Good Year), más al gusto de las masas y pensando obviamente en la taquilla. Personalmente prefiero las primeras, y afortunadamente American Gangster cae en esa categoría.
Con un elenco plagado de estrellas (Denzel Washington, Russell Crowe, Josh Brolin, Chjwetel Ejiofor, Carla Gugino, Ted Levine, John Hawkes, RZA, Cuba Gooding, Armand Assante, Common), Scott dirige impecablemente una historia sobre el crimen organizado, sobre narcotráfico y corrupción, basada en hechos reales pero sin caer en la tentación de dejar que su película se convierta en un pseudo-documental de época, replicando correctamente el entorno de Nueva York/Nueva Jersey de los 70s pero centrándose en sus personajes y no en el mundo que estos habitan, utilizando éste solamente para enriquecer su historia.
Frank Lucas fue un claro ejemplo de lo que era el sueño americano, aunque con un twist. De origen humilde y nativo de Carolina del Norte, Lucas escaló posiciones dentro del crimen organizado, desde chofer de un capo de Harlem a convertirse en uno de los hombres más poderosos de Norteamérica, con influencia sobre las familias de la mafia italiana que operaba en las mayores ciudades de los Estados Unidos, a quienes utilizaba como vehículo de distribución para la droga que importaba del sudeste asiático.
La historia de Lucas es más o menos conocida por todo el mundo, así que nada que cuente de la trama debiese ser considerado como un spoiler, pero a fin de no arruinarle a nadie la experiencia, no voy a mencionar ningún detalle de la historia. Baste con decir que Scott, inteligentemente, se preocupó por desarrollar a los personajes principales, utilizando como punto de partida la vida personal y familiar de sus dos protagonistas, creando un vínculo invisible entre ellos al tiempo que ayuda a entender el porque de su modo de proceder y/o comportarse ante diferentes sityuaciones. Washington y Crowe son dos de los mejores actores de caracter en la actualidad, y apoyados por un sólido guión y un excelente reparto secundario consiguen que Frank Lucas y Richie Roberts sean algo más que un delincuente y un policía enfrascados en un duelo personal.
Sin alcanzar los niveles de obsesión por el detalle de, por ejemplo, David Fincher en Zodiac, Scott consigue crear un retrato de la sociedad norteamericana de la década de los 70s, con la guerra de Vietnam como espectral fondo, invisible para la mayoría pero presente en todo momento. Siempre usando a los personajes como vehículo, Scott critica la postura del gobierno norteamericano ante muchas cosas, desde la continua necedad de seguir con una guerra imposible de ganar, hasta la hipocresía con que ignoraba (ignora aún) problemas internos de su sociedad: el crecimiento de las adicciones, la corrupción de sus autoridades y el constante desarrollo del crimen organizado a la vista de todo el mundo. El tema del narcotráfico lo maneja inteligentemente, presentando la información de un modo crudo pero neutral, evitando juzgar a nadie, de una manera que resulta reminiscente de Blow o Traffic.
Altamente recomendada.
Frank Lucas fue un claro ejemplo de lo que era el sueño americano, aunque con un twist. De origen humilde y nativo de Carolina del Norte, Lucas escaló posiciones dentro del crimen organizado, desde chofer de un capo de Harlem a convertirse en uno de los hombres más poderosos de Norteamérica, con influencia sobre las familias de la mafia italiana que operaba en las mayores ciudades de los Estados Unidos, a quienes utilizaba como vehículo de distribución para la droga que importaba del sudeste asiático.
La historia de Lucas es más o menos conocida por todo el mundo, así que nada que cuente de la trama debiese ser considerado como un spoiler, pero a fin de no arruinarle a nadie la experiencia, no voy a mencionar ningún detalle de la historia. Baste con decir que Scott, inteligentemente, se preocupó por desarrollar a los personajes principales, utilizando como punto de partida la vida personal y familiar de sus dos protagonistas, creando un vínculo invisible entre ellos al tiempo que ayuda a entender el porque de su modo de proceder y/o comportarse ante diferentes sityuaciones. Washington y Crowe son dos de los mejores actores de caracter en la actualidad, y apoyados por un sólido guión y un excelente reparto secundario consiguen que Frank Lucas y Richie Roberts sean algo más que un delincuente y un policía enfrascados en un duelo personal.
Sin alcanzar los niveles de obsesión por el detalle de, por ejemplo, David Fincher en Zodiac, Scott consigue crear un retrato de la sociedad norteamericana de la década de los 70s, con la guerra de Vietnam como espectral fondo, invisible para la mayoría pero presente en todo momento. Siempre usando a los personajes como vehículo, Scott critica la postura del gobierno norteamericano ante muchas cosas, desde la continua necedad de seguir con una guerra imposible de ganar, hasta la hipocresía con que ignoraba (ignora aún) problemas internos de su sociedad: el crecimiento de las adicciones, la corrupción de sus autoridades y el constante desarrollo del crimen organizado a la vista de todo el mundo. El tema del narcotráfico lo maneja inteligentemente, presentando la información de un modo crudo pero neutral, evitando juzgar a nadie, de una manera que resulta reminiscente de Blow o Traffic.
Altamente recomendada.
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