El Motorokr Fest 2008 fue hace poco más de un mes, pero nunca me hice el espacio para comentarlo en este blog. Supongo que no tiene mucho sentido hacerlo tanto tiempo después, pero creo que sería aún peor eliminar un texto que ya está escrito y porque sé que si no lo publico ahora jamás lo haré, así que aquí va, con ligeras ediciones para omitir comentarios más irrelevantes que lo que se quedó finalmente...
Nunca he sido fan de los festivales de rock. Me parecen incómodos, caros, engorrosos y poco convenientes -a menos que te gusten varias de las bandas participantes-. Sin embargo, tenía muchas ganas de ver a Nine Inch Nails y a los Stone Temple Pilots, así que adquirí mi boleto y el sábado 18 de octubre me encaminé hacia el Foro Sol ya entrada la tarde, pues no me interesaba ver a ninguno de los grupos que tocarían más temprano. Mi plan era llegar alrededor de las seis para empezar el festival con Mindless Self Indulgence, pero no contaba ni con el tráfico ni con el cada vez más ineficiente Sistema de Transporte Colectivo de la Ciudad de México, a.k.a. Metro. Llegué al lugar poco después de las seis y media y MSI ya había concluído su presentación. Hice un par de llamadas para tratar de localizar a mis amigos y me encaminé hacia el escenario principal, donde acababa de iniciar su presentación The Flaming Lips. No tengo nada en contra de ellos, pero lo que alcancé a ver de su acto me pareció muy aburrido, lo cual es una verdadera lástima, pues estoy seguro de que si hubiesen venido hace 10 o 15 años con gusto hubiese pagado para ver su show completo.
Imagino que no ayudó mucho el hecho de que estuviese muy lejos del escenario y el haber notado que entre el público -al menos el que estaba cerca de mi- nadie parecía apreciar nada que no fuera de los discos más recientes de la banda. Como sea, un tanto decepcionado y habiendo hallado a mis amigos, decidimos dirigirnos al otro escenario para ver a MGMT, grupo bastante joven pero que tiene algunas canciones realmente buenas. La decepción fue aún mayor, pues el grupo carece completamente de presencia escénica y verlos tocar en vivo no representa ninguna diferencia que si hubiesen puesto el disco en los altavoces del lugar. Una vez que tocaron los que posiblemente sean sus dos canciones más populares, Electric Feel y Kids, llegamos a la conclusión de que eso nunca iba a terminar de prender y nos alejamos del escenario.
Tras un par de escalas técnicas de rigor -sanitarios y bebidas-, nos encaminamos una vez más al escenario principal con la idea de hallar un buen lugar para cuando salieran los Stone Temple Pilots. Cuando llegó el momento todo estuvo muy bien. Como la banda no tiene un disco nuevo se dedicaron a tocar una variada selección de éxitos que hicieron las delicias de todos los presentes. Scott Weiland dejó constancia de porque es uno de los mejores frontman que una banda de rock pueda tener, asegurándose de tener siempre consigo a su audiencia sin necesidad de convertirse en un patiño o exagerar su actuación sobre el escenario. Luego de casi cincuenta minutos de buen rock los STP abandonaron el escenario dejando un público satisfecho y ansioso de que empezara el acto principal de la noche: Nine Inch Nails.
Curiosamente -al menos para mi porque no me lo esperaba- había mucha gente ahí que no iba a ver a NIN, pues al acabar la actuación de los STP empezaron a abnadonar el lugar. Eso nos permitió movernos hasta quedar a unos veinte metros del escenario, de frente pero cargados hacia el lado izquierdo. Sería más de media hora de espera, tiempo en que los roadies no dejaron de dar vueltas por el escenario, moviendo equipo y checando conexiones. En ese mismo lapso perdimos a uno de los nuestros, quien desoyendo consejos no fue a aliviar su vejiga antes de dirigirnos al escenario principal y se alejó de nosotros confiando ingenuamente en su capacidad para atravesar ese mar de gente de ida y vuelta para reunirse con nosotros. ¡Te extrañamos, Leo!
Finalmente llegó la hora. Puntualmente, a las 22:15 se apagaron las luces y en medio de un alarido de la nultitud empezaron a sonar los acordes de 999,999 mientras la gente empezaba a saltar y empujar hacia adelante. El resultado fue que en unos instantes recortamos un tercio de la distancia que nos separaba del escenario y quedamos más orientados hacia el centro del mismo. Lo que siguió fueron dos horas de música y emociones, pues si algo tiene la música de Trent Reznor es que es capaz de conectar a un nivel muy personal con su audiencia, desde las aplacibles y tranquilas atmósferas de sus Ghosts hasta el enardecido grito de "I'd Rather Die than Give You Control" que en esta ocasión miles de gargantas emitieron al tiempo que una imagen de George W. Bush en las pantallas poco a poco se fue metamorfando en la de John McCain.
Habiendo mencionado las pantallas me gustaría ahondar un poco en el tema. El escenario contaba con cuatro pantallas de unos 5 metros de alto por unos 15 de ancho (estoy haciendo un estimado), siendo tres de ellas translucidas y la otra la que adornaba el fondo del escenario. Las pantallas translucidas, por lo que alcancé a ver, eran unas mallas desplegables llenas de LEDs que colgaban sobre el escenario y cuya altura podía ser ajustada de acuerdo a los requerimentos del espectáculo. Esto permite que se puedan utilizar para crear efectos como escenografías tridimensionales o como virtuales cortinas que podían separar al grupo de la audiencia. Reznor es uno de los pocos músicos que se preocupa por integrar los avances tecnológicos a su trabajo -tal vez solo él y Peter Gabriel, otro gran maestro, lo hagan de una manera tan seria y eficaz- y el show que resulta del uso de este más reciente juguete convierten a su presentación de ese día en el más grande y asombroso espectáculo audiovisual que haya presenciado en toda mi vida.
Podría seguir hablando de las canciones que interpretó y de los momentos que creó. Podría seguir tratando de explicar el espectacular uso de sus pantallas. Pero sé que me voy a quedar lejos de hacerlo apropiadamente, así como también que solo quien haya sido parte de esa experiencia podrá entender exactamente lo que estoy tratando de decir. Simple y sencillamente cerraré este post afirmando algo que desde siempre había sospechado pero no estaba seguro de saberlo. Trent Reznor es una de las voces más importantes para mi generación (y tal vez para la siguiente). Quizás algún día el mundo se de cuenta de ello y su trabajo sea apreciado por todo lo que representa.
Sí, señor.
ResponderBorrarReznoriano también, sin caer en poses.
Exacto, como debe ser...
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