El Sol de Breda es el tercer volumen de Las Aventuras del Capitán Alatriste, y en este tomo se da un cambio radical en el tono de la historia general. En el primer libro fueron introducidos los principales personajes, se les ubicó en un contexto histórico bastante específico gracias a la incusión de figuras históricas, y se narró una aventura del soldado con licencia y espadachín a sueldo Diego Alatriste, creando en el proceso un retrato frío y crudo de lo que era la vida cotidiana en la España Imperial.
En Limpieza de Sangre, el segundo volumen, Pérez-Reverte exploró el poder ostentado por la Iglesia Católica sobre la clase política española, incluyendo la corrupción y vendettas que dictaban el orden de las cosas dentro de la organización político-religiosa más temible de la época, La Santa Inquisición, así como la cacería de brujas realizada en contra de los judíos y de cuanto extranjero o inmigrante incómodo o inconveniente para los intereses de la iglesia y sus aliados políticos y económicos.
Pero para El Sol de Breda Pérez-Reverte decide sacar a sus personajes del cada vez más familiar entorno de Madrid en el siglo XVII. Diego Alatriste, habiendo recibido la aprobación médica, ha decidido reenlistarse en el ejército para dirigirse nuevamente al frente de batalla. Íñigo Balboa, su joven protegido, va con él, enrolándose como mochilero, y ambos son enviados a unirse al Tercio de Cartagena, que se encuentra peleando en Flandes y preparándose a reforzar el asedio a Breda.
La narración mundana de la vida día a día en las calles de Madrid es reemplazada por un recuento de las terribles condiciones en que vivían los soldados del ejército español, sin duda similares a las de muchos otros ejércitos a lo largo de la historia en diferentes conflictos alrededor del mundo. A partir de los recuerdos de Íñigo, Pérez-Reverte retrata los horrores de la guerra y las penurias y miserias pasadas en el frente de batalla por parte de ambos bandos.
Un colorido grupo de personajes secundarios se suma a la historia al introducir a los compañeros de armas de Alatriste, algunos soldados tan experimentados y cutidos como él mismo en las cuestiones de la guerra, otros tantos mucho más jóvenes e impresionables, como el propio Íñigo o su amigo Jaime Correa, y a través del libro somos testigos del proceso de maduración de Íñigo, quien por momentos se convierte en el protagonista central de la historia, dejando de lado el papel de cuasi-cronista de la historia de su mentor.
Fiel a su estilo y a su vocación periodística, Pérez-Reverte no intenta en ningún momento adornar la guerra. Aún cuando es notorio que algunos de sus personajes tienen un elevado sentido del honor y manifiestan -especialmente Íñigo- constantemente el orgullo de pertenecer a la entonces temible infantería española, el autor se cuida de dejarse llevar, mostrando atinadamente que no todo eran victorias y gloria. La corrupción y malas mañas de la clase gobernante y las autoridades civiles y eclesiásticas que había expuesto en las entregas anteriores se traslada aquí a la cadena de mandos militar, donde a pesar de haber militares de carrera honorables y decentes, predominan los acomodaticios en busca de gloria y fama que esconden el pellejo tras las filas de la miserable infantería que a veces se bate sin siquiera recibir la paga por sus servicios.
La costumbre de incluir figuras y momentos históricos establecida desde el primer libro se mantiene, no solo con protagonistas del conflicto en cuestión, pues regresa además la figura de Diego Velázquez, quien pintara su famosa obra La Rendición de Breda una década después de los hechos, presuntamente inspirado e informado por los relatos de Íñigo Balboa. La portada de la edición de Alfaguara, que pueden ver en la parte superior de este texto, es un homenaje a dicho cuadro, que pueden ver al lado de estas líneas, mostrando la misma escena pero desde un ángulo diferente. La misma edición de Alfaguara incluye en la segunda de forros un mapa de la zona del conflicto, muy útil para entender la ubicación y distancias de algunos lugares presentes en la historia.
El Sol de Breda es otro entretenido y satisfactorio episodio de Las Aventuras del Capitán Alatriste, y aparentemente Íñigo está a punto de convertirse en una parte importante en el desarrollo de los restantes volúmenes de la historia. Recomendada para todo mundo pero con el aviso de que conviene leer en orden desde el primer libro de la saga.
En Limpieza de Sangre, el segundo volumen, Pérez-Reverte exploró el poder ostentado por la Iglesia Católica sobre la clase política española, incluyendo la corrupción y vendettas que dictaban el orden de las cosas dentro de la organización político-religiosa más temible de la época, La Santa Inquisición, así como la cacería de brujas realizada en contra de los judíos y de cuanto extranjero o inmigrante incómodo o inconveniente para los intereses de la iglesia y sus aliados políticos y económicos.
Pero para El Sol de Breda Pérez-Reverte decide sacar a sus personajes del cada vez más familiar entorno de Madrid en el siglo XVII. Diego Alatriste, habiendo recibido la aprobación médica, ha decidido reenlistarse en el ejército para dirigirse nuevamente al frente de batalla. Íñigo Balboa, su joven protegido, va con él, enrolándose como mochilero, y ambos son enviados a unirse al Tercio de Cartagena, que se encuentra peleando en Flandes y preparándose a reforzar el asedio a Breda.
La narración mundana de la vida día a día en las calles de Madrid es reemplazada por un recuento de las terribles condiciones en que vivían los soldados del ejército español, sin duda similares a las de muchos otros ejércitos a lo largo de la historia en diferentes conflictos alrededor del mundo. A partir de los recuerdos de Íñigo, Pérez-Reverte retrata los horrores de la guerra y las penurias y miserias pasadas en el frente de batalla por parte de ambos bandos.
Un colorido grupo de personajes secundarios se suma a la historia al introducir a los compañeros de armas de Alatriste, algunos soldados tan experimentados y cutidos como él mismo en las cuestiones de la guerra, otros tantos mucho más jóvenes e impresionables, como el propio Íñigo o su amigo Jaime Correa, y a través del libro somos testigos del proceso de maduración de Íñigo, quien por momentos se convierte en el protagonista central de la historia, dejando de lado el papel de cuasi-cronista de la historia de su mentor.
Fiel a su estilo y a su vocación periodística, Pérez-Reverte no intenta en ningún momento adornar la guerra. Aún cuando es notorio que algunos de sus personajes tienen un elevado sentido del honor y manifiestan -especialmente Íñigo- constantemente el orgullo de pertenecer a la entonces temible infantería española, el autor se cuida de dejarse llevar, mostrando atinadamente que no todo eran victorias y gloria. La corrupción y malas mañas de la clase gobernante y las autoridades civiles y eclesiásticas que había expuesto en las entregas anteriores se traslada aquí a la cadena de mandos militar, donde a pesar de haber militares de carrera honorables y decentes, predominan los acomodaticios en busca de gloria y fama que esconden el pellejo tras las filas de la miserable infantería que a veces se bate sin siquiera recibir la paga por sus servicios.
La costumbre de incluir figuras y momentos históricos establecida desde el primer libro se mantiene, no solo con protagonistas del conflicto en cuestión, pues regresa además la figura de Diego Velázquez, quien pintara su famosa obra La Rendición de Breda una década después de los hechos, presuntamente inspirado e informado por los relatos de Íñigo Balboa. La portada de la edición de Alfaguara, que pueden ver en la parte superior de este texto, es un homenaje a dicho cuadro, que pueden ver al lado de estas líneas, mostrando la misma escena pero desde un ángulo diferente. La misma edición de Alfaguara incluye en la segunda de forros un mapa de la zona del conflicto, muy útil para entender la ubicación y distancias de algunos lugares presentes en la historia.
El Sol de Breda es otro entretenido y satisfactorio episodio de Las Aventuras del Capitán Alatriste, y aparentemente Íñigo está a punto de convertirse en una parte importante en el desarrollo de los restantes volúmenes de la historia. Recomendada para todo mundo pero con el aviso de que conviene leer en orden desde el primer libro de la saga.
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