
Lo que nos lleva a Transformers: The Revenge of the Fallen. Hace un par de años le dediqué medio post a la primera parte -¿medio post? ¿de verdad tenía tanto que escribir que no le podía dedicar uno propio?- explicando que nunca fui aficionado ni a los juguetes ni a las diferentes series animadas que componen la franquicia, y las razones por las que había ido a ver la película. Todo lo dicho entonces aplica del mismo modo para esta secuela. El combo Spielberg+Bay+FranquiciaJuguetera no puede buscar otra cosa que generar una enfermiza cantidad de eye-candy para vender cuantos productos licenciados y juguetes sea posible, y ni siquiera había el añadido de un guión parcialmente escrito por John Rogers o algún otro guionista que gozase de mi simpatía.
Entonces, ¿por qué fui a ver Transformers: The Revenge of the Fallen?
La película tiene todos los ingredientes que uno esperaría de un blockbuster veraniego impulsado por uno de los combos más poderosos e influyentes de Hollywood, los ya mencionados Steven Spielberg y Michael Bay: un protagonista carismático y de moda, una chica sexy y de moda, un director conocido por sus excesos visuales, efectos digitales al por mayor, y la mayor cantidad de explosiones que es posible distribuir en casi dos horas y media de película. Los villanos son viles y ruines, los héroes son heróicos, las chicas (ahora hay más de una) son preciosas y los robots lucen bastante reales y verdaderamente gigantescos.
¿Qué más se puede pedir?

La verdad es que la película no es buena, aunque no llega a ser realmente mala, pues en su defensa hay que señalar que mantiene una cierta congruencia interna: la historia es intencionalmente boba y el humor raya en el pastelazo, pero es así desde el primer momento. Me viene a la cabeza un comentario que Felipe Sobreiro hizo acerca de la película: "si piensas que entretenimiento es igual a dos horas de chatarra brillante volando por los cielos, esta película es para ti". Mejor no lo pude haber expuesto yo. Lo he dicho antes respecto a otras películas, pero ahí voy de nuevo. Si van al cine con la idea de ver una película inteligente, humana, llena de sentimientos y/o valores que represente una experiencia emocionalmente satisfactoria, y terminan sentados en una sala donde se exhibe Transformers: TROTF, necesitan ser más cuidadosos a la hora de elegir su película frente a la taquilla.
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