Franklyn es una de esa películas que las distribuidoras parecen guardar para usar como relleno de cartelera en temporada de pocos estrenos, por lo cual me sorprendió verla estrenada en febrero mientras nuestras salas parecen apuradas tratando de ponerse al corriente con los estrenos pendientes antes de que llegue la entrega de los Oscar. La película representa el debut del escritor y director Gerald McMorrow, quien solo contaba en su curriculum con un exitoso cortometraje filmado en el 2002.
Aparentemente le fue imposible conseguir distribuidores, pues solo tuvo estrenos comerciales en algunas partes de Europa y en México, en tanto que en Estados Unidos y Canadá solo se exhibió en algunos festivales antes de ser lanzada a la venta en DVD hace un par de meses. Por alguna razón las distribuidoras consideraron adecuado estrenarla aquí, pero sin mucho éxito. Supongo que en parte se debe al pésimo trabajo de marketing y promoción para la película, empezando por el título (El Vigilante Fantasma), pues trataron de venderla al público equivocado, atrayendo a las salas a un público mayormente adolescente que, por lo que me tocó atestiguar, no tenía la paciencia necesaria para sentarse a esperar que la trama se resuelva y se disipen algunas interrogantes planteadas en la historia.
Supongo que la manera más atinada de definir Franklyn sería diciendo que es un thriller romántico de ciencia ficción de tintes filosóficos y psicológicos. O, para ponerlo de una forma más breve, pretenciosa.
Franklyn empieza contando cuatro historias en dos mundos diferentes. En Meanwhile City (Ciudad Mientras Tanto), John Preest (Ryan Philippe) es una especie de detective/vigilante enmascarado que lucha contra el opresor gobierno de la ciudad, una dictadura religiosa que controla una sociedad donde el no seguir una fe se considera un delito. Al mismo tiempo, en Londres, Emilia (Eva Green), una atormentada estudiante de arte, se dedica a crear proyectos cada vez más elaborados para convertir el suicidio en un performance artístico cada vez más peligroso. En la misma ciudad se encuentra Milo (Sam Riley), quien tras sufrir una decepción amorosa empieza a obsesionarse con recuperar la inocencia del primer amor. Finalmente, Peter Esser (Bernard Hill) es un maduro pastor religioso que llega a la ciudad en busca de David, su hijo, quien recientemente escapó de la institución mental donde estaba bajo tratamiento.
Las cuatro historias, a pesar de no aparentar ninguna conexión entre si, terminan siendo parte de un todo que solo se revela luego de un final cargado de íntima violencia.
Visualmente la película es fascinante, pues contrasta lo mundano del Londres real con la atmósfera mortecina y oscura de Meanwhile City, recreando en esta última un ambiente fuertemente influenciado por el steampunk sin por ello renunciar a presentar un paisaje totalmente urbano y atemporal, resultando por momentos reminiscente del aspecto de la ciudad de Dark City o de la oscura opresión del Londres de V for Vendetta o de la Gotham City que Tim Burton crease en su versión de Batman.
Temáticamente hablando Franklyn resulta bastante ambiciosa, incluso tal vez demasiado para su propio bien.A través de sus cuatro protagonistas, todos ellos solitarios y atormentados de algún modo, McMorrow decide explorar las bases de la fantasía desde diferentes puntos, analizando como la fe y el amor pueden ser las dos fuerzas más poderosas detrás del escapismo psicológico. Desafortunadamente su habilidad para editar las transiciones entre ambos mundos y navegar de una historia a otra de manera fluida no logra ser igualada por su capacidad para mantener el ritmo narrativo constante, resultando en una película que por momentos es demasiado lenta en su desarrollo.
Lamentablemente se trata de otro caso en que la película no es mala, pero falla en los pequeños detalles que la pudieron haber hecho realmente buena. Estoy seguro de que una segunda vista puede ayudar a poner todas las piezas en su lugar proporcionando al espectador una experiencia más satisfactoria, razón por la que haré lo posible por conseguir el DVD para confirmarlo.
Aparentemente le fue imposible conseguir distribuidores, pues solo tuvo estrenos comerciales en algunas partes de Europa y en México, en tanto que en Estados Unidos y Canadá solo se exhibió en algunos festivales antes de ser lanzada a la venta en DVD hace un par de meses. Por alguna razón las distribuidoras consideraron adecuado estrenarla aquí, pero sin mucho éxito. Supongo que en parte se debe al pésimo trabajo de marketing y promoción para la película, empezando por el título (El Vigilante Fantasma), pues trataron de venderla al público equivocado, atrayendo a las salas a un público mayormente adolescente que, por lo que me tocó atestiguar, no tenía la paciencia necesaria para sentarse a esperar que la trama se resuelva y se disipen algunas interrogantes planteadas en la historia.
Supongo que la manera más atinada de definir Franklyn sería diciendo que es un thriller romántico de ciencia ficción de tintes filosóficos y psicológicos. O, para ponerlo de una forma más breve, pretenciosa.
Franklyn empieza contando cuatro historias en dos mundos diferentes. En Meanwhile City (Ciudad Mientras Tanto), John Preest (Ryan Philippe) es una especie de detective/vigilante enmascarado que lucha contra el opresor gobierno de la ciudad, una dictadura religiosa que controla una sociedad donde el no seguir una fe se considera un delito. Al mismo tiempo, en Londres, Emilia (Eva Green), una atormentada estudiante de arte, se dedica a crear proyectos cada vez más elaborados para convertir el suicidio en un performance artístico cada vez más peligroso. En la misma ciudad se encuentra Milo (Sam Riley), quien tras sufrir una decepción amorosa empieza a obsesionarse con recuperar la inocencia del primer amor. Finalmente, Peter Esser (Bernard Hill) es un maduro pastor religioso que llega a la ciudad en busca de David, su hijo, quien recientemente escapó de la institución mental donde estaba bajo tratamiento.
Las cuatro historias, a pesar de no aparentar ninguna conexión entre si, terminan siendo parte de un todo que solo se revela luego de un final cargado de íntima violencia.
Visualmente la película es fascinante, pues contrasta lo mundano del Londres real con la atmósfera mortecina y oscura de Meanwhile City, recreando en esta última un ambiente fuertemente influenciado por el steampunk sin por ello renunciar a presentar un paisaje totalmente urbano y atemporal, resultando por momentos reminiscente del aspecto de la ciudad de Dark City o de la oscura opresión del Londres de V for Vendetta o de la Gotham City que Tim Burton crease en su versión de Batman.
Temáticamente hablando Franklyn resulta bastante ambiciosa, incluso tal vez demasiado para su propio bien.A través de sus cuatro protagonistas, todos ellos solitarios y atormentados de algún modo, McMorrow decide explorar las bases de la fantasía desde diferentes puntos, analizando como la fe y el amor pueden ser las dos fuerzas más poderosas detrás del escapismo psicológico. Desafortunadamente su habilidad para editar las transiciones entre ambos mundos y navegar de una historia a otra de manera fluida no logra ser igualada por su capacidad para mantener el ritmo narrativo constante, resultando en una película que por momentos es demasiado lenta en su desarrollo.
Lamentablemente se trata de otro caso en que la película no es mala, pero falla en los pequeños detalles que la pudieron haber hecho realmente buena. Estoy seguro de que una segunda vista puede ayudar a poner todas las piezas en su lugar proporcionando al espectador una experiencia más satisfactoria, razón por la que haré lo posible por conseguir el DVD para confirmarlo.
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