marzo 17, 2010

Shutter Island

Martin Scorsese es uno de los directores norteamericanos más respetados en la actualidad y con justa razón. Su filmografía está compuesta por una veintena de películas de diversos géneros y el nivel general de calidad siempre ha sido bastante alto, pudiendo incluso darse el lujo de decir que cuenta ya con algunos clásicos legados para la posteridad. A pesar de la variedad de géneros en que ha trabajado, el suspenso o el terror psicológico no son recurrentes en su obra, siendo Shutter Island el primer esfuerzo en ese sentido desde hace casi veinte años, cuando dirigiera el excelente remake de Cape Fear (Cabo de Miedo).

Shutter Island  (La Isla Siniestra) está ambientada en los 1950s y sigue a los marshalls federales Teddy Daniels (Leonardo DiCaprio) y Chuck Aule (Mark Ruffallo) mientras visitan el sanatorio Ashecliffe, un centro de retención para criminales mentalmente dañados. El hospital se encuentra en Shutter Island, una isla en las cercanías de Boston donde se construyó el hospital aprovechando unas instalaciones de la época de la guerra civil norteamericana. La razón de que se requiera la presencia de los oficiales en la isla es la misteriosa desaparición de una de las internas, quien aparentemente se desvaneció sin dejar rastro alguno a pesar de las fuertes medidas de seguridad existentes en las instalaciones de la isla.

Al llegar a la isla por protocolos de los centros penitenciarios se les recogen sus armas a ambos oficiales, quienes a regañadientas acceden a esta condición y se entrevistan con el médico a cargo de Ashecliffe, el doctor John Cawley (Ben Kingsley), quien a pesar de ofrecerse a prestarles toda la asistencia que requieran parece estar más preocupado por no permitirles hurgar demasiado en el funcionamiento interno del sanatorio. Esto despierta las sospechas del marshall Daniels, quien aparentemente tenía razones previas para considerar que algo raro ocurría en la isla con sus inusuales pacientes.

La investigación sobre la desaparición no tiene hacia donde ir. Imposibilitados de interrogar al médico encargado o de acceder a los registros de personal del hospital, los dos agentes empiezan a pensar que su presencia en la isla, pese a lo poco bienvenida que resultó, pudiese no ser una casualidad, empezando a temer por su seguridad y sus posibilidades de abandonar la isla.

La película tiene una atmósfera oscura y decadente, con un diseño de escenarios y vestuarios impresionante, recreando la época de la película de una manera asombrosa. Scorsese opta por contar la historia a un ritmo semilento pero lleno de intención, lo que da un cierto aire noir que resulta muy atractivo. La historia empieza a dar giros constantes, pasando de ser un misterio policial a un drama de conspiraciones y luego a un thriller psicológico, para después alternar de uno a otro entremezclándolos con una facilidad que solo años de experiencia tras la cámara pueden justificar.

La historia, a pesar de pasar un par de momentos donde requiere demasiada colaboración del espectador para sostenerse, funciona. Claro está que es más efectista que efectiva, jugando con la percepción que la audiencia tiene de la situación de maneras no muy creativas pero bien realizadas, lo que ayuda a que al final salga bien librada. Tratándose de una película de Martin Scorsese creo que quedó a deber, pues termina siendo más un ejercicio estilístico que un arriesgado proyecto narrativo como los que acostumbrara hacer el buen Marty hace algunos años.

Es de destacar el buen nivel de actuaciones con que cuenta la cinta, pues además de los tres actores antes mencionados aparecen como soporte Max Von Sydow, Patricia Clarkson, Ted Levine, Michelle Williams, Elias Koteas, Emily Mortimer, John Carroll Lynch y el cada vez más prominente Jackie Earle Haley. La combinación de buena dirección con buenas actuaciones y una excelente ambientación ayuda a que el flojo guión de la película se convierta en una preocupación menor, permitiendo que Shutter Island resulte lo suficientemente interesante y entretenida como para valer las casi dos horas y media que requiere del espectador. Sin embargo, es sin duda una obra menor dentro de la filmografía de Scorsese, quien tal debiera pensar en algún proyecto especial para reavivar su carrera antes de caer de lleno en la autocomplacencia.

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