De Arturo Pérez-Reverte he comentado por aquí los primeros cuatro libros de Las Aventuras del Capitán Alatriste -saga que tengo olvidada a últimas fechas pero espero retomar y finalizar en los próximos meses-, y anteriormente a eso solo había leído La Tabla de Flandes. Obviamente existen muchas diferencias entre esas novelas y Territorio Comanche, que pese a tratarse también de una obra de ficción, está mayormente basada en sus memorias y experiencias acumuladas durante los más de veinte años en que sirvió como corresponsal de guerra en diversos conflictos entre 1973 y 1994.
La novela tiene una trama mínima, siguiendo a dos corresponsales españoles, Barles y Márquez, reportero y camarógrafo, respectivamente, mientras cubren el conflicto en la ex-Yugoslavia. Ambos se encuentran estacionados a unos cuantos metros del puente de Bijelo Polje a la espera de que los croatas que van en retirada lo vuelen para detener el avance de las tropas bosnio-musulmanas. Su interés radica en el hecho de que nadie ha conseguido captar en cámara el momento de la detonación de un puente y el tema se ha convertido en una obsesión para Márquez. Toda la acción del libro transcurre durante esa tarde pero incluye anécdotas y recuerdos que los protagonistas sobre sus experiencias en esa y otras guerras.
A pesar de tratarse de un relato ficticio, muchas de las anécdotas y remembranzas involucran a periodistas reales de diferentes países, y considero seguro asumir que se trata de anécdotas reales presenciadas por el autor durante sus años en el oficio. La novela es bastante breve pero jamás me atrevería a llamarla ligera, pues la forma en que Pérez-Reverte se acerca al tema de la guerra es la más humana con que me encontrado hasta ahora en cualquier libro, documental o película, limitándose a hacer observaciones de hechos y dejando que estos sean los que traten sobre la condición humana y los extremos de conducta y moral que se pueden vivir en medio de un conflicto militar.
El título del libro hace referencia a la jerga con que los periodistas se refieren a internarse en la zona del conflicto. Agrego aquí una cita porque creo que el autor lo explica mucho mejor que yo:
Pues eso. Altamente recomendada.
La novela tiene una trama mínima, siguiendo a dos corresponsales españoles, Barles y Márquez, reportero y camarógrafo, respectivamente, mientras cubren el conflicto en la ex-Yugoslavia. Ambos se encuentran estacionados a unos cuantos metros del puente de Bijelo Polje a la espera de que los croatas que van en retirada lo vuelen para detener el avance de las tropas bosnio-musulmanas. Su interés radica en el hecho de que nadie ha conseguido captar en cámara el momento de la detonación de un puente y el tema se ha convertido en una obsesión para Márquez. Toda la acción del libro transcurre durante esa tarde pero incluye anécdotas y recuerdos que los protagonistas sobre sus experiencias en esa y otras guerras.
A pesar de tratarse de un relato ficticio, muchas de las anécdotas y remembranzas involucran a periodistas reales de diferentes países, y considero seguro asumir que se trata de anécdotas reales presenciadas por el autor durante sus años en el oficio. La novela es bastante breve pero jamás me atrevería a llamarla ligera, pues la forma en que Pérez-Reverte se acerca al tema de la guerra es la más humana con que me encontrado hasta ahora en cualquier libro, documental o película, limitándose a hacer observaciones de hechos y dejando que estos sean los que traten sobre la condición humana y los extremos de conducta y moral que se pueden vivir en medio de un conflicto militar.
El título del libro hace referencia a la jerga con que los periodistas se refieren a internarse en la zona del conflicto. Agrego aquí una cita porque creo que el autor lo explica mucho mejor que yo:
Era lo que ellos llamaban territorio comanche en jerga del oficio. Para un reportero en una guerra, ese es el lugar donde el instinto dice que pares el coche y des media vuelta. El lugar donde los caminos están desiertos y las casas son ruinas chamuscadas; donde siempre parece a punto de anochecer y caminas pegado a las paredes, hacia los tiros que suenan a lo lejos, mientras escuchas el ruido de tus pasos sobre los cristales rotos. El suelo de las guerras esta siempre cubierto de cristales rotos. Territorio comanche es allí donde los oyes crujir bajo tus botas, y aunque no ves a nadie sabes que te están mirando. Donde no ves los fusiles, pero los fusiles sí te ven a tí.
Pues eso. Altamente recomendada.
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