Desde que en 1999 The Blair Witch Project se convirtiera en un fenómeno mundial de taquilla, muchos directores han buscado replicar su éxito utilizando el mismo modo económico de filmación: con cámaras de video, actores debutantes y locaciones ordinarias. Los resultados han variado, pero en general estas películas suelen acusar de una severa falta de originalidad, limitándose a preparar sobresaltos para el espectador y dejando que la historia se convierta en un simple pretexto para los mismos. Supongo que esa es la razón por la que, a pesar de sus defectos y problemas, encontré a The Last Exorcism (El Último Exorcismo) por lo menos refrescante.
La película retoma la idea de tratarse de material filmado para un documental, pero lo hace con la misma seriedad que caracterizó a la mencionada BWP. El presunto equipo de filmación está realizando un documental sobre el reverendo Cotton Marcus (Patrick Fabian), un pastor reconocido y estimado en algunas partes del sureste de los Estados Unidos. Marcus es, para ser religioso, bastante cínico. Durante años ha realizado toda clase de servicios religiosos, incluyendo exorcismos, aún a pesar de que él mismo no cree en la existencia de demonios. Para él, las supuestas posesiones no son más que un reflejo de los problemas de la gente, quienes buscan atribuir sus males a fuerzas más allá de su control.
Marcus se siente hasta cierto punto culpable luego de años de realizar exorcismos, y tras enterarse de una presunta iniciativa del Vaticano para crear una escuela de exorcistas, decide que ha tenido suficiente y que ya no desea seguir cobrando por realizar un acto que a su juicio resulta innecesario y carece de una razón de ser. Por eso decidió permitir que Iris (Iris Bahr) y su camarógrafo lo acompañasen durante sus sermones y servicios, preparándose además para realizar su último exorcismo. De entre su correspondencia selecciona al azar una solicitud de ayuda, prepara su equipo, y se dirige con sus acompañantes hacia algún remoto pueblo en medio de la Louisiana rural.
Quien solicitó su asistencia fue Louis Sweetzer (Louis Herthum), un granjero con problemas de alcoholismo e ideas profundamente fundamentalistas, quien está convencido de que su adolescente hija Nell (Ashley Bell) está poseída por un demonio, y que cada vez que este toma el control asesina a parte de su ganado. El reverendo Marcus estudia los hechos y realiza los preparativos para el exorcismo, mostrando en cámara algunos de los elementos que utiliza para engañar a su crédulos "clientes". Tras explicarle a Louis los detalles acerca del demonio que habita en Nell, Marcus solo enfrenta el aún más cínico escepticismo de Caleb (Caleb Jones), el hermano de Nell, quien sabe que el exorcismo es un fraude pero está dispuesto a dejarlo pasar si con eso tranquiliza a su padre.
Haciendo gala de su habilidad como showman, el Reverendo Marcus efectua un exorcismo lleno de efectos especiales. Concluída su labor cobra su dinero y junto con Iris y el camarógrafo se retira a un motel a algunos kilómetros de la granja, pensando que el caso de la granja Sweetzer y su carrera como exorcista son ya parte de su pasado, pero un inesperado giro en los eventos lo llevará a cuestionarse su vocación, su fe, y su sanidad misma mientras lidia con la verdad detrás de la posesión de Nell Sweetzer.
Como mencioné antes, lo que más me gustó de la película fue la disciplina con que el director, Daniel Stamm, se apegó a su plan de filmación, manejando todo como si fuese un documental hasta el último momento. Al final me parece que se queda un poco corto de lo que pudo lograr, pero en términos generales me parece una película bastante cumplidora.
La película retoma la idea de tratarse de material filmado para un documental, pero lo hace con la misma seriedad que caracterizó a la mencionada BWP. El presunto equipo de filmación está realizando un documental sobre el reverendo Cotton Marcus (Patrick Fabian), un pastor reconocido y estimado en algunas partes del sureste de los Estados Unidos. Marcus es, para ser religioso, bastante cínico. Durante años ha realizado toda clase de servicios religiosos, incluyendo exorcismos, aún a pesar de que él mismo no cree en la existencia de demonios. Para él, las supuestas posesiones no son más que un reflejo de los problemas de la gente, quienes buscan atribuir sus males a fuerzas más allá de su control.
Marcus se siente hasta cierto punto culpable luego de años de realizar exorcismos, y tras enterarse de una presunta iniciativa del Vaticano para crear una escuela de exorcistas, decide que ha tenido suficiente y que ya no desea seguir cobrando por realizar un acto que a su juicio resulta innecesario y carece de una razón de ser. Por eso decidió permitir que Iris (Iris Bahr) y su camarógrafo lo acompañasen durante sus sermones y servicios, preparándose además para realizar su último exorcismo. De entre su correspondencia selecciona al azar una solicitud de ayuda, prepara su equipo, y se dirige con sus acompañantes hacia algún remoto pueblo en medio de la Louisiana rural.
Quien solicitó su asistencia fue Louis Sweetzer (Louis Herthum), un granjero con problemas de alcoholismo e ideas profundamente fundamentalistas, quien está convencido de que su adolescente hija Nell (Ashley Bell) está poseída por un demonio, y que cada vez que este toma el control asesina a parte de su ganado. El reverendo Marcus estudia los hechos y realiza los preparativos para el exorcismo, mostrando en cámara algunos de los elementos que utiliza para engañar a su crédulos "clientes". Tras explicarle a Louis los detalles acerca del demonio que habita en Nell, Marcus solo enfrenta el aún más cínico escepticismo de Caleb (Caleb Jones), el hermano de Nell, quien sabe que el exorcismo es un fraude pero está dispuesto a dejarlo pasar si con eso tranquiliza a su padre.
Haciendo gala de su habilidad como showman, el Reverendo Marcus efectua un exorcismo lleno de efectos especiales. Concluída su labor cobra su dinero y junto con Iris y el camarógrafo se retira a un motel a algunos kilómetros de la granja, pensando que el caso de la granja Sweetzer y su carrera como exorcista son ya parte de su pasado, pero un inesperado giro en los eventos lo llevará a cuestionarse su vocación, su fe, y su sanidad misma mientras lidia con la verdad detrás de la posesión de Nell Sweetzer.
Como mencioné antes, lo que más me gustó de la película fue la disciplina con que el director, Daniel Stamm, se apegó a su plan de filmación, manejando todo como si fuese un documental hasta el último momento. Al final me parece que se queda un poco corto de lo que pudo lograr, pero en términos generales me parece una película bastante cumplidora.
Coincido bastante con lo que dices, y no creo que sea sólo refrescante dentro del género del falso documental de terror sino también dentro del género de exorcismos que en los últimos años se ha vuelto casi un chiste. Aunque también me parece que su principal problema es que detrás de la seriedad del asunto inicial (que además me pareció una fantástica vuelta de tuerca al tema) le faltó más fuerza al elemento de terror, limitándolo a unos pocos momentos de tensión no siempre del todo bien logrados. Y es que después de que vimos ya a la chica en acción, la película no tiene mucho más que ofrecernos.
ResponderBorrarSaludos.