Una de las desventajas de atrasarme tanto con mis reseñas es que llega el momento en que se vuelven totalmente irrelevantes en el caso de ciertas películas. Con esto no quiero decir que me parezca que hacerlas de manera puntual les da una importancia o relevancia particular, pues soy consciente de que no es así. De hecho, ante la ausencia de comentarios y considerando que no me gusta monitorear estadísticas, podría asumir que nadie las lee y ello no me causaría conflicto alguno.
El problema es que me consta que si hay quien las lee y, lo que es más, que suelen valorar mi opinión a la hora de decidir que ver en el cine o que no. Y eso es una responsabilidad muy grande, a la cual le he estado sacando la vuelta sin remordimiento alguno. Por eso me mortifica un poco no haber comentado antes The Artist, misma que vi antes de la entrega de los Oscar y el revuelo que se generase alrededor de ella.
Michel Hazanavicius es un director que hasta hace unos meses era un virtual desconocido, habiendo dirigido apenas un puñado de producciones independientes de entre las que lo más destacado era una película de humor en tono de parodia protagonizada por el igualmente desconocido Jean Dujardin.
The Artist cuenta la historia de George Valentin (Dujardin), un actor de cine mudo quien goza de todo el éxito y la admiración que cualquiera pudiese desear, y de los cambios que se dan en su vida cuando aparece la primera gran revolución tecnológica en el cine con la llegada del cine sonoro. Valentin está convencido de que se trata de una moda pasajera que no durará, pero sde encuentra en la minoría, pues todos ven ahí el futuro de la industria.
De manera paralela, Peppy Miller (Bérénice Bejo) es una joven aspirante a actriz de Hollywoodland quien se convierte en una celebridad momentánea tras un encuentro fortuito con Valentin. Al poco tiempo consigue su primer papel e inicia su carrera. Por azares del destino, la primera aparición protagónica de Peppy -en una producción sonora, claro- será estrenada el mismo día que la nueva aventura muda de George.
El contraste entre el éxito y despegue de la carrera de ella y el hundimiento de la de él es estrepitoso. George poco a poco se hunde en la desesperación y el abandono, la depresión económica y el fracaso de la película que él mismo se produjo lo han dejado en la ruina y sin voluntad de vivir, en tanto que Peppy se convierte en una superestrella que, en secreto, intenta cuidar del antiguo ídolo con la colaboración de su viejo mayordomo (James Cromwell) y un poco de ayuda de un simpático perrito.
Bien podría decirse que The Artist es una historia de amor al más clásico estilo Hollywood, aunque a mi parecer es más grande el romance entre Hazanavicius y el cine de aquella primera época que el que existe entre los dos protagonistas de la película. La película resulta bastante inusual, no solo porque está en blanco y negro, si no porque además es mayormente silente, lo que habla del nivel de homenaje que el director francés quiso realizar con ella.
La filmación se hizo en unas cuantas semanas utilizando algunos de los sets más viejos y tradicionales, con un aspecto de imagen idéntico al usado en los 1920s y sin hacer uso de encuadres o técnicas de edición que no existiesen en aquel entonces.
Vamos, ni siquiera hay un solo zoom en toda la película que, curiosamente, entre las pocas líneas que contiene empieza con un "¡Corte!" y termina con "¡Acción!"
La historia es simple pero bien contada, y los actores cumplen a la perfección al emular el estilo de los actores mudos, recurriendo a gesticulaciones y manerismos exagerados para dar énfasis a sus acciones. The Artist es una película cuidadosamente realizada para homenajear a los pioneros de la historia, sin mayores pretensiones que entretener a la audiencia recordando tiempos más inocentes.
Ya comenté en otra entrada que no me sorprende que le hayan dado el Oscar y expuse las razones por las que encontraba el sentido en semejante decisión, así como también mi creciente convicción en que el Oscar jamás debe verse como el premio a lo mejor del año en una industria cuyo principal objetivo es el entretenimiento, y que además trata sobre algo en lo que el gusto es algo totalmente subjetivo. Dicho lo anterior, la película me gustó por lo que es y no esperaba nada más.
Bastante recomendable.
El problema es que me consta que si hay quien las lee y, lo que es más, que suelen valorar mi opinión a la hora de decidir que ver en el cine o que no. Y eso es una responsabilidad muy grande, a la cual le he estado sacando la vuelta sin remordimiento alguno. Por eso me mortifica un poco no haber comentado antes The Artist, misma que vi antes de la entrega de los Oscar y el revuelo que se generase alrededor de ella.
Michel Hazanavicius es un director que hasta hace unos meses era un virtual desconocido, habiendo dirigido apenas un puñado de producciones independientes de entre las que lo más destacado era una película de humor en tono de parodia protagonizada por el igualmente desconocido Jean Dujardin.
The Artist cuenta la historia de George Valentin (Dujardin), un actor de cine mudo quien goza de todo el éxito y la admiración que cualquiera pudiese desear, y de los cambios que se dan en su vida cuando aparece la primera gran revolución tecnológica en el cine con la llegada del cine sonoro. Valentin está convencido de que se trata de una moda pasajera que no durará, pero sde encuentra en la minoría, pues todos ven ahí el futuro de la industria.
De manera paralela, Peppy Miller (Bérénice Bejo) es una joven aspirante a actriz de Hollywoodland quien se convierte en una celebridad momentánea tras un encuentro fortuito con Valentin. Al poco tiempo consigue su primer papel e inicia su carrera. Por azares del destino, la primera aparición protagónica de Peppy -en una producción sonora, claro- será estrenada el mismo día que la nueva aventura muda de George.
El contraste entre el éxito y despegue de la carrera de ella y el hundimiento de la de él es estrepitoso. George poco a poco se hunde en la desesperación y el abandono, la depresión económica y el fracaso de la película que él mismo se produjo lo han dejado en la ruina y sin voluntad de vivir, en tanto que Peppy se convierte en una superestrella que, en secreto, intenta cuidar del antiguo ídolo con la colaboración de su viejo mayordomo (James Cromwell) y un poco de ayuda de un simpático perrito.
Bien podría decirse que The Artist es una historia de amor al más clásico estilo Hollywood, aunque a mi parecer es más grande el romance entre Hazanavicius y el cine de aquella primera época que el que existe entre los dos protagonistas de la película. La película resulta bastante inusual, no solo porque está en blanco y negro, si no porque además es mayormente silente, lo que habla del nivel de homenaje que el director francés quiso realizar con ella.
La filmación se hizo en unas cuantas semanas utilizando algunos de los sets más viejos y tradicionales, con un aspecto de imagen idéntico al usado en los 1920s y sin hacer uso de encuadres o técnicas de edición que no existiesen en aquel entonces.
Vamos, ni siquiera hay un solo zoom en toda la película que, curiosamente, entre las pocas líneas que contiene empieza con un "¡Corte!" y termina con "¡Acción!"
La historia es simple pero bien contada, y los actores cumplen a la perfección al emular el estilo de los actores mudos, recurriendo a gesticulaciones y manerismos exagerados para dar énfasis a sus acciones. The Artist es una película cuidadosamente realizada para homenajear a los pioneros de la historia, sin mayores pretensiones que entretener a la audiencia recordando tiempos más inocentes.
Ya comenté en otra entrada que no me sorprende que le hayan dado el Oscar y expuse las razones por las que encontraba el sentido en semejante decisión, así como también mi creciente convicción en que el Oscar jamás debe verse como el premio a lo mejor del año en una industria cuyo principal objetivo es el entretenimiento, y que además trata sobre algo en lo que el gusto es algo totalmente subjetivo. Dicho lo anterior, la película me gustó por lo que es y no esperaba nada más.
Bastante recomendable.
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