Siete años pasaron para que Warner Bros. decidiera que era hora de volver a intentar llevar a Superman a la gran pantalla, y lo hicieron buscando apartarse lo más posible del tono y estilo de su intento anterior, Superman Returns. Lo consiguieron, pero tras haber visto el resultado, Man of Steel, no estoy seguro de que se trate de algo necesariamente positivo. Pensando en duplicar el éxito obtenido por Christopher Nolan con su trilogía de películas de Batman, el estudio contrato al director y productor para que se encargase de supervisar el proyecto. Como era de esperarse, Nolan llevó a bordo a David S. Goyer, guionista conocido en Hollywood por, según ellos, su amplio conocimiento de comics y sus personajes. Una vez que se eligió a Zack Snyder para encabezar el proyecto, Nolan pasó a ser una figura simbólica y dejó el control creativo del proyecto en manos de Goyer y Snyder.
Normalmente diria que cualquier proyecto que se sacude la mano directa de Nolan tiene oportunidades de mejorar por esa sola situación, pero en este caso, debido al personal involucrado, no creo que sea así.
Man of Steel abre con una espectacular secuencia que nos muestra a Krypton, planeta que alberga a una avanzada civilización extraterrestre, enfrentando un potencial cataclismo. La desesperada situación provoca una revuelta de parte de un sector de la milicia, al tiempo que el científico más reconocido del planeta ha tomado una drástica decisión. Las agendas de los militares, encabezados por el General Zod (Michael Shannon), y de Jor-El (Russell Crowe), el científico, son opuestas, llevando a un enfrentamiento entre ambos hombres. Jor-El y su esposa acaban de tener un bebé, y han decidido enviar a su hijo fuera del planeta, con la esperanza de que algún día pueda reconstruir la gloria de Krypton en otra parte del Universo. Para ello necesitan un códex, mismo que los militares también desean obtener a fin de corregir los errores en la sociedad kryptoniana.
La rebelión de Zod es aplastada y Jor-El envía a su hijo al espacio. Zod y sus asociados son condenados a un agujero negro artificial, y poco después Krypton es destruido como consecuencia de los errores cometidos por sus dirigentes, dejando en libertad a Zod y sus cómplices. Mientras tanto, la nave que lleva a Kal-El, el hijo de Jor-El, cae en la Tierra, donde es recogida por Martha y Jonathan Kent (Diane Lane y Kevin Costner), quienes crían al niño como si fuera suyo.
Al correr de los años descubren que éste tiene habilidades y poderes que lo separan de los seres humanos, por lo que lo crían con un sentido de urgencia de ocultar su verdadera naturaleza a como de lugar. Al alcanzar la edad adulta, Kal (Henry Cavill), llamado Clark por sus padres adoptivos, se lanza a un viaje de autodescubrimiento, tratando de descifrar los misterios detrás de su origen y de encontrar su lugar y objetivo en el mundo.
Al descubrir su origen gracias a tecnología de su planeta natal, Kal atrae la atención de Lois Lane (Amy Adams), una exitosa periodista quien empieza a seguir los pasos del misterioso hombre que ha dejado tras de si una serie de incidentes inexplicables, y también de Zod, quien a la distancia detecta el uso de tecnología kryptoniana. Zod llega a la Tierra y amenaza con destruir el planeta si Kal no se revela y entrega a él. Kal decide hacerlo por el bien de su hogar adoptivo, pero tras descubrir que Zod piensa acabar con la Tierra de todos modos decide usar sus poderes para enfrentar a los presuntos conquistadores, iniciando un conflicto de grandes proporciones entre los kryptonianos.
La película tiene una gran cantidad de errores e inconsistencias en el guión, con una historia poco clara y un mal desarrollo de los personajes. A pesar de contar con un atractivo diseño de producción y espectaculares -si bien no siempre claras o fáciles de apreciar- secuencias de acción, la película fracasa en muchos aspectos.
Tal vez el más importante sea el de establecer a su protagonista como el héroe de la historia, pues la falta de desarrollo del personaje termina por mostrarnos a un ser con poderes y habilidades superhumanas, pero sin una guía moral que lo distinga de los invasores a quienes enfrenta. Pareciera que Goyer y Snyder hayan decidido no construir al personaje y dejar que la audiencia asumiera que se trata de Superman, y por tanto es el bueno de la historia.
Narrativamente se abusa de una serie de flashbacks para mostrar momentos importantes en la infancia y juventud de Kal, pero suelen ser pedazos inconsistentes con lo que está ocurriendo en el presente, y no contribuyen en nada a crear la idea de que el joven huérfano haya recibido una educación que le permita convertirse en el héroe que se supone es. La relación con su padre adoptivo es conflictiva y en ningún momento explica el desarrollo del carácter de Kal. El último tercio de la película se convierte en una sucesión de peleas a gran escala, donde ninguno de los participantes se preocupa ni por el daño colateral, ni por las víctimas resultantes de su titánico enfrentamiento, fallando una vez más en presentar claramente la diferencia entre los supuestos héroe y villano de la historia.
Para muchos sonará extraño que busque congruencia o lógica dentro de una historia de superhéroes, pero no me parece que una cosa contradiga a la otra. Entiendo la función básica de la suspensión de la incredulidad, requisito indispensable para aceptar situaciones fantásticas y poco realistas como las que se presentan en una película de género, pero el problema aquí es que la historia no es congruente consigo misma, pues no intenta plantearse reglas, o peor aún, lo hace y no las respeta, cayendo en contradicciones e incongruencias tan flagrantes que impiden que sean ignoradas. La personalidad del protagonista parece haber sido construida a capricho de Goyer y Snyder, comportándose de acuerdo a lo que quieren mostrar en pantalla sin importar lo que ellos mismos plantearon con los flashbacks y el viaje de autodescubrimiento.
Aparentemente la mayor lección moral que el personaje recibió al crecer es que el secreto de su origen vale más que cualquier vida humana, y esto se refleja al ver a un ser superpoderoso participar en una destructiva batalla sin mostrar la menor preocupación por la gente a su alrededor, a menos, claro, que se trate de su madre o de la atractiva reportera hacia quien parece haber desarrollado un repentino e inexplicable enamoramiento.
La batalla crece en intensidad, pero de una manera vacía y efectista, sin lidiar con las causas y consecuencias de semejante destrucción y concentrándose en escalar el conflicto entre los dos kryptonianos hasta una situación crítica que llevará al protagonista a tomar una drástica decisión que lo marcará de por vida. El problema es que es tanta la concentración en llegar a esa extrema situación final, que Goyer y Snyder lo hacen de una manera aprresurada y mal planificada, obteniendo una secuencia final impactante y controvertida, pero vacía y mal ejecutada.
Man of Steel no es una mala película. De hecho, creo que un par de ajustes menores podría ser considerada como una buena película de ciencia ficción, con una espectacular visión de lo que podría ser un primer contacto con una civilización extraterrestre agresiva y más avanzada. El problema es que no hay forma alguna de considerarla como una buena película de superhéroes, porque es imposible encontrar en ella a un sólo personaje que pueda ser descrito como un héroe.
De hecho, sopesando los actos que lo vemos realizando a lo largo de la película, me atrevería a decir que el gran villano de la historia es Kal. Me parece importante aclarar que no se trata de una cuestión de verme como un purista y quejarme de que esta versión de Superman no sea como el Superman de los comics o no se parezca a la visión del personaje con la que yo crecí. Si se quisiera llevar la discusión en ese sentido, basta con analizar un poco la historia para darse cuenta de que si se cambiasen los nombres de Krypton, Kal-El y Clark Kent por otros diferentes, la historia funcionaría sin mayor problema y sin que nadie tenga la idea preconcebida de que el protagonista sea un héroe o un personaje con una moral superior. ¿Para qué hacer una película de Superman, si no deseas que se comporte como Superman?
Algo que fue muy criticado de la visión que Bryan Singer presentó del personaje en Superman Returns fue su insistencia en equiparar a Superman con una figura mesiánica, y sin embargo eso es algo que persiste en Man of Steel, incluso de una manera más obvia que en aquella película. El problema es que si la idea del martir no funcionaba emparejada a una versión más tradicional del personaje, usarla con una versión egoísta e inmadura como la que se usa aquí es francamente ridículo y carece de todo sentido. Más arriba comenté que podría tratarse de una buena película de ciencia ficción, pero incluso bajo ese enfoque existen muchos problemas dentro de la historia.
En el primer tercio de la cinta se hace un esfuerzo consciente por explicar algunas reglas y dar un fundamento pseudo-científico para explicar algunas situaciones dentro de la historia, lo cual me parece algo loable. El problema es que en la parte final de la película todo mundo parece olvidarse de las reglas planteadas e ignorarlas a favor de algo que luzca espectacular en la pantalla, y eso es una marca de un mal trabajo del guionista. Habrá quien argumente que el responsable del producto final es el director de la película, y es verdad. Pero en el caso de Snyder sabemos que se trata de un director completamente visual, y que suele concentrarse en lo que quiere mostrar en pantalla y no en contar una historia. Y es por ello que yo pongo la responsabilidad en Goyer.
El supuesto experto en comics residente en Hollywood escribió un guión flojo y disparejo, lleno de agujeros argumentales y contradicciones. Que ha leído muchos comics me queda claro, pues incluso hay un par de monólogos que extrajo palabra por palabra de dos comics diferentes. Uno de ellos, original de Mark Waid, lo pone en boca de Jonathan Kent, mientras que el otro, obra de Geoff Johns, lo deja a Jor-El, y puede que se trate de los mejores parlamentos en toda la película. Pero si se les analiza por separado nos daremos cuenta que cada uno de ellos pertenece a un personaje que no tiene nada que ver con el que estamos viendo en pantalla, pues sus palabras contradicen sus acciones. Algunos de los parlamentos en la película son tan malos que duele pensar que los escribió un guionista profesional, y el hecho de que estos no hayan sido alterados durante la filmación no hace más que confirmar mi valoración de las habilidades como director de Zack Snyder.
Las actuaciones son disparejas, pero esto se debe más a la inconsistencia del guión que a la incapacidad de los actores. Henry Cavill hace un buen trabajo con la personalidad dual de Clark Kent/Kal-El, y me gustaría pensar que pudo ser un Superman memorable con el guión adecuado, mientras que Amy Adams tuvo la suerte de interpretar al personaje con mayor grado de desarrollo en toda la película e hizo un trabajo más que competente en el papel de lois Lane.
Michael Shannon es un buen actor a quien el guión no le permitió espacio de maniobra, y termina convertido en un villano unidimensional, en tanto que el resto del elenco sólo funciona como cartones sin personalidad leyendo desangeladas líneas que no hacen nada ni por desarrollar a los personajes ni por avanzar la historia. En términos generales me parece que Man of Steel es, más que una mala película, una oportunidad desperdiciada.
Su recaudación en taquilla estuvo muy lejos del fenomenal éxito financiero de la trilogía de Batman de Nolan o de los productos más recientes de Marvel, pero fue lo suficientemente sólida como para asegurar la posibilidad de una secuela, misma que fue aprobada incluso antes del estreno de la película. Ojalá que se trabaje para corregir los problemas que tuvo esta primera aventura y que en DC entiendan que el que un guionista lea comics no lo convierte en un experto en el tema, o que el hecho de que la historia esté basada en una historieta no implica que no deba estar bien escrita, pues eso sólo confirma la ignorancia acerca de un medio narrativo al que los estudios ven simplemente como una fuente de licencias y propiedades.
Me gustaría decir que Man of Steel es una película recomendable, pero ese no es el caso y sería irresponsable de mi parte decir que es así. Sólo para los fans incondicionales del personaje y/o de las versiones oscuras y 'realistas' que Nolan y compañía producen bajo los nombres de los personajes de DC Comics.
Normalmente diria que cualquier proyecto que se sacude la mano directa de Nolan tiene oportunidades de mejorar por esa sola situación, pero en este caso, debido al personal involucrado, no creo que sea así.
Man of Steel abre con una espectacular secuencia que nos muestra a Krypton, planeta que alberga a una avanzada civilización extraterrestre, enfrentando un potencial cataclismo. La desesperada situación provoca una revuelta de parte de un sector de la milicia, al tiempo que el científico más reconocido del planeta ha tomado una drástica decisión. Las agendas de los militares, encabezados por el General Zod (Michael Shannon), y de Jor-El (Russell Crowe), el científico, son opuestas, llevando a un enfrentamiento entre ambos hombres. Jor-El y su esposa acaban de tener un bebé, y han decidido enviar a su hijo fuera del planeta, con la esperanza de que algún día pueda reconstruir la gloria de Krypton en otra parte del Universo. Para ello necesitan un códex, mismo que los militares también desean obtener a fin de corregir los errores en la sociedad kryptoniana.
La rebelión de Zod es aplastada y Jor-El envía a su hijo al espacio. Zod y sus asociados son condenados a un agujero negro artificial, y poco después Krypton es destruido como consecuencia de los errores cometidos por sus dirigentes, dejando en libertad a Zod y sus cómplices. Mientras tanto, la nave que lleva a Kal-El, el hijo de Jor-El, cae en la Tierra, donde es recogida por Martha y Jonathan Kent (Diane Lane y Kevin Costner), quienes crían al niño como si fuera suyo.
Al correr de los años descubren que éste tiene habilidades y poderes que lo separan de los seres humanos, por lo que lo crían con un sentido de urgencia de ocultar su verdadera naturaleza a como de lugar. Al alcanzar la edad adulta, Kal (Henry Cavill), llamado Clark por sus padres adoptivos, se lanza a un viaje de autodescubrimiento, tratando de descifrar los misterios detrás de su origen y de encontrar su lugar y objetivo en el mundo.
Al descubrir su origen gracias a tecnología de su planeta natal, Kal atrae la atención de Lois Lane (Amy Adams), una exitosa periodista quien empieza a seguir los pasos del misterioso hombre que ha dejado tras de si una serie de incidentes inexplicables, y también de Zod, quien a la distancia detecta el uso de tecnología kryptoniana. Zod llega a la Tierra y amenaza con destruir el planeta si Kal no se revela y entrega a él. Kal decide hacerlo por el bien de su hogar adoptivo, pero tras descubrir que Zod piensa acabar con la Tierra de todos modos decide usar sus poderes para enfrentar a los presuntos conquistadores, iniciando un conflicto de grandes proporciones entre los kryptonianos.
La película tiene una gran cantidad de errores e inconsistencias en el guión, con una historia poco clara y un mal desarrollo de los personajes. A pesar de contar con un atractivo diseño de producción y espectaculares -si bien no siempre claras o fáciles de apreciar- secuencias de acción, la película fracasa en muchos aspectos.
Tal vez el más importante sea el de establecer a su protagonista como el héroe de la historia, pues la falta de desarrollo del personaje termina por mostrarnos a un ser con poderes y habilidades superhumanas, pero sin una guía moral que lo distinga de los invasores a quienes enfrenta. Pareciera que Goyer y Snyder hayan decidido no construir al personaje y dejar que la audiencia asumiera que se trata de Superman, y por tanto es el bueno de la historia.
Narrativamente se abusa de una serie de flashbacks para mostrar momentos importantes en la infancia y juventud de Kal, pero suelen ser pedazos inconsistentes con lo que está ocurriendo en el presente, y no contribuyen en nada a crear la idea de que el joven huérfano haya recibido una educación que le permita convertirse en el héroe que se supone es. La relación con su padre adoptivo es conflictiva y en ningún momento explica el desarrollo del carácter de Kal. El último tercio de la película se convierte en una sucesión de peleas a gran escala, donde ninguno de los participantes se preocupa ni por el daño colateral, ni por las víctimas resultantes de su titánico enfrentamiento, fallando una vez más en presentar claramente la diferencia entre los supuestos héroe y villano de la historia.
Para muchos sonará extraño que busque congruencia o lógica dentro de una historia de superhéroes, pero no me parece que una cosa contradiga a la otra. Entiendo la función básica de la suspensión de la incredulidad, requisito indispensable para aceptar situaciones fantásticas y poco realistas como las que se presentan en una película de género, pero el problema aquí es que la historia no es congruente consigo misma, pues no intenta plantearse reglas, o peor aún, lo hace y no las respeta, cayendo en contradicciones e incongruencias tan flagrantes que impiden que sean ignoradas. La personalidad del protagonista parece haber sido construida a capricho de Goyer y Snyder, comportándose de acuerdo a lo que quieren mostrar en pantalla sin importar lo que ellos mismos plantearon con los flashbacks y el viaje de autodescubrimiento.
Aparentemente la mayor lección moral que el personaje recibió al crecer es que el secreto de su origen vale más que cualquier vida humana, y esto se refleja al ver a un ser superpoderoso participar en una destructiva batalla sin mostrar la menor preocupación por la gente a su alrededor, a menos, claro, que se trate de su madre o de la atractiva reportera hacia quien parece haber desarrollado un repentino e inexplicable enamoramiento.
La batalla crece en intensidad, pero de una manera vacía y efectista, sin lidiar con las causas y consecuencias de semejante destrucción y concentrándose en escalar el conflicto entre los dos kryptonianos hasta una situación crítica que llevará al protagonista a tomar una drástica decisión que lo marcará de por vida. El problema es que es tanta la concentración en llegar a esa extrema situación final, que Goyer y Snyder lo hacen de una manera aprresurada y mal planificada, obteniendo una secuencia final impactante y controvertida, pero vacía y mal ejecutada.
Man of Steel no es una mala película. De hecho, creo que un par de ajustes menores podría ser considerada como una buena película de ciencia ficción, con una espectacular visión de lo que podría ser un primer contacto con una civilización extraterrestre agresiva y más avanzada. El problema es que no hay forma alguna de considerarla como una buena película de superhéroes, porque es imposible encontrar en ella a un sólo personaje que pueda ser descrito como un héroe.
De hecho, sopesando los actos que lo vemos realizando a lo largo de la película, me atrevería a decir que el gran villano de la historia es Kal. Me parece importante aclarar que no se trata de una cuestión de verme como un purista y quejarme de que esta versión de Superman no sea como el Superman de los comics o no se parezca a la visión del personaje con la que yo crecí. Si se quisiera llevar la discusión en ese sentido, basta con analizar un poco la historia para darse cuenta de que si se cambiasen los nombres de Krypton, Kal-El y Clark Kent por otros diferentes, la historia funcionaría sin mayor problema y sin que nadie tenga la idea preconcebida de que el protagonista sea un héroe o un personaje con una moral superior. ¿Para qué hacer una película de Superman, si no deseas que se comporte como Superman?
Algo que fue muy criticado de la visión que Bryan Singer presentó del personaje en Superman Returns fue su insistencia en equiparar a Superman con una figura mesiánica, y sin embargo eso es algo que persiste en Man of Steel, incluso de una manera más obvia que en aquella película. El problema es que si la idea del martir no funcionaba emparejada a una versión más tradicional del personaje, usarla con una versión egoísta e inmadura como la que se usa aquí es francamente ridículo y carece de todo sentido. Más arriba comenté que podría tratarse de una buena película de ciencia ficción, pero incluso bajo ese enfoque existen muchos problemas dentro de la historia.
En el primer tercio de la cinta se hace un esfuerzo consciente por explicar algunas reglas y dar un fundamento pseudo-científico para explicar algunas situaciones dentro de la historia, lo cual me parece algo loable. El problema es que en la parte final de la película todo mundo parece olvidarse de las reglas planteadas e ignorarlas a favor de algo que luzca espectacular en la pantalla, y eso es una marca de un mal trabajo del guionista. Habrá quien argumente que el responsable del producto final es el director de la película, y es verdad. Pero en el caso de Snyder sabemos que se trata de un director completamente visual, y que suele concentrarse en lo que quiere mostrar en pantalla y no en contar una historia. Y es por ello que yo pongo la responsabilidad en Goyer.
El supuesto experto en comics residente en Hollywood escribió un guión flojo y disparejo, lleno de agujeros argumentales y contradicciones. Que ha leído muchos comics me queda claro, pues incluso hay un par de monólogos que extrajo palabra por palabra de dos comics diferentes. Uno de ellos, original de Mark Waid, lo pone en boca de Jonathan Kent, mientras que el otro, obra de Geoff Johns, lo deja a Jor-El, y puede que se trate de los mejores parlamentos en toda la película. Pero si se les analiza por separado nos daremos cuenta que cada uno de ellos pertenece a un personaje que no tiene nada que ver con el que estamos viendo en pantalla, pues sus palabras contradicen sus acciones. Algunos de los parlamentos en la película son tan malos que duele pensar que los escribió un guionista profesional, y el hecho de que estos no hayan sido alterados durante la filmación no hace más que confirmar mi valoración de las habilidades como director de Zack Snyder.
Las actuaciones son disparejas, pero esto se debe más a la inconsistencia del guión que a la incapacidad de los actores. Henry Cavill hace un buen trabajo con la personalidad dual de Clark Kent/Kal-El, y me gustaría pensar que pudo ser un Superman memorable con el guión adecuado, mientras que Amy Adams tuvo la suerte de interpretar al personaje con mayor grado de desarrollo en toda la película e hizo un trabajo más que competente en el papel de lois Lane.
Michael Shannon es un buen actor a quien el guión no le permitió espacio de maniobra, y termina convertido en un villano unidimensional, en tanto que el resto del elenco sólo funciona como cartones sin personalidad leyendo desangeladas líneas que no hacen nada ni por desarrollar a los personajes ni por avanzar la historia. En términos generales me parece que Man of Steel es, más que una mala película, una oportunidad desperdiciada.
Su recaudación en taquilla estuvo muy lejos del fenomenal éxito financiero de la trilogía de Batman de Nolan o de los productos más recientes de Marvel, pero fue lo suficientemente sólida como para asegurar la posibilidad de una secuela, misma que fue aprobada incluso antes del estreno de la película. Ojalá que se trabaje para corregir los problemas que tuvo esta primera aventura y que en DC entiendan que el que un guionista lea comics no lo convierte en un experto en el tema, o que el hecho de que la historia esté basada en una historieta no implica que no deba estar bien escrita, pues eso sólo confirma la ignorancia acerca de un medio narrativo al que los estudios ven simplemente como una fuente de licencias y propiedades.
Me gustaría decir que Man of Steel es una película recomendable, pero ese no es el caso y sería irresponsable de mi parte decir que es así. Sólo para los fans incondicionales del personaje y/o de las versiones oscuras y 'realistas' que Nolan y compañía producen bajo los nombres de los personajes de DC Comics.
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