La verdad, tenía más de una semana debatiendo conmigo mismo si iba a escribir algo sobre el tema o no. ¿Era una buena idea revivir este blog? Creo que sí, pero no sabía si hacerlo con el polémico tema del atentado a las oficinas de la revista francesa Charlie Hebdo era lo mejor. Seguro, al ser un tema polémico y "de moda", generaría clicks, pero esa nunca ha sido la razón para escribir ni aquí ni en ninguna otra parte.
Sin embargo, el sábado por la noche, durante la grabación del nuevo episodio del podcast de Comicverso, tocamos el tema, pero sólo de manera parcial, y decidí que había cosas que no me podía guardar. Total, no es como si alguien recuerde la existencia de este espacio, y puede ser muy útil ahora que he reestructurado el tiempo que dedico a blogs, además de recuperar la razón por la que lo abrí en primera instancia, cuando llevaba por nombre Get Out of my Head.
Cuando se difundió la noticia de que tres hombres armados habían irrumpido en las oficinas de la mencionada revista y disparado contra el personal de la misma, la indignación corrió por las redes sociales. Conforme se revelaron los detalles del ataque, y las razones de los agresores para asesinar a los caricaturistas y miembros del staff, las mismas notas de indignación comenzaron a tomar una forma diferente, agregando un 'pero', seguido de una apología de los agresores. "Que mal que los mataran, PERO...", "el terrorismo y la violencia están muy mal, PERO si ellos hubieran..."
¿Acaso hay alguna situación en que el homicidio sea justificable alegando una provocación?
Habrá quien diga que exagero, pero esa clase de comentarios, diciendo que sus burlas eran excesivas, o que sabían con quien se metían y que debían haber dejado de provocarlos, son el equivalente a decir que una mujer violada tuvo la culpa por haberse puesto minifalda o pantalones entallados, o que un hombre que fue asaltado es responsable de lo ocurrido, porque paseaba su reloj y su celular de forma ostentosa, además de que le gustaba salir de noche, lo que es una clara provocación a los delicuentes. También podríamos equipararlo a esos aficionados al deporte que no miden las consecuencias de ir al estadio portando la camiseta del equipo rival.
¿De verdad creen que haya ideas que valgan más que una vida humana?
Decir que bastaba con callarse y respetar las ideas y creencias de los demás es ridículo e inaceptable. Es una actitud equivalente a decir que al cerrar los ojos desaparecerán los problemas del mundo. Sugerir que es necesario respetar las creencias y religiones de los demás es una forma, como bien apunta Salman Rushdie, de manifestar que tememos a la religión. Más allá de cualquier supuesta espiritualidad, toda religión parece ser una serie de normas de conducta, una brújula moral que no admite argumentos o cuestionamientos, y es precisamente por ello que no debiera dársele tanta importancia.
Por otro lado, al alzar la voz para protestar, hay que tener cuidado de no irse al otro extremo. Aquellos que me siguen en redes sociales deben haberse dado cuenta de que escribí un poco al respecto, y que compartí algunas opiniones de gente como el mencionado Rushdie o los comediantes Rowan Atkinson y Patton Oswalt, pero también pueden haber notado que nunca utilicé el hashtag #JeSuisCharlie que tan popular se volvió esos días. Y es que condenar a los agresores no implica que estoy a favor del trabajo de los autores de la revista. Estoy a favor de que se les permita hacer su trabajo y expresar sus ideas, sin que ello implique que estoy de acuerdo con ellas, aún a pesar de que en sus páginas se han burlado por igual del islam que del cristianismo o el judaismo.
Por otro lado, al alzar la voz para protestar, hay que tener cuidado de no irse al otro extremo. Aquellos que me siguen en redes sociales deben haberse dado cuenta de que escribí un poco al respecto, y que compartí algunas opiniones de gente como el mencionado Rushdie o los comediantes Rowan Atkinson y Patton Oswalt, pero también pueden haber notado que nunca utilicé el hashtag #JeSuisCharlie que tan popular se volvió esos días. Y es que condenar a los agresores no implica que estoy a favor del trabajo de los autores de la revista. Estoy a favor de que se les permita hacer su trabajo y expresar sus ideas, sin que ello implique que estoy de acuerdo con ellas, aún a pesar de que en sus páginas se han burlado por igual del islam que del cristianismo o el judaismo.
Y es que no se trata de atacar a la religión como única culpable del problema. Es una reacción igual de cerrada y fundamentalista el condenar a todos los musulmanes por los actos de un grupo de terroristas, y basta con recordar que uno de los policías que resguardaban las oficinas de la revista era musulmán, y fue la primera víctima de los agresores. Por eso es importante hacer énfasis en esto: MUSULMÁN no es sinónimo de TERRORISTA. El verdadero problema es que todos los dogmas religiosos (y varios más que nada tienen que ver con la religión) se basan en no permitir ninguna clase de cuestionamiento y en explicar todo en el mundo con ilusiones y espejismos que no hacen más que crear un clima de ignorancia y enajenación que se convierte en campo fértil para el surgimiento de fundamentalistas, quienes llevan al extremo los preceptos de su ideología.
Eso es común en todas las religiones y sectas, sin importar que la mayoría de sus fieles sean moderados. Por cuestiones culturales, en Occidente se le da especial atención y difusión cuando está involucrada la nación islámica, pero se trata de una cuestión bastante generalizada. El problema en sí no es la religión, pero es imposible negar que ésta forma parte del origen del problema. Cualquier ideología sectaria puede llevar a situaciones similares. Mencioné antes a los aficionados al deporte, e incluso entre partidarios de distintos partidos políticos se llegan a dar enfrentamientos entre grupos de ideologías y formas de pensar diferentes. Es tan peligroso pensar que sólo existe un dios, y es el propio, como asumir una postura de nosotros vs. ellos haciendo una distinción entre quienes piensan como uno y quienes no.
Eso es común en todas las religiones y sectas, sin importar que la mayoría de sus fieles sean moderados. Por cuestiones culturales, en Occidente se le da especial atención y difusión cuando está involucrada la nación islámica, pero se trata de una cuestión bastante generalizada. El problema en sí no es la religión, pero es imposible negar que ésta forma parte del origen del problema. Cualquier ideología sectaria puede llevar a situaciones similares. Mencioné antes a los aficionados al deporte, e incluso entre partidarios de distintos partidos políticos se llegan a dar enfrentamientos entre grupos de ideologías y formas de pensar diferentes. Es tan peligroso pensar que sólo existe un dios, y es el propio, como asumir una postura de nosotros vs. ellos haciendo una distinción entre quienes piensan como uno y quienes no.
Entiendo lo deseable que resulta el ideal de vivir en paz y no buscar pleitos, pero me parece irresponsable pensar que el mundo será un mejor lugar si nos callamos la boca y dejamos que cada quien viva bajo su personal versión de la ignorancia. ¿Qué más da que haya quienes dejen morir a sus familias porque su religión prohibe los transplantes y transfusiones de sangre? ¿Por qué debiera importarnos que haya quien trate a su mujer peor que si fuese un objeto inanimado, sólo porque su religión le da ese derecho? Y es que tenemos una idea bastante equivocada de lo que es la tolerancia. Es francamente estúpido pedir tolerancia hacia la fé de alguien, sobre todo cuando éste no es capaz de mostrar tolerancia a las críticas emitidas por alguien más. Disculpar una reacción violenta argumentando una falta de respeto o una muestra de intolerancia es tan tonto que me sorprende que haya quien lo exprese en voz alta.
Más que tolerancia, debieramos aspirar a la diversidad. No se trata de tolerar que haya quien piense diferente, sino de aceptar que hay ideas diferentes en el mundo, y que el derecho a creer, por ejemplo, que nuestros actos son gobernados por los deseos de un invisible viejo gruñón que nos espía desde el cielo, es tan válido como el de creer que se trata de una estupidez digna de ser ridiculizada. Una cosa es reconocer que existen ideologías diferentes, y otra muy distinta el sentirse obligado a respetarlas. Asumir la diversidad de ideas y forma de pensar, no implica tolerar, y menos si esto último se convierte en un mero eufemismo para actuar de forma hipócrita o condescendiente.
Más que tolerancia, debieramos aspirar a la diversidad. No se trata de tolerar que haya quien piense diferente, sino de aceptar que hay ideas diferentes en el mundo, y que el derecho a creer, por ejemplo, que nuestros actos son gobernados por los deseos de un invisible viejo gruñón que nos espía desde el cielo, es tan válido como el de creer que se trata de una estupidez digna de ser ridiculizada. Una cosa es reconocer que existen ideologías diferentes, y otra muy distinta el sentirse obligado a respetarlas. Asumir la diversidad de ideas y forma de pensar, no implica tolerar, y menos si esto último se convierte en un mero eufemismo para actuar de forma hipócrita o condescendiente.
Cuando se habla de moderar la libertad de expresión, en realidad se está hablando de represión. Pedirle a un caricaturista (o a un escritor, músico, actor, periodista, o lo que sea) que modere el tono de su trabajo, y que se abstenga de hacer algo que pueda ofender a alguien más, es abogar por el peor sistema de represión posible: la autocensura. Es imposible hablar de 'libertad' cuando se busca limitar lo que ésta implica. Al hablar, escribir, dibujar, o expresarse de cualquier otra manera, es necesario mantener la libertad de decir lo que deseamos de la forma que nos plazca. Es un derecho. Y ese derecho, que incluye el derecho a ofender, tiene que tener precedente sobre el derecho de cualquiera a no sentirse ofendido.
Si realmente no entendemos la diferencia, que lo primero es un ejercicio de libertad y lo segundo un ejercicio de represión, estamos jodidos, como sociedad y como especie.
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