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Después de las múltiples prórrogas y retrasos con lo que iba a hacer para temporada mortecina, no queda más que lanzar los textos un poco más de bulto de lo que me hubiese gustado. Sirva esto como introducción extendida al resto de los textos de cine y literatura que aparecerán aquí (espero) en estos días. Como de todos modos nadie ha comentado nada en varias semanas y no sé si siquiera los veinte suscriptores del feed de este blog lo leen todavía, he decidido que publicaré más de un texto al día e intentaré editar algunos para poner el contenido de dos o tres de ellos en un solo texto y evitar así que se me sigan acumulando.
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No sé exactamente cual sea la fascinación que el ser humano tiene con el miedo, pero de que la comparto en una buena dosis no me queda duda alguna, pues el horror es uno de mis géneros de ficción favoritos. Tal vez sea igual que con las montañas rusas, una adicción a la adrenalina, a sentir el acelerado palpitar del corazón como una manifestación clara y evidente de que estamos vivos. O quizás sea simple y sencillamente un gusto adquirido por algunos cuantos que se manifiesta en algunos géneros narrativos. Sea como sea, solo sé que me gusta, que disfruto esa sensación de escalofríos, ese estremecimiento recorriendo la espalda que un buen libro o una buena película de horror logran producir.

Al correr de los años fui descubriendo los diferentes matices que se podían aplicar al género, desde la comedia (John Landis y Sam Raimi son excelentes ejemplos) o la aventura (John Carpenter) hasta el gore (Dario Argento es un referente obligado) pasando por toda clase de combinaciones y tonos intermedios. Habiendo sido niño y adolescente durante los 1980s es obvio que la explosión del género de slashers también fue parte importante de mi dieta de horror, haciendo de Freddy Krueger, Jason Vorhees y Michael Myers nombres fáciles de identificar para toda una generación. Lamentablemente esto dio paso a la era de las secuelas infinitas y luego a la edad del remake, de la cual aún no hemos salido del todo. La invasión del cine de horror asiático parecía haber inyectado una bocanada de aire fresco al género, pero lamentablemente se convirtió simplemente en una fuente adicional de material para los estudios a la casa de propiedades que recrear en insulsos remakes.
Mi otro gran hobby, la lectura, también contribuyó a alimentar mi gusto por las historias de horror y espantos, pero creo que de mis primeros textos de horror hablaré en otra ocasión.
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