noviembre 25, 2011

Reseña: Monsters (Monstruos: Zona Infectada)

Algunas veces las distribuidoras de cine en nuestro país nos sorprenden al traer películas que nunca pensamos tendrían una oportunidad en el circuito comercial, donde prefieren saturar las salas con el blockbuster del momento por cuanto tiempo sea necesario para sacarle el mayor provecho posible, dejando pasar de largo gran cantidad de películas interesantes sin importar si se trata de obras de directores reconocidos o de prometedores debutantes.

Por eso me sorprendió descubrir que en varios complejos de la ciudad había posters de Monsters (Monstruos: Zona Infectada) anunciando su próximo estreno. Había leído y escuchado mucho acerca de ella, e incluso un par de amigos me la habían recomendado ampliamente, pero ya me había hecho a la idea de que la única forma de verla sería en algún medio "alternativo". Literalmente estaba listo para verla así, pero decidí esperar algunas semanas más y verla en pantalla grande.

Monsters representa el debut como director de Gareth Edwards, quien anteriormente había realizado un par de cortometrajes y colaborado como parte del crew de filmación en otros proyectos independientes, además de haberse encargado de la dirección y los efectos especiales de una producción televisiva en su natal Gran Bretaña.

La película está situada unos pocos años en el futuro. Según nos enteramos por un texto introductorio, la NASA descubrió rastros de vida en el Sistema Solar y envió sondas a buscar muestras de ADN. De acuerdo con una pantalla de televisión al principio de la película, las muestras proceden de Europa, la Luna de Jupiter que muchos consideran como el único lugar en el Sistema Solar, aparte de la Tierra, claro, que podría albergar vida. Una de las sondas en cuestión se dañó al reingresar a la atmósfera y se estrelló en el norte de México. Ahora, seis años después del accidente, una amplia franja del territorio del norte de México es considerada como una Zona Infectada, por lo que la única forma de trasladarse de un país a otro es por vías marítimas o volando lejos del territorio señalado.

La mencionada franja de terreno es habitada por monstruos gigantes, quienes ocasionan gran destrucción cada vez que entran en contacto con seres humanos. Andrew Kaulder (Scott McNairy) es un fotógrafo freelancer empecinado en conseguir fotografías de un monstruo vivo, pues hasta ahora lo único que ha conseguido es de algunos restos y de la destrucción que dejan tras de si. Cuando su actual empleador lo envía a México a buscar a su hija, Samantha (Whitney Able), quien resultó herida tras un incidente con las criaturas mientras vacacionaba en el país, Kaulder acude con la esperanza de en el proceso conseguir sus tan ansiadas fotografías.

Kaulder encuentra a Sam y se traslada con ella hasta el borde de la zona infectada, donde arregla transportación vía ferry para poder enviarla de regreso a los Estados Unidos. Sin embargo, tras una noche de copas, Kaulder extravía el pasaporte y boleto de Sam, por lo que es necesario hacer arreglos diferentes para poder sacarla del país. Ambos atravesarán la zona infectada, primero cruzando en bote un río y después alcanzando un convoy que los escoltará hasta la frontera con los Estados Unidos.

A pesar del nombre de la película, sería un error entrar a la sala esperando ver una tradicional película de monstruos gigantes, pues ese no es el caso. En realidad se trata de una historia de romance de carretera narrada sobre un trasfondo de ciencia ficción, y tiene mucho más que ver con, por ejemplo, Before Sunrise (Antes del Amanecer), de Richard Linklater, que con Cloverfield (Monstruo) de Matt Reeves, pues el foco narrativo es la pareja de protagonistas, quienes comienzan su relación de una manera antagónica pero durante el transcurso del viaje aprenden mucho sobre si mismos y sobre como ver diferente a otras personas.


Claro que eventualmente vemos a los monstruos, y es de destacar la labor de efectos visuales de Edwards, quien consigue crear criaturas repulsivas pero hermosas, al tiempo que revela la naturaleza de su interacción con los seres humanos. Cabe destacar que McNairy y Able eran los únicos actores en la producción, pues la película se filmó por completo en locaciones y utilizando a la gente del lugar como extras y actores secundarios. Imagino que esto habla muy bien no solo de Edwards, si no también de la joven pareja, quienes deben haber necesitado improvisar y adaptarse de manera constante.

A fin de cuentas es una película complicada por la naturaleza de los temas que explora, ya sea consciente o inconscientemente. Es posible hallar en la historia gran cantidad de alegorías a distintos problemas socio-políticos, tales como la inmigración, la guerra contra el narcotráfico, las políticas ostricistas y de aislamiento de los Estados Unidos e incluso su tendencia a enfrentarse en conflictos armados a enemigos invisibles. Y creo que ese es uno de los fuertes de la película, pues en vez de tratar de forzar un punto de vista permite a la audiencia interpretarla de la manera que ésta prefiera, dejando que cada quien saque sus propias conclusiones.

Bastante recomendada, aunque con las reservas derivadas del párrafo anterior.

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