Suficiente. no es posible que me tome dos meses completar un texto. Menos tratándose de cine y más aún, de una de mis películas favoritas de los últimos meses. A manera de recordatorio, en un texto anterior hablé sobre King Kong en general, de algunos aspectos de la versión original y de porque es un clásico, y prometí explayarme sobre mis razones para calificar a la versión de Peter Jackson como digna heredera de la original.
Primero que nada, es necesario señalar que Peter Jackson dirige, antes que nada, con el corazón. Cada una de sus películas refleja su pasión por contar historias, y es evidente en cada una de ellas que son historias cercanas a él. Y Kong no es la excepción. Yo iría un poco más allá y me atrevería a señalarla como uno de sus proyectos más personales, en lo cual coincidiría con la versión de Merian C. Cooper y Ernest B. Schoedsack. Me explico. Una de las diferencias más grandes entre ambas versiones está en el manejo de personajes, donde resaltan el propio Kong y Carl Denham. Y Denham es precisamente el personaje que refleja más de la personalidad de los directores de ambas versiones.
El Carl Denham de la versión original es un aventurero. Lo único que le importa es capturar en film escenarios exóticos o situaciones de aventura sin importar el riesgo que corra él o su equipo. Y sin duda eso es algo que Cooper y Schoedsack quisieron imprimir al personaje. Ambos sirvieron como pilotos voluntarios durante la Primera Guerra Mundial y los dos fueron derribados en combate. Siendo prisioneros de guerra decidieron no esperar el fin de la guerra y la negociación de su liberación, sino que escaparon de su prisión y huyeron entre las líneas enemigas hasta regresar a territorio aliado para volver a enlistarse. Al acabar la guerra e involucrarse en la industria cinematográfica, ambos viajaron por el mundo en busca de aventuras y locaciones interesantes para filmar. No es de sorprender que su Denham tenga la personalidad que tiene.
En cambio, el Denham de Peter Jackson, aún cuando conserva rasgos del aventurero de la versión del '33, se muestra más apasionado con la posibilidad de mostrar al mundo sus hallazgos e historias, de compartir con alguien aquello que lo apasiona. Cerca del final de la película, su asistente y Jack comentan sobre su personalidad. "Pobre Carl. Destruye todo lo que ama." Y creo que ese es quizás el mayor miedo de Jackson con sus películas, el pensar que su amor por esas historias pueda cegarlo al grado de destruirlas.
Afortunadamente ese no ha sido el caso con ninguno de sus trabajos, y es muy probable que esa pasión, ese amor por contar historias, sea su más poderosa herramienta como realizador y, como suele suceder, al mismo tiempo sea también el mayor peligro para todos sus proyectos. Por lo pronto, mientras sus trabajos sigan alimentándose de esa pasión, sin duda lo menos que podemos esperar es una experiencia inolvidable.
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