Durante las semanas de ostracismo obligado ante el colapso de Windows que le costó la vida a mi viejo disco duro no dejé de ir al cine, razón por la que se me quedaron guardados algunos comentarios de películas que, o ya no están en exhibición o están próximas a desaparecer de las salas de cine de México y Latinoamérica. Así que para que no se queden guardadas, ahí van, al dos por uno.
No es ningún secreto lo poco que me gustó la primera entrega de Fantastic Four, basta con checar que mi reseña se tituló "Los no tan fantásticos cuatro fantásticos" para hacerse una idea, así que podrán imaginarse que mis expectativas para la secuela, eran si no inexistentes, bastante modestas, sobre todo tomando en cuenta que los responsables del proyecto serían los mismos productores, guionistas y director que trabajaron en la primera parte. Para fines prácticos se podría decir que mi única motivación real para ir a ver la película al cine era ver al Silver Surfer, especialmente a sabiendas de que su aspecto fue completamente desarrollado por Weta, la compañía neozelandesa de efectos visuales creada para la saga de Lord of the Rings.
Además, decidí rodearme de amigos para ir a verla en el ambiente más relajado posible y asegurándome de que nadie pensara en tomársela muy en serio. Y funcionó. Aún están presentes varios de los problemas que plagan a la primera película, pero el guión es más congruente en términos de historia y desarrollo de personajes. El humor está bien manejado e incluso parece ser que Tim Story encontró lo que quería hacer con los personajes, lo que resulta en una película poco pretenciosa y mayormente entretenida. Uno de los problemas más notorios sigue siendo lo mal que funciona lo que yo considero errores de casting en la mitad de los protagónicos. Afortunadamente no se insistió en tratar de presentar a Jessica Alba como una mujer inteligente y con avanzados conocimientos científicos, pero resulta irritante pensar que no sea capaz de actuar aunque sea un momento. Incluso tiene una escena de muerte que hace que escenas similares en telenovelas parezcan parte de una buena puesta en escena.
Ioan Gruffudd tampoco logra convencer como Reed Richards en este segundo intento. Si bien ya no es el pelele descerebrado de la primera parte, me parece que no se siente a gusto con el personaje, y eso es algo que afecta su trabajo. También es necesario mencionar la poca química que se nota entre él y Jessica Alba, quienes nunca se ven convincentes como pareja, menos aún como la primer familia de Marvel Comics. Michael Chiklis y Chris Evans me parecieron lo más rescatable de la primera película, y en ésta sufren un poco al ser desplazados a segundo plano. El Dr. Doom mejora bastante gracias a que su personaje está mejor escrito, pero me queda la impresión de que Julian McMahon se sigue arrepintiendo de haber aceptado la parte o que por lo menos no se siente del todo a gusto interpretando a un villano que debiera ser mucho más. En cuanto a los personajes secundarios, con la única posible excepción de Kerry Washington como Alicia Masters, puedo afirmar que todos ellos tienen la única función de dar pie a los protagonistas, convirtiéndose en un simple relleno para una película que no lo necesitaba.
El Surfer se ve bastante bien, y la voz de Laurence Fishburne parece haber sido una decisión adecuada para complementar el trabajo físico de Doug Jones, quien pese a estar cubierto de prostéticos y maquillaje, resulta ser el actor con el mayor rango de emociones, las cuales manifiesta a traves de sutiles gestos y expresiones faciales. Ignoro si además de Weta hubo otras compañías encargadas de realizar trabajo de efectos visuales, porque hay partes donde se ven disparejos e incluso llegan a lucir bastante falsos en prácticamente todas las escenas de Mr. Fantastic. El guión tiene sus momentos, particularmente cuando hay sólo dos personajes interactuando en la escena, pero resultan insuficientes tomando en cuenta la gran cantidad de personajes que abarrotan la pantalla la mayor parte del tiempo. Lástima de Galactus y de la poca ambición y espíritu de aventuras de los guionistas. Resumiendo, Fantastic Four: Rise of the Silver Surfer es una película palomera, entretenida, y por momentos casi inteligente, pero esta franquicia nos sigue quedando a deber. No sé si exista la intención de producir más secuelas, pero si es así existe muchísimo espacio para mejorar. Esta entrega resulta mejor que la primera, pero solo porque hubiese sido necesario esforzarse para obtener un producto de tan pobre calidad como aquella película. A nivel entretenimiento vacío me quedo con Ghost Rider (al menos por los visuales y el soundtrack).
Ahora en cuanto a Transformers... ¿qué puedo decir? Podría empezar aclarando, por ejemplo, que nunca fui fan ni de los juguetes ni de la caricatura en ninguna de sus versiones. También podría explicar que hace mucho que Steven Spielberg no es para mi garantía de nada y, tal vez más importante aún, que Michael Bay es uno de los directores a los que evito siempre que es posible. Seguro que ahora se preguntarán por qué carajo fui a verla, y con justa razón, así que a manera de explicación debo mencionar dos factores. Uno, que el primer esbozo del guión, del que se conservó la parte central de la historia, fue escrito por John Rogers, quien suele entretenerme bastante tanto en comics como en su blog, además de haber sido el co-productor y guionista del tristemente malogrado piloto de Global Frequency; y dos, porque la mayoría de mis amigos si eran fans de los juguetes y/o las series animadas y querían ir a verla en bola, resultando en la que probablemente era la única forma en que yo hubiera visto la película: acompañado de un nutrido grupo de ellos. Mis expectativas eran nulas, y tomando en cuenta que cuando no esperas nada es difícil decepconarte, he de confesar que me entretuvo bastante.
El guión tiene unos hoyos más grandes que cualquiera de los robots en pantalla, el desarrollo de personajes es mínimo cuando no inexistente, y a lo largo de toda la película se va haciendo cada vez más obvio que Bay ha aprendido a depender de que tan bonitos se vean los efectos especiales para mantener sus proyectos a flote. En este caso, aunque disparejos por momentos, los visuales están mayormente bien logrados, excepto por el detalle de la forma en que se muestra la transformación de los personajes, a veces de una manera desesperadamente lenta y ruidosa, y en otras demasiado rápido y desde ángulos que hacen imposible cualquier intento de discernir lo que está ocurriendo. Sumando la espectacularidad de sus efectos especiales al carisma de Shia Labeouf y pudiendo además usar a Megan Fox como elemento de distracción en cualquier momento donde hiciese falta, Bay consiguió uno de los éxitos de taquilla más importantes del año, salvando su carrera de lo que parecía ser una imparable caída libre.
En realidad Transformers es una película solo para fans, pero bien puede ser disfrutada por quienes busquen un rato de inofensiva diversión y no tengan ningún inconveniente en darle un descanso a su cerebro por la duración de la película. Recuerden, no pueden exigir demasiado de este combo: Steven Spielberg + Michael Bay + franquicia creada con el único propósito de vender juguetes. Ahora sin duda habrá que esperar una oleada de películas basadas en líneas de juguetes, en caricaturas ochenteras, o en ambas.
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