
El libro me atrapó desde antes de empezar propiamente su lectura, pues con solo darle un vistazo al índice me di cuenta de que la estructura del libro era diferente a cualquiera que hubiese visto antes, pues cada capítulo tiene títulos como Estoy Muerto, Me llaman Negro, Yo Mariposa, Yo el Arbol, etc. Al empezar la lectura entendí el porque de tan singulares títulos, pues cada capítulo está narrado desde un diferente punto de vista, el cual es indicado por cada título.
La historia está situada en Estambul en el siglo XVI, al principio de la decadencia del Imperio Turco. El Sultán ha encargado un libro que debe ser preparado en secreto pues la forma en que será ilustrado va contra algunos de los preceptos religiosos que el profeta Mahoma dejó como enseñanzas, pues las ilustraciones serán realizadas a la usanza de los infieles cristianos, usando perspectiva y detalles realistas en lugar de la imaginería simbólica y abstracta usada por los antiguos maestros orientales. Los rumores de la realización de tan blasfemo ejemplar provocan toda clase de intrigas entre los ilustradores de la ciudad, culminando con el asesinato de un iluminador que colaboraba con el libro.

A partir de ahí la novela es una mezcla de romance, intriga, suspenso y novela histórica, y aún así nunca llega a ser pesada ni a convertirse en una sobrecarga de información. La prosa de Pamuk es limpia y clara, además de que el constante cambio en la voz que lleva la narración le proporciona a la lectura un adicional aire de frescura. De un capítulo a otro el lector puede recibir información complementaria, otro punto de vista del mismo suceso, o incluso una que otra contradicción que permita mantener el suspenso.

Resumiendo, Me Llamo Rojo es una gran novela, lo suficiente como para confirmarme que aún hay autores apasionados por el oficio de escribir y con el talento suficiente para hacerlo de gran manera. Claro está que un acierto no basta para restaurar mi confianza en la Academia Sueca o los Premios Nobel, pero hay que reconocer que en esta ocasión si se trataba de algo merecido.
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