julio 30, 2009

Mala planeación

Desde hace un par de semanas y debido al periodo escolar vacacional, tengo libres las mañanas, situación que mi hermano y yo hemos aprovechado para desentumir un poco los músculos asistiendo a un módulo deportivo que hay a unas cuantas cuadras de casa para jugar un poco de basketball. Sobra decir que lo hacemos más en plan recreacional que competitivo, pero supongo que la rivalidad fraternal es algo natural así que encuentro satisfactorio el que aún al pasar de los años pueda seguir derrotando a mi hermano de manera regular.

El deportivo en cuestión cuenta con tres canchas de basketball, dos de futbol, una de futbol rápido, espacio para una de volleyball (está pintada, pero no hay ni postes ni red), y un par de espaciosas explanadas para actos públicos. A los pocos días de haber empezado a acudir cada tercer día descubrimos que tres veces a la semana no es posible ocupar más que una de las tres canchas de basket, pues de manera gratuita hay una "clase" de zoomba que ocupa toda la cancha del centro, invadiendo también, según la demanda de asistencia, hasta la mitad de las otras dos canchas. Esto podría no estar tan mal tratándose de una "clase" de una hora, pero me parece ridículo que las señoras que asisten a la clase se presenten treinta o cuarenta minutos antes y llenen la cancha con botellas de agua para apartar su lugar, impidiendo de ese modo que las canchas puedan ser usadas para su objetivo original durante el rato previo a la "clase".

Entiendo que los espacios públicos pueden y deben ser compartidos para bien de la mayoría, pero ¿Por qué utilizar las canchas de basket cuando hay un par de explanadas con tamaño suficiente para ésta otra actividad? No lo sé. Y si se tratase de una clase seria y bien organizada, tal vez estaría más dispuesto a conceder la necesidad de estimular la actividad física, especialmente entre las amas de casa que de otro modo tal vez ni siquiera lo intentarían, pero la verdad es que es una burla. Dos instructoras con una condición física tan deplorable como la de cualquiera de las asistentes se turnan para mostrar las rutinas de baile que componen la clase bajo el tradicional estilo de enseñanza de "haz lo mismo que yo", con el resultado que esa técnica suele ofrecer: ninguno.

Cada quien hace los movimientos que quiere al ritmo que quiere, sin preocuparse realmente por seguir el ejemplo de las instructoras, quienes al menos parecen tener una idea de lo que están haciendo. Como sea, supongo que este es uno de esos textos mayormente sin sentido encaminado simplemente a desahogarme.

Ahora regresamos a nuestra programación habitual.

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