
En occidente se le conoce mayormente por sus aportaciones al género de horror, destacando películas como Odishon (Audición), Visitor Q, Ichi The Killer (Ichi el Asesino), y One Missed Call (Una Llamada Perdida), donde explora los diferentes rincones del género de una manera siempre dada a los excesos y probando los límites de la censura, desde el terror psicológico hasta el más tradicional horror sobrenatural, pasando por algunas de las más espeluznantes secuencias de tortura que se hayan visto jamás.

Como sea, es innegable que Miike ha realizado suficientes aportaciones al género, tanto en términos de contenido como de logros audiovisuales, como para ameritar que se le considere como uno de los Meaestros del género, aún si en su caso resulta hasta cierto punto una etiqueta restrictiva y limitante. Miike fue una de las primeras elecciones de Mick Garris cuando empezó a pensar en los directores que invitaría a colaborar en la serie, deleitándose ante la idea de convertirse en el productor del primer trabajo de Miike realizado en inglés. Las diferencias de los métodos de trabajo empleados en América y en Japón pronto se hizo evidente, pero Garris se mantuvo firme en sus promesas y dio a Miike todo el espacio y libertad necesarios para trabajar a su manera sin interferencia de ninguna clase.

En los Estados Unidos Imprint nunca se transmitió en TV, pasando varios meses antes de que viera la luz en DVD. En el Reino Unido y en la mayor parte de Latinoamérica si se transmitió por cable sin mayor alboroto, y desde hace un par de años está disponible en DVD prácticamente en cualquier parte del mundo, aunque casi en todas partes se ha utilizado su origen como una herramienta publicitaria, utilizando frases como "La película prohíbida de Takashi Miike", o "Censurada en los Estados Unidos".
Imprint cuenta la historia de Christopher (Billy Drago), un periodista estadunidense que viaja por Japón en busca de su amor perdido. Años atrás se enamoró de una mujer llamada Kimomo (Michie Ito), a quien dejó no sin antes prometerle regresar algún día por ella para llevarla a vivir a América. Al volver a buscarla descubre que fue vendida para servir como prostituta, así que se ha dedicado a recorrer el país de burdel en burdel en busca de su amada.

Más tarde, cansado y embriagado de sake, Christopher intenta sacarle conversación a la joven (Youki Kudoh), quien tiene una deformidad facial desde su nacimiento. Mientras le cuenta su historia ella asiente sin comentar mucho, pero al final de su relato le confiesa que ella conoció a Kimomo, quien vivió en la isla durante algún tiempo, y le informa que hace unos meses se quitó la vida ante la desesperanza de que su amado no haya mantenido su promesa de volver por ella.


Si han visto antes alguna película de Takashi Miike, especialmente de entre las que mencioné más arriba, difícilmente hallarán en Imprint algún motivo para escandalizarse, pero obviamente esas películas no han sido nunca material apto para televisión. Algunos de los temas y motivos visuales que aparecen en Imprint han sido explorados antes por el controvertido realizador japonés, convirtiendo a esta película en una especie de catálogo de su trabajo, sin por ello demeritar la historia contada.

Me parece digno de señalar la calidad de la imagen y sonido del DVD, que probablemente sean los de mejor calidad que haya tenido cualquier película de Miike, al menos en América. El sonido resulta particularmente notorio durante las secuencias de tortura, replicando toda clase de sonidos de carne desgarrada, uñas desprendidas, y otras linduras semejantes.
Una de las ideas detrás de Masters of Horror era mostrar que el género está vivo y aún tiene mucho que ofrecer, y lo disparejo de los episodios no ayuda mucho en ese aspecto. Los distintos tonos manejados no son problema, pero las entradas más flojas de la serie son excesivamente débiles y son apenas equilibradas con los trabajos de Argento, Carpenter, Dante y McKee, mientras todos los demás caen en el medio sin destacar a uno u otro lado. Por eso era importante el episodio de Miike, porque es el que más abiertamente buscaba empujar los límites del género, y al hacerlo inclinaba la balanza de la serie hacia la relevancia y hacia el futuro. Lástima, otra oportunidad desperdiciada.
Este chinito está loco... ¡LOCO, TE DIGO!
ResponderBorrarEstoy de acuerdo contigo en todo salvo por un detalle:
ResponderBorrar¡Miike es japonés!
Acabas de ofender a millones de japoneses y chinos con ese descuido...
Un abrazo.
Dude............... Reconozco la deferencia entre un nombre japonés y uno chino........ pero para mí, TODOS los de ojitos rasgados y piel amarillenta son chinitos... excepto en sus caras, of course. Es como decirle negrolín a Obama o latino a todos los hiberoamericanos (que a mí, de verdá, no me ofende y hasta me vale). Agarra el chiste. X-D Y también ofendí a los coreanos, vietnamitas, filipinos y similares con lo último que acabo de escribir... pero dudo que sepan español o que lean tu blog. X-D
ResponderBorrar¡Everyone's a little bit racist!
Algo así pensé, pero debo admitir que nunca había escuchado "chinito" como generalización xenotípica para los asiáticos...
ResponderBorrarDe todos modos, son solo palabras, y si alguien se lo toma muy a pecho, pues con su pan se lo haya, pus que... uno no está para apegarse a la estúpida e hipócrita corrección política.
Un abrazo, Paquito, un gusto saber que todavía te das tus vueltas por acá.