William Malone es otro caso donde uno se pregunta cual es la razón por la cual podría considerársele como un Maestro del Horror, siendo la única explicación posible que tiene una antigua amistad con Mick Garris, el productor de la serie. Malone empezó su carrera como director en 1981, pero luego de un par de películas de bajo presupuesto que recibieron nula o tibia recepción enfocó su atención a trabajar en televisión, saltando de género en género pero tratando siempre de mantenerse cerca del horror, habiendo dirigido episodios de series como Freddy's Nightmares, Tales From the Crypt o Perversions of Science. Su regreso al cine se dio con el insípido e inconsecuente remake de House on Haunted Hill (La Residencia del Mal), y un par de años más tarde hizo FeardotCom (Miedopuntocom).
Aparentemente lo que sería su mayor aportación al género ni siquiera es verdad, pues aún cuando en algunos sitios hay afirmaciones de que Malone diseñó la icónica máscara que Michael Myers utiliza en la versión original de Halloween (John Carpenter, 1978), pero no encuentro ningún dato que pudiese validar semejante afirmación. La película contaba con un presupuesto de algo más de trescientos mil dólares, y aún cuando Don Post, director y propietario de Don Post Productions, una de las más importantes firmas de vestuario y maquillaje -y empresa donde Malone trabajaba-, era uno de los productores ejecutivos de la cinta, éste se rehusó a producir una máscara original a cambio de un porcentaje de las taquillas y mercancía licenciada, sugiriendo a los encargados de la producción que utilizacen una máscara barata y le hicieran modificaciones. La máscara más barata que encontraron fue una del Capitán Kirk que adquirieron por veinte dólares y a la cual simplemente pintaron de blanco y alteraron el cabello, sin la participación o colaboración de Don Post Productions ni nadie de su staff, Malone incluído.
Tal vez no sea de sorprender entonces que su episodio para la primera temporada de Masters of Horror resulte ser su mejor trabajo a la fecha. The Fair-Haired Child (El Niño del Sótano) empieza con Tara (Lindsay Pulsipher), una linda pero retraída adolescente a quien sus compañeros de escuela hacen blanco de sus burlas a causa de su tendencia a soñar despierta y a fantasear con heroínas de historieta. Un día, de regreso de la escuela, Tara es perseguida y arrollada por una camioneta.
Al recuperar la consciencia, se encuentra en cama en una espaciosa habitación y una mujer vestida como enfermera se encuentra sentada a un lado. Para incrementar su confusión, la mujer le informa que se encuentra a muchos kilómetros de casa y que nadie está seguro de como llegó ahí. Tras intentar comunicarse con su madre, ésta, aparentemente bajo los efectos del alcohol o de algún fuerte medicamento, no presta atención a su predicamento y le pide se comunique más tarde.
En poco tiempo Tara se da cuenta de que en realidad ha sido secuestrada por un extraño matrimonio que parece tener algo que ocultar, lo que sin duda no puede ser bueno para ella. Tras intentar infructuosamente escapar de la casa, misma que para su desolación parece encontrarse en medio de la campiña y lejos de cualquier posible contacto humano, Tara es arrojada al sótano de la casa, donde no hay escaleras. Mientras busca otra salida descubre horrorizada a un muchacho ahorcándose, y tras algunos esfuerzos consigue bajarlo y retirarle la soga del cuello. El muchacho se ve profundamente estresado y perturbado, aunque a base de señas logra hacerse entender. Se llama Johnny, y parece estar aterrorizado de algo que en cualquier momento puede quedar libre en el sótano.
Poco a poco Johnny (Jesse Haddock) va haciendo que Tara entienda la gravedad de su situación. Johnny falleció en un accidente varios años atrás, pero sus padres (Lori Petty y William Samples) hicieron un trato con un demonio para conseguir regresarlo a la vida. El precio: doce niños, uno cada año en la fecha del cumpleaños de Johnny, deben ser sacrificados.
Tara es la última víctima, y una vez que su sacrificio sea completado Johnny podrá vivir nuevamente una existencia normal. Aún cuando Johnny parece simpatizar con Tara y le asegura que no desea hacerle daño, no puede oponer resistencia a las fuerzas que controlan su temporal existencia, así que Tara tiene que luchar por su vida, escondiéndose de la criatura liberada para realizar el sacrificio.
Eventualmente Johnny retoma el control por unos minutos y ambos llegan a la conclusión de que no es posible seguir postergando lo inevitable. Johnny le explica las condiciones en que ha tenido que existir desde que inició el ritual y que nunca fue su intención el poder regresar, y menos a semejante precio. Tara simpatiza con su desesperanza y decide dejar de luchar, permitiendo que el largo ritual llegue a su fin.
Para beneplácito de sus padres, Johnny regresa a ser el mismo de antes de su muerte, pero las cosas no pueden volver a ser como antes, no después de lo que ha pasado durante los últimos doce años, y menos después de los momentos que compartió con Tara, así que pronto revela a sus padres una siniestra sorpresa.
La historia está muy bien escrita y la dirección resulta impecable. Las actuaciones tanto de los dos adolescentes como de Samples como de Petty son intachables, especialmente de ésta última, quien realiza un trabajo realmente sobresaliente. La ambientación y el diseño de escenarios es perfecta, complementando idealmente el tono de la historia.
Tal vez el único pero posible sea en cuestión de los efectos especiales, pues la criatura encargada del sacrificio resulta desigual en su ejecución, abusando por momentos de la ayuda digital a un trabajo de maquillaje y prostéticos que se siento solo a medio completar. El resultado no termina de ser convincente, pero no llega a afectar de manera considerable a la película. Si Malone es capaz de llevar este nivel de sobriedad y congruencia a sus futuros trabajos es muy probable que consiga sacudirse de una buena vez la etiqueta de director de segunda. Recomendado para todos los fans del género.
Aparentemente lo que sería su mayor aportación al género ni siquiera es verdad, pues aún cuando en algunos sitios hay afirmaciones de que Malone diseñó la icónica máscara que Michael Myers utiliza en la versión original de Halloween (John Carpenter, 1978), pero no encuentro ningún dato que pudiese validar semejante afirmación. La película contaba con un presupuesto de algo más de trescientos mil dólares, y aún cuando Don Post, director y propietario de Don Post Productions, una de las más importantes firmas de vestuario y maquillaje -y empresa donde Malone trabajaba-, era uno de los productores ejecutivos de la cinta, éste se rehusó a producir una máscara original a cambio de un porcentaje de las taquillas y mercancía licenciada, sugiriendo a los encargados de la producción que utilizacen una máscara barata y le hicieran modificaciones. La máscara más barata que encontraron fue una del Capitán Kirk que adquirieron por veinte dólares y a la cual simplemente pintaron de blanco y alteraron el cabello, sin la participación o colaboración de Don Post Productions ni nadie de su staff, Malone incluído.
Tal vez no sea de sorprender entonces que su episodio para la primera temporada de Masters of Horror resulte ser su mejor trabajo a la fecha. The Fair-Haired Child (El Niño del Sótano) empieza con Tara (Lindsay Pulsipher), una linda pero retraída adolescente a quien sus compañeros de escuela hacen blanco de sus burlas a causa de su tendencia a soñar despierta y a fantasear con heroínas de historieta. Un día, de regreso de la escuela, Tara es perseguida y arrollada por una camioneta.
Al recuperar la consciencia, se encuentra en cama en una espaciosa habitación y una mujer vestida como enfermera se encuentra sentada a un lado. Para incrementar su confusión, la mujer le informa que se encuentra a muchos kilómetros de casa y que nadie está seguro de como llegó ahí. Tras intentar comunicarse con su madre, ésta, aparentemente bajo los efectos del alcohol o de algún fuerte medicamento, no presta atención a su predicamento y le pide se comunique más tarde.
En poco tiempo Tara se da cuenta de que en realidad ha sido secuestrada por un extraño matrimonio que parece tener algo que ocultar, lo que sin duda no puede ser bueno para ella. Tras intentar infructuosamente escapar de la casa, misma que para su desolación parece encontrarse en medio de la campiña y lejos de cualquier posible contacto humano, Tara es arrojada al sótano de la casa, donde no hay escaleras. Mientras busca otra salida descubre horrorizada a un muchacho ahorcándose, y tras algunos esfuerzos consigue bajarlo y retirarle la soga del cuello. El muchacho se ve profundamente estresado y perturbado, aunque a base de señas logra hacerse entender. Se llama Johnny, y parece estar aterrorizado de algo que en cualquier momento puede quedar libre en el sótano.
Poco a poco Johnny (Jesse Haddock) va haciendo que Tara entienda la gravedad de su situación. Johnny falleció en un accidente varios años atrás, pero sus padres (Lori Petty y William Samples) hicieron un trato con un demonio para conseguir regresarlo a la vida. El precio: doce niños, uno cada año en la fecha del cumpleaños de Johnny, deben ser sacrificados.
Tara es la última víctima, y una vez que su sacrificio sea completado Johnny podrá vivir nuevamente una existencia normal. Aún cuando Johnny parece simpatizar con Tara y le asegura que no desea hacerle daño, no puede oponer resistencia a las fuerzas que controlan su temporal existencia, así que Tara tiene que luchar por su vida, escondiéndose de la criatura liberada para realizar el sacrificio.
Eventualmente Johnny retoma el control por unos minutos y ambos llegan a la conclusión de que no es posible seguir postergando lo inevitable. Johnny le explica las condiciones en que ha tenido que existir desde que inició el ritual y que nunca fue su intención el poder regresar, y menos a semejante precio. Tara simpatiza con su desesperanza y decide dejar de luchar, permitiendo que el largo ritual llegue a su fin.
Para beneplácito de sus padres, Johnny regresa a ser el mismo de antes de su muerte, pero las cosas no pueden volver a ser como antes, no después de lo que ha pasado durante los últimos doce años, y menos después de los momentos que compartió con Tara, así que pronto revela a sus padres una siniestra sorpresa.
La historia está muy bien escrita y la dirección resulta impecable. Las actuaciones tanto de los dos adolescentes como de Samples como de Petty son intachables, especialmente de ésta última, quien realiza un trabajo realmente sobresaliente. La ambientación y el diseño de escenarios es perfecta, complementando idealmente el tono de la historia.
Tal vez el único pero posible sea en cuestión de los efectos especiales, pues la criatura encargada del sacrificio resulta desigual en su ejecución, abusando por momentos de la ayuda digital a un trabajo de maquillaje y prostéticos que se siento solo a medio completar. El resultado no termina de ser convincente, pero no llega a afectar de manera considerable a la película. Si Malone es capaz de llevar este nivel de sobriedad y congruencia a sus futuros trabajos es muy probable que consiga sacudirse de una buena vez la etiqueta de director de segunda. Recomendado para todos los fans del género.
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