Umberto Eco es uno de los escritores y pensadores más respetados alrededor del mundo. Historiador, filósofo, medievalista y semiólogo, Eco decidió aventurarse al mundo de la literatura en 1980 con Il nome della rosa (El nombre de la Rosa), extraordinaria obra que puede ser leída de múltiples formas, pues se le puede considerar como una novela histórica, una novela detectivesca, e incluso como una novela filosófica, dependiendo de la interpretación que se quiera dar al texto.
Yo la he leído tres veces y esos son los aspectos que le encontrado: la primera vez, siendo adolescente, me encontré con la más compleja e interesante historia de detectives fuera de las de Sherlock Holmes -y tal vez superior a muchas de ellas-; la segunda vez me encontré con una novela histórica donde Eco retrataba la vida en los monasterios medievales y las repercusiones que los conflictos de la Iglesia Católica tenían en la vida diaria de los hombres de fe; la tercera descubrí un poco de ambas como fondo de una búsqueda personal de un fraile en busca de su identidad al tener que conciliar su fe con el desencanto que le provocan las instituciones religiosas. Si algún día la vuelvo a leer quien sabe que más me encuentre en ella.
Su segunda novela, Il Pendolo di Foucault (El Péndulo de Foucault) apareció en 1988 y prácticamente desde que sé de su existencia había estado en mi lista de pendientes. Me tomó varios años, pero finalmente le pude poner las manos encima y leerla. El libro es protagonizado por tres intelectuales milaneses que se conocen en un bar a principios de los 1970s. El narrador del libro, Casaubon, es un estudiante que prepara una tesis estrictamente histórica sobre los caballeros templarios. Jacopo Belbo es un editor para Garamond, una modesta casa editorial de Milán, quien le pide a Casaubon le eche un vistazo a un supuesto texto no ficticio acerca de la Orden del Temple.
En la editorial Casaubon conoce a Diotallevi, otro editor que además es un devoto estudioso y creyente de la cábala hebrea. Los tres escuchan a un tal Coronel Ardenti, quien les explica que ha encontrado evidencias de la supervivencia de los templarios y de un plan para que los herederos de la orden se apoderen del mundo. Ardenti está convencido de la verdad de sus aseveraciones, a grado tal que está dispuesto a co-financiar la publicación de un libro a fin de atraer la atención de alguien que pueda ayudarlo a juntar las partes que le faltan a su rompecabezas. El trío se muestra interesado pero no convencido, despachando al presunto autor sin mayor trámite.
Cuando se enteran al día siguiente de que Ardenti fue reportado como asesinado a la policía pero no se ha hallado un cuerpo y se le considera desaparecido, se sorprenden pero no le dan mayor importancia. Pasan los años y olvidan el incidente. Casaubon termina la carrera y se muda a Brasil. Años más tarde regresa a Italia y se establece como investigador documental, ofreciendo sus servicios a escritores, académicos y estudiantes. Al poco tiempo reestablece contacto con Belbo y se integra a Garamond como asesor en proyectos especiales. Durante su estancia en Brasil, Casaubon conoce al Sr. Aglié, un italiano aparentemente muy ilustrado en temas esotéricos y ocultistas, a quien contacta nuevamente para hacerle algunas consultas cuando la editorial decide incluir esa temática en su catálogo.
Las frecuentes reuniones entre Aglié y el trío de la editorial poco a poco los va sumergiendo en el mundo de las conspiraciones y sociedades secretas, lo que primero ven como un divertido juego intelectual, mofándose de sus teorías y descubrimientos, pero que poco a poco se les va convirtiendo en una obsesión. Tras trabajar con toda clase de charlatanes y presuntos iniciados durante meses, llegan a convencerse de que ellos podrían reconstruir la historia de las sociedades secretas, llenando todos los huecos y además manteniendo la idea de que los supervivientes de los templarios y sus asociados son parte de una enorme conspiración global que les permitiría apoderarse del mundo a mediados del siglo XX. Tomando como punto de partida el documento que conservan de Ardenti, el trío de intelectuales comienza la elaboración de lo que ellos llaman El Plan.
Templarios, rosacruces, gnósticos, masones, illuminatis, cabalistas, cátaros y demás órdenes esotéricas y sociedades secretas son todas partes del Plan. Utilizando como fuente los múltiples manuscritos que pasan por la editorial y complementándolos con sus propias investigaciones, poco a poco van "reconstruyendo" el plan de los templarios para conquistar el mundo. Cuando se topan con algún agujero, improvisan, ya sea a base de analogías o incluso utilizando un programa informático para generar ideas, pero no cejan en su intento de crear un orden y dar sentido a los sinsentidos de los fanáticos y creyentes con quienes han tenido que lidiar por años.
Al final su trabajo resulta tan meticuloso y completo, que logran crear en esos mismos fanáticos la convicción de que El Plan es real, que ellos tres han hallado las respuestas a enigmas que datan de siglos atrás y descubierto los secretos que a los propios iniciados se les habían negado. Las consecuencias de ello son inesperadas, y pronto el trío de intelectuales se dará cuenta de que lo que empezó como un juego puede convertirse en una obsesión de consecuencias potencialmente mortales.
Il Pendolo di Foucault es un libro muy extenso, no solo por la gran cantidad de detalles e información que Eco presenta a lo largo de toda la obra, si no porque no se limita a idear su conspiración y contarla lo más rápido posible -eso hasta Dan Brown lo puede hacer-. En el proceso de contar la historia detrás del plan, Eco cuida de sus personajes, construyéndolos paso a paso a partir de narrar anécdotas y pasajes de su vida sin relación aparente con el Plan o con el origen del mismo, pero que ayudan a entender la motivación de cada uno de ellos para seguir adelante con tan descabellado proyecto.
Casaubon es un académico dedicado de lleno a la búsqueda del conocimiento, en tanto que Belbo es una persona atormentada que solo busca la paz interior. Mientras que Belbo ve al plan como una forma de confrontar sus miedos y frustraciones -se niega a convertirse en escritor a pesar de que le apasiona la escritura-, como una herramienta para canalizar su rencor y su odio hacia quienes escriben sin saber lo que hacen; Casaubon lo ve como otra forma de absorber y ordenar ideas.
Sin embargo, el presenciar eventos aparentemente sobrenaturales empieza a alterar su visión de las cosas, y a medida que esas experiencias, sumadas a los sucesos en su relación de pareja y al nacimiento de su hijo van influyendo en su forma de pensar, su narrativa va perdiendo el realismo, convirtiéndolo en un narrador poco confiable conforme la novela se acerca a su fin.
Mención aparte merece la estructura del libro, pues Eco no realiza una división tradicional en partes o capítulos, utilizando en su lugar las sefirot de la cábala hebrea para agrupar en diez partes los ciento veinte (número con implicaciones esotéricas frecuentemente aludido dentro de la novela) capítulos que componen el libro.Se pueden hacer muchas lecturas diferentes a la novela, pues aún cuando no faltarán aquellos que lo vean como un auténtico texto iniciático, se trata en realidad de una elaborada crítica y sátira a la creciente cultura esotérica en occidente, resultando en una larga pero entretenida historia de conspiraciones, plagada de un fino humor que no siempre es fácil apreciar. Lectura altamente recomendable.
Después de esta obra Umberto Eco ha publicado solo tres novelas más: L'isola del giorno prima (La isla del Día de Antes), Baudolino, y La misteriosa fiamma della regina Loana (La misteriosa llama de la Reina Loana). Tras la aparición de ésta última en el 2004, Eco anunció que sería su última novela. Por lo pronto ya tengo La Isla y Baudolino, así que supongo que serán parte de mis lecturas del 2010.
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