Hace casi dos años comenté por aquí The Strain, primera novela de la trilogía del mismo título, donde Guillermo del Toro colaboró con el exitoso novelista Chuck Hogan en lo que sería su primera incursión en la prosa narrativa, y lo hizo para crear una historia de vampiros en un entorno contemporáneo tan ambiciosa como satisfactoria, a grado tal que me volví fan instantáneo del mundo creado por estos dos visionarios.
Por eso me sorprende descubrir ahora que nunca escribí nada acerca de The Fall, segunda novela de la serie, la cual debo haber leído hace más de un año, probablemente a finales del mismo 2010. Sería tramposo e irresponsable de mi parte ignorar el hecho o intentar escribir algo ahora a la distancia, sobre todo considerando que mis impresiones del final de la trilogía podrían interferir con mi juicio y opinión de la parte intermedia. Por tanto, no queda más que disculparme y dar vuelta a la página.
Hace un par de meses recibí mi copia del tercer y último libro de la serie, The Night Eternal, mismo que compré en pre-venta desde la aparición de The Fall. Si no mal recuerdo, la edición nacional de la novela debe haber aparecido simultáneamente, en el último trimestre del año pasado, con el título de Eterna. The Night Eternal comienza unos meses después del desenlace de The Fall. El plan de The Master, el antiguo vampiro que decidió usar la Ciudad de Nueva York como base para apoderarse del mundo, fue un éxito.
El resto de los antiguos fueron destruídos, la Tierra está sumida en un invierno nuclear donde en el mejor de los casos se tiene una hora de sol al día, y los strigoi o vampiros dominan el planeta salvo por algunos escasos puntos de resistencia. La humanidad fue purgada de todo líder o figura de autoridad que pudiese intentar organizar una resistencia, perdiéndose alrededor de un tercio de la población mundial. Los sobrevivientes están divididos entre aquellos que optaron por adaptarse al nuevo régimen y sirven a los vampiros en cualquier capacidad que les es posible, y los que mantienen una cierta normalidad de su rutina, salvo por los obligatorios sangrados a que necesitan someterse de manera periódica, mientras que los viejos y enfermos son despachados en granjas de sangre de manera expedita e inmisericorde. El ser humano ha sido reemplazado en la cima de la cadena alimenticia.
El Dr. Ephraim Goodweather no es más el líder de la resistencia neoyorquina. Desde la aparente pérdida de Zack, su hijo adolescente, Goodweather se ha convertido en un adicto que pelea contra los vampiros casi en automático, sin tener una motivación real, convirtiéndose en un riesgo de seguridad para sus amigos.
La obligación de mantener en pie la resistencia ha caído mayormente en los hombros de Vasilyi Fet, el antiguo exterminador, y la Dra. Nora Martínez, ex-compañera profesional y sentimental de Goodweather. Fet ha intentado infructuosamente descifrar el contenido del Occido Lumen, el libro dejado atrás por Abraham Setrakian, donde supuestamente reside la clave para destruir a The Master. Cuando todo parece perdido, reaparece el misterioso Mr. Quinlan, un vampiro con su propia vendetta, y quien puede tener la clave para descifrar los misterios del libro y hallar la forma de acabar con el reinado de los vampiros.
La novela mantiene el vertiginoso ritmo narrativo de las dos entregas anteriores, manteniendo el enfoque narrativo en la odisea personal de cada uno de sus personajes principales y permitiendo que la relación padre - hijo entre Ephraim y Zack Goodweather se convierta en el punto central de la historia.
La trilogía completa funciona muy bien como un todo, y sin duda puede considerársele ya como un nuevo clásico de la literatura de vampiros, y una de las mejores series fantásticas de los últimos tiempos.
Absolutamente recomendable.
Por eso me sorprende descubrir ahora que nunca escribí nada acerca de The Fall, segunda novela de la serie, la cual debo haber leído hace más de un año, probablemente a finales del mismo 2010. Sería tramposo e irresponsable de mi parte ignorar el hecho o intentar escribir algo ahora a la distancia, sobre todo considerando que mis impresiones del final de la trilogía podrían interferir con mi juicio y opinión de la parte intermedia. Por tanto, no queda más que disculparme y dar vuelta a la página.
Hace un par de meses recibí mi copia del tercer y último libro de la serie, The Night Eternal, mismo que compré en pre-venta desde la aparición de The Fall. Si no mal recuerdo, la edición nacional de la novela debe haber aparecido simultáneamente, en el último trimestre del año pasado, con el título de Eterna. The Night Eternal comienza unos meses después del desenlace de The Fall. El plan de The Master, el antiguo vampiro que decidió usar la Ciudad de Nueva York como base para apoderarse del mundo, fue un éxito.
El resto de los antiguos fueron destruídos, la Tierra está sumida en un invierno nuclear donde en el mejor de los casos se tiene una hora de sol al día, y los strigoi o vampiros dominan el planeta salvo por algunos escasos puntos de resistencia. La humanidad fue purgada de todo líder o figura de autoridad que pudiese intentar organizar una resistencia, perdiéndose alrededor de un tercio de la población mundial. Los sobrevivientes están divididos entre aquellos que optaron por adaptarse al nuevo régimen y sirven a los vampiros en cualquier capacidad que les es posible, y los que mantienen una cierta normalidad de su rutina, salvo por los obligatorios sangrados a que necesitan someterse de manera periódica, mientras que los viejos y enfermos son despachados en granjas de sangre de manera expedita e inmisericorde. El ser humano ha sido reemplazado en la cima de la cadena alimenticia.
El Dr. Ephraim Goodweather no es más el líder de la resistencia neoyorquina. Desde la aparente pérdida de Zack, su hijo adolescente, Goodweather se ha convertido en un adicto que pelea contra los vampiros casi en automático, sin tener una motivación real, convirtiéndose en un riesgo de seguridad para sus amigos.
La obligación de mantener en pie la resistencia ha caído mayormente en los hombros de Vasilyi Fet, el antiguo exterminador, y la Dra. Nora Martínez, ex-compañera profesional y sentimental de Goodweather. Fet ha intentado infructuosamente descifrar el contenido del Occido Lumen, el libro dejado atrás por Abraham Setrakian, donde supuestamente reside la clave para destruir a The Master. Cuando todo parece perdido, reaparece el misterioso Mr. Quinlan, un vampiro con su propia vendetta, y quien puede tener la clave para descifrar los misterios del libro y hallar la forma de acabar con el reinado de los vampiros.
La novela mantiene el vertiginoso ritmo narrativo de las dos entregas anteriores, manteniendo el enfoque narrativo en la odisea personal de cada uno de sus personajes principales y permitiendo que la relación padre - hijo entre Ephraim y Zack Goodweather se convierta en el punto central de la historia.
La trilogía completa funciona muy bien como un todo, y sin duda puede considerársele ya como un nuevo clásico de la literatura de vampiros, y una de las mejores series fantásticas de los últimos tiempos.
Absolutamente recomendable.
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