Hace un par de días comenté acerca de Prometheus y de pasada mencioné su relación con Alien, película dirigida en 1989 por el mismo Ridley Scott y la cual es considerada como una de las mejores películas de ciencia ficción de todos los tiempos. Claro que existen muchas personas que piensan que es un error considerarla como una película de ciencia ficción, pues en realidad debería considerársele como una cinta de terror, pero no me parece que debiera haber discusión al respecto, pues contiene elementos de ambos géneros y, de todos, siempre he encontrado que las etiquetas suelen servir para muy poco.
Estaba tentado de ver la película antes del estreno de Prometheus, pero opté por no hacerlo a fin de evitar crearme expectativas demasiado altas o llegar a la sala con ideas preconcebidas de lo que debiera ser la película, quedándome con el recuerdo de hace más de 15 años, cuando la había visto por última vez.
Pero una vez vista Prometheus ya no había excusa, además de que recientemente me encontré a muy buen precio la edición en Blu-ray que incluye tanto la versión original, estrenada en 1979, como la re-edición hecha por el propio Scott en 2003 y conocida como el Director's Cut, aún contra los deseos del director, quien afirma que la versión original le sigue gustando y que los cambios que hizo son menores. Tras ver ambas versiones, estoy totalmente de acuerdo con él, aunque debo admitir que me gusta más la re-edición del 2003.
La nave Nostromo es un remolque que trae hacia la Tierra un cargamento de colonias en galaxias distantes, pero una transmisión de radio la lleva a alterar su ruta y despertar a la tripulación antes de tiempo. No existe forma de saber si la transmisión es un S.O.S. o no, pero los protocolos de misión obligan a la tripulación a investigar su origen y, de ser necesario, asistir a quien la realizó. Esto no cae muy bien con algunos miembros de la tripulación, pero obedecen de todos modos.
La señal proviene de un planetoide que orbita alrededor de un planeta gigante, de entre lo que parece ser una nave estrellada en su superficie. Dallas (Tom Skerrit), el capitán de la misión, desciende al planetoide acompañado por su primer oficial, Kane (John Hurt) y Lambert (Veronica Cartwright), la navegante. Dentro de la nave encuentran los restos de un humanoide gigante y una gran cantidad de vainas semejantes a huevos.
Luego de que uno de estos huevos se abre y una extraña criatura se adhiere al rostro de Kane, Dallas y Lambert se apresuran a llevarlo de regreso a la nave. Sin embargo, la tercer oficial, Ripley (Sigourney Weaver), se rehusa a dejarlos abordar antes de que cumplan con la cuarentena protocolaria, pero Ash (Ian Holm), el oficial científico, abre las compuertas y los deja ingresar a la nave, sin saber la clase de horror que acaba de admitir a bordo.
A pesar de los años, la película sigue siendo una maravilla en lo que a tensión y suspenso se refiere. La razón por la que me gusta más el corte de 2003 es porque algunas de las escenas incorporadas mejoran la narrativa, además de que habían sido removidas con argumentos bastante débiles que tenían que ver con la percepción de excesiva violencia existente a fines de los 1970s.
Si bien los efectos especiales si acusan el paso del tiempo, sobre todo en lo que se refiere a maquillaje y prostéticos (sin retoque digital, claro), la película se conserva a las mil maravillas.
Me sorprendió ver la clase de talento que Scott pudo reunir para interpretar a su tripulación, pues a los actores antes mencionados habría que sumar a Harry Dean Stanton y Yaphett Kotto para completar la tripulación del Nostromo.
Lo que más me sorprendió fue lo escueto de la producción, pues en estos tiempos en que nos hemos acostumbrado a que las películas de género son super-producciones multimillonarias cuesta trabajo imaginar que uno de los hitos de la ciencia ficción cinematográfica haya sido una película tan modesta. Si nunca han visto Alien (que, por cierto, en español se llamaba Alien: El Octavo Pasajero), deberían darle una oportunidad. Y de ser posible, háganlo antes de ver Prometheus, pues hay un par de revelaciones en esta última que pueden alterar la claustrofóbica experiencia de suspenso que representa esta película.
Altamente recomendada.
Estaba tentado de ver la película antes del estreno de Prometheus, pero opté por no hacerlo a fin de evitar crearme expectativas demasiado altas o llegar a la sala con ideas preconcebidas de lo que debiera ser la película, quedándome con el recuerdo de hace más de 15 años, cuando la había visto por última vez.
Pero una vez vista Prometheus ya no había excusa, además de que recientemente me encontré a muy buen precio la edición en Blu-ray que incluye tanto la versión original, estrenada en 1979, como la re-edición hecha por el propio Scott en 2003 y conocida como el Director's Cut, aún contra los deseos del director, quien afirma que la versión original le sigue gustando y que los cambios que hizo son menores. Tras ver ambas versiones, estoy totalmente de acuerdo con él, aunque debo admitir que me gusta más la re-edición del 2003.
La nave Nostromo es un remolque que trae hacia la Tierra un cargamento de colonias en galaxias distantes, pero una transmisión de radio la lleva a alterar su ruta y despertar a la tripulación antes de tiempo. No existe forma de saber si la transmisión es un S.O.S. o no, pero los protocolos de misión obligan a la tripulación a investigar su origen y, de ser necesario, asistir a quien la realizó. Esto no cae muy bien con algunos miembros de la tripulación, pero obedecen de todos modos.
La señal proviene de un planetoide que orbita alrededor de un planeta gigante, de entre lo que parece ser una nave estrellada en su superficie. Dallas (Tom Skerrit), el capitán de la misión, desciende al planetoide acompañado por su primer oficial, Kane (John Hurt) y Lambert (Veronica Cartwright), la navegante. Dentro de la nave encuentran los restos de un humanoide gigante y una gran cantidad de vainas semejantes a huevos.
Luego de que uno de estos huevos se abre y una extraña criatura se adhiere al rostro de Kane, Dallas y Lambert se apresuran a llevarlo de regreso a la nave. Sin embargo, la tercer oficial, Ripley (Sigourney Weaver), se rehusa a dejarlos abordar antes de que cumplan con la cuarentena protocolaria, pero Ash (Ian Holm), el oficial científico, abre las compuertas y los deja ingresar a la nave, sin saber la clase de horror que acaba de admitir a bordo.
A pesar de los años, la película sigue siendo una maravilla en lo que a tensión y suspenso se refiere. La razón por la que me gusta más el corte de 2003 es porque algunas de las escenas incorporadas mejoran la narrativa, además de que habían sido removidas con argumentos bastante débiles que tenían que ver con la percepción de excesiva violencia existente a fines de los 1970s.
Si bien los efectos especiales si acusan el paso del tiempo, sobre todo en lo que se refiere a maquillaje y prostéticos (sin retoque digital, claro), la película se conserva a las mil maravillas.
Me sorprendió ver la clase de talento que Scott pudo reunir para interpretar a su tripulación, pues a los actores antes mencionados habría que sumar a Harry Dean Stanton y Yaphett Kotto para completar la tripulación del Nostromo.
Lo que más me sorprendió fue lo escueto de la producción, pues en estos tiempos en que nos hemos acostumbrado a que las películas de género son super-producciones multimillonarias cuesta trabajo imaginar que uno de los hitos de la ciencia ficción cinematográfica haya sido una película tan modesta. Si nunca han visto Alien (que, por cierto, en español se llamaba Alien: El Octavo Pasajero), deberían darle una oportunidad. Y de ser posible, háganlo antes de ver Prometheus, pues hay un par de revelaciones en esta última que pueden alterar la claustrofóbica experiencia de suspenso que representa esta película.
Altamente recomendada.
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