
Se trató de una experiencia fresca y original, representando una alternativa a las tontas comedias adolescentes que Hollywood sigue clonando una y otra vez, o a las pueriles e inmaduras idioteces que Judd Apatow y sus amigos consideran chistosas. En su momento, claro, la comenté aquí. Lamentablemente conceptos como frescura y originalidad no son bien entendidos y como suele ocurrir, algún ejecutivo halló el modo de echar a perder otro concepto al convertirlo en franquicia.
El director, Todd Philips, regresa para encabezar The Hangover part II, pero no así los guionistas Jon Lucas y Scott Moore, y puede ser que ahí haya estado el problema. Philips co-escribió el guión con Craig Mazin y Scot Armstrong, y es difícil explicar quien puede haber tomado semejante decisión pero ahí está la explicación para entender porque la película resultó tan diferente a la original. O mejor dicho, tan parecida.

Tal y como dice el slogan, la manada está de vuelta. Tras la accidentada depedida de soltero de Doug (Justin Bartha) en Las Vegas, todos retomaron sus vidas de manera normal. Pero ahora, un par de años después, es Stu (Ed Helms) quien se va a casar. Recordando aquella aventura Stu ha decidido no tener una despedida de soltero. Además, Lauren (Jamie Chung), su novia ,quiere casarse cerca de su familia, en una paradisiaca isla en el archipiélago de Tailandia, así que lejos de casa (y de Las Vegas) todo debiera estar bien.

Tras una cena con la familia de Lauren en la que lo único que queda claro es que Stu no tiene ni el afecto ni el respeto de su suegro, todos se disponen a dormir. Sin embargo, el grupo de amigos decide compartir una cerveza en la playa y, tal como era de esperarse, las cosas cambian drásticamente de rumbo.

Lo que sigue es algo más de una hora de un refrito desvergonzado de la primera película. Así, sin mayores aspavientos o al menos la pretensión de hacer algo diferente. Simplemente hay que intercambiar Las Vegas por Bangkok, el tigre por el simio, y perder a alguien que no sea Doug. Obviamente esto significa que muchas de las bromas presentes en la película harán reír a la mayoría de la gente, incluso cuando muchos sean chistes que ya conocen.
Sería deshonesto de mi parte afirmar que es insufrible o realmente mala, porque no es así. Pero sería igualmente dañino que me atreviese a recomendarla con la conciencia tranquila. Honestamente, solo paguen por verla si no tienen nada mejor que hacer con hora y media de su vida o si de plano no tienen otra opción. Para el precio actual de los boletos de cine creo que es probable comprarse el DVD de la primera parte por menos de lo que cuestan dos entradas y, créanme, la van a disfrutar más. No desperdicien su dinero.
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