
El mismo Singer se encargó de llevar a la pantalla la secuela, X2, en el 2003, logrando incluso superar el éxito y aceptación de aquella primera entrega. Lamentablemente, diferencias surgidas entre Fox, el estudio productor de las películas, y Singer luego que éste aceptará dirigir Superman Returns para Warner, llevaron a la salida del director de la producción de la tercera entrega de la serie, misma que sufrió entonces múltiples cambios y retrasos.
Matthew Vaughn sonaba como el director más viable a encargarse del proyecto, pero tras percatarse del caos y desorganización reinante en Fox, además de las irreales fechas de producción y post-producción, y del hecho de que iniciaría la filmación sin tener un guión terminado, el director británico optó por hacerse a un lado, abriendo la puerta a la llegada de Brett Ratner, quien sería el responsable del desastre conocido como X-Men: The Last Stand, estrenada en 2006.

Afortunadamente la productora, Lauren Shuler-Donner, tuvo la claridad de mente para traer de vuelta a la franquicia a Bryan Singer para trabajar en el desarrollo de una precuela/reboot/serie paralela bajo el título de X-Men: First Class (X-Men: Primera Generación). Compromisos contraídos por Singer le impidieron asumir control total del proyecto, pero contribuyó a desarrollar la historia y se convirtió en uno de los productores. Para dirigir la película se contrataron los servicios de Matthew Vaughn, quien reclutó a su habitual colaboradora, Jane Goldman, para trabajar en el guión.

Eso llama la atención de Schmidt, el científico a cargo del campo, quien decide adoptar como proyecto personal el liberar el potencial de Erik sin importar los métodos que tenga que usar para lograrlo. Dieciocho años después, Erik (Michael Fassbender) está buscando a los responsables de su sufrimiento y miseria en el campo de concentración para vengarse de ellos, particularmente de Schmidt, y esa búsqueda lo llevará a América.

Tras descubrir accidentalmente la existencia de seres con habilidades especiales, Moira decide buscar la asistencia de un especialista en genética. Xavier (James McAvoy), aún acompañado por Raven (Jennifer Lawrence), a quien presenta como su hermana, está por graduarse como profesor en genética en una prestigiosa universidad suiza. Moira busca su asistencia para convencer a sus superiores de que lo que enfrentan es algo más que un simple grupo de disidentes con ideas antiamericanas.

X-Men: First Class está ambientada a principios de los 1960s y, de hecho, el climax de la historia tiene lugar durante la histórica crisis de los misiles de Cuba, en octubre de 1962, durante el gobierno del presidente John F. Kennedy. Este es un detalle que causó controversia cuando se anunció, pues el sentar fechas specíficas en la ficción, sobre todo cuando hablamos de comics, suele traer más problemas que beneficios. Y sin embargo, funciona.

Por necesidad la historia se centra en los personajes de Erik y Xavier, explicando como dos individuos tan diferentes entre si pueden llegar a convertirse en amigos, y como las mismas diferencias que los unen terminan por convertirse el lo que los separa, dejándolos en bandos opuestos de un dilema que no tiene una solución fácil.

Las actuaciones en general son bastante sólidas -excepto January Jones, quien luce preciosa como Emma Frost pero no actúa así su vida dependa de ello- y me atrevería a destacar el trabajo de Fassbender y MacAvoy, quienes logran posesionarse de sus personajes aún a pesar de las definitorias actuaciones de sus antecesores, Sir Ian McKellen y Patrick Sewart, respectivamente.

Entiendo que a muchos les molestó que los mutantes que conforman este primer equipo no sean los miembros del equipo original del comic, con la única excepción de Beast, pero me parece que los personajes elegidos eran los ideales para la historia que se quería contar. Por otro lado, me gustaría hacer incapié en que es un error considerar a First Class como una precuela de las tres películas producidas durante la década pasada. Si bien es cierto que existe una afinidad y congruencia, particularmente con las dos películas dirigidas por Bryan Singer -reforzada por un par de cameos-, la idea es que First Class se convierta en una franquicia propia y con una continuidad separada de aquellas películas.

Concluyendo, X-Men: First Class es una entretenida película, bien escrita y dirigida y con una balanceada mezcla de acción, intriga y humor. Todo fan de comics -sobre todo de superhéroes- debiera deleitarse con ella, en tanto que para aquellos no familiarizados con el medio o el género, representará una entretenida experiencia escapista con más cerebro y emociones de las que Hollywood suele ofrecer.

Altamente recomendada.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
¿Opiniones, quejas, comentarios?