Tim Powers se ha convertido rápidamente en un muy grato descubrimiento, pues no es un secreto mi gusto por la ficción fantástica y la ciencia ficción, géneros en los que el autor norteamericano es excelente, si no que también soy un aficionado de la historia, misma que parece ser pasión secreta para este escritor.
Sus novelas ocurren casi siempre en el pasado, en una época y lugar perfectamente definidos y delimitados. En ellas se incluyen detalles sobre personajes y sucesos reales y debidamente documentados, mismos que se entrelazan con las creaciones e historias de Powers, enriqueciéndolas de una manera muy especial. Hace casi un año comenté aquí On Stranger Tides y lamenté el hecho de que Disney adquiriera los derechos solo para producir otra olvidable secuela de Pirates of the Caribbean, y ahora toca turno a The Anubis Gates.
The Anubis Gates es una novela que me causaba curiosidad mucho antes de tener alguna idea de su contenido o temática, pues había visto su portada -al menos una de ellas- en varios anuncios de un club de lectura especializado en ciencia ficción. La imagen mostraba dioses egipcios junto con elementos contemporáneos, lo que me parecía bastante inusual para un libro de ciencia ficción.
Lamentablemente el club en cuestión solo ofrecía servicio a los Estados Unidos y Canadá, así que mi curiosidad quedó insatisfecha durante varios años. Afortunadamente la globalización y la apertura de gran cantidad de librerías en línea con servicio internacional me ayudó a resolver el problema hace unos meses y finalmente pude averiguar de que iba el asunto.
En 1802 un grupo de magos egipcios planea acabar con el imperio británico y regresar a su nación a la gloria que vivió siglos atrás. Dado que el dominio británico en aquel país ha acabado casi por completo con el culto a sus viejos dioses, el plan de los magos es traer a los dioses desde la dimensión donde se encuentran cautivos y desatar todo su poder y furia sobre Londres y el imperio. Para ello realizan un ritual que les permitirá abrir un portal en el espacio tiempo, una de las llamadas Puertas de Anubis, haciendo alusión al papel de ese dios como el guardián entre los mundos.
Su ritual fracasa, pero provoca la apertura de varias puertas localizadas alrededor del mundo a lo largo de varios siglos, al tiempo que deja a un hechicero inmortal suelto por las calles de Londres, víctima de un peculiar padecimiento que lo convertirá prácticamente en un mito londinense.
Casi doscientos años más tarde, a mediados de los 1980s, Brendan Doyle, un intelectual y catedrático norteamericano especializado en los poetas del romanticismo británico de principios del siglo XIX es llamado a Inglaterra por el industrial y millonario J. Cochran Darrow, quien le ofrece una fuerte suma de dinero a cambio de un día de sus servicios. Doyle piensa que el excéntrico millonario quiere una plática privada acerca de Samuel Taylor Coleridge, uno de los poetas en que él se especializa, pero ese no es el caso.
Darrow ha descubierto las puertas y, más aún, un método para predecir el tiempo y lugar en que éstas se localizan y por cuanto tiempo permanecen abiertas. Más sorprendente aún, afirma haber desarrollado la tecnología para poder utilizarlas de manera segura para visitar otras épocas y regresar sano y salvo al presente. La razón por la que requiere los servicios de Doyle es que ha organizado una excursión para atender a una plática de Coleridge en 1810 y necesita un experto que pueda atender las dudas de los aficionados y escolares que le están pagando un millón de dólares por cabeza para asistir a dicha plática. Superado su escepticismo Doyle accede a participar y pronto se encuentra enfundado en indumentaria de la época y listo para hacer el extraordinario viaje.
La travesía es un éxito y todos están encantados, pero cuando se disponen a regresar Doyle, quien se ve separado momentáneamente del grupo, es secuestrado por el Doctor Romany, uno de los magos egipcios, quien tiene vigiladas las puertas y desea saber de donde viene el grupo de turistas y como es que han hecho uso del portal en cuestión. La expedición regresa al presente mientras Doyle queda abandonado a su suerte y en manos de alguien dispuesto a torturarlo para extraerle todo lo que sabe.
Con un poco de suerte Doyle logra escapar y regresar a Londres, donde pronto descubre que ni todo su conocimiento de la época servirá para hacer su vida en el siglo XIX más fácil. Sin dinero ni trabajo y con su salud en constante deterioro, Doyle necesitará hacer uso de todo su conocimiento e inteligencia para intentar sobrevivir o hallar algún modo de volver al presente.
Intrigas, aventuras, organizaciones secretas de guerreros ocultistas y más viajes en el tiempo aderezan una fascinante y entretenida novela de aventuras, llena de personajes tanto ficticios como históricos que resultan tan interesantes y atractivos como el protagonista de la historia. Paradojas evitadas, coincidencias recurrentes, y el misterio de un mítico asesino serial son solo una parte de lo que hace de esta novela uno de los libros más absorbentes con los que me haya topado en mucho tiempo.
El estilo narrativo de Powers es limpio y dinámico, concentrándose en la acción y los personajes y solo deteniéndose en descripciones solo cuando éstas tienen relevancia para lo que ocurre en la historia, lo que hace que su lectura sea ágil y muy ligera aún a pesar de la gran cantidad de información que maneja. La novela apareció en 1983 y ganó el premio Philip K. Dick por Mejor Novela de ciencia ficción, además de haber sido nominada al British Science Fiction Award, y al Locus por Mejor Novela de Fantasía, pero más allá de esos premios se ha convertido ya en una de mis novelas de género favoritas.
Lectura ampliamente recomendada.
Sus novelas ocurren casi siempre en el pasado, en una época y lugar perfectamente definidos y delimitados. En ellas se incluyen detalles sobre personajes y sucesos reales y debidamente documentados, mismos que se entrelazan con las creaciones e historias de Powers, enriqueciéndolas de una manera muy especial. Hace casi un año comenté aquí On Stranger Tides y lamenté el hecho de que Disney adquiriera los derechos solo para producir otra olvidable secuela de Pirates of the Caribbean, y ahora toca turno a The Anubis Gates.
The Anubis Gates es una novela que me causaba curiosidad mucho antes de tener alguna idea de su contenido o temática, pues había visto su portada -al menos una de ellas- en varios anuncios de un club de lectura especializado en ciencia ficción. La imagen mostraba dioses egipcios junto con elementos contemporáneos, lo que me parecía bastante inusual para un libro de ciencia ficción.
Lamentablemente el club en cuestión solo ofrecía servicio a los Estados Unidos y Canadá, así que mi curiosidad quedó insatisfecha durante varios años. Afortunadamente la globalización y la apertura de gran cantidad de librerías en línea con servicio internacional me ayudó a resolver el problema hace unos meses y finalmente pude averiguar de que iba el asunto.
En 1802 un grupo de magos egipcios planea acabar con el imperio británico y regresar a su nación a la gloria que vivió siglos atrás. Dado que el dominio británico en aquel país ha acabado casi por completo con el culto a sus viejos dioses, el plan de los magos es traer a los dioses desde la dimensión donde se encuentran cautivos y desatar todo su poder y furia sobre Londres y el imperio. Para ello realizan un ritual que les permitirá abrir un portal en el espacio tiempo, una de las llamadas Puertas de Anubis, haciendo alusión al papel de ese dios como el guardián entre los mundos.
Su ritual fracasa, pero provoca la apertura de varias puertas localizadas alrededor del mundo a lo largo de varios siglos, al tiempo que deja a un hechicero inmortal suelto por las calles de Londres, víctima de un peculiar padecimiento que lo convertirá prácticamente en un mito londinense.
Casi doscientos años más tarde, a mediados de los 1980s, Brendan Doyle, un intelectual y catedrático norteamericano especializado en los poetas del romanticismo británico de principios del siglo XIX es llamado a Inglaterra por el industrial y millonario J. Cochran Darrow, quien le ofrece una fuerte suma de dinero a cambio de un día de sus servicios. Doyle piensa que el excéntrico millonario quiere una plática privada acerca de Samuel Taylor Coleridge, uno de los poetas en que él se especializa, pero ese no es el caso.
Darrow ha descubierto las puertas y, más aún, un método para predecir el tiempo y lugar en que éstas se localizan y por cuanto tiempo permanecen abiertas. Más sorprendente aún, afirma haber desarrollado la tecnología para poder utilizarlas de manera segura para visitar otras épocas y regresar sano y salvo al presente. La razón por la que requiere los servicios de Doyle es que ha organizado una excursión para atender a una plática de Coleridge en 1810 y necesita un experto que pueda atender las dudas de los aficionados y escolares que le están pagando un millón de dólares por cabeza para asistir a dicha plática. Superado su escepticismo Doyle accede a participar y pronto se encuentra enfundado en indumentaria de la época y listo para hacer el extraordinario viaje.
La travesía es un éxito y todos están encantados, pero cuando se disponen a regresar Doyle, quien se ve separado momentáneamente del grupo, es secuestrado por el Doctor Romany, uno de los magos egipcios, quien tiene vigiladas las puertas y desea saber de donde viene el grupo de turistas y como es que han hecho uso del portal en cuestión. La expedición regresa al presente mientras Doyle queda abandonado a su suerte y en manos de alguien dispuesto a torturarlo para extraerle todo lo que sabe.
Con un poco de suerte Doyle logra escapar y regresar a Londres, donde pronto descubre que ni todo su conocimiento de la época servirá para hacer su vida en el siglo XIX más fácil. Sin dinero ni trabajo y con su salud en constante deterioro, Doyle necesitará hacer uso de todo su conocimiento e inteligencia para intentar sobrevivir o hallar algún modo de volver al presente.
Intrigas, aventuras, organizaciones secretas de guerreros ocultistas y más viajes en el tiempo aderezan una fascinante y entretenida novela de aventuras, llena de personajes tanto ficticios como históricos que resultan tan interesantes y atractivos como el protagonista de la historia. Paradojas evitadas, coincidencias recurrentes, y el misterio de un mítico asesino serial son solo una parte de lo que hace de esta novela uno de los libros más absorbentes con los que me haya topado en mucho tiempo.
El estilo narrativo de Powers es limpio y dinámico, concentrándose en la acción y los personajes y solo deteniéndose en descripciones solo cuando éstas tienen relevancia para lo que ocurre en la historia, lo que hace que su lectura sea ágil y muy ligera aún a pesar de la gran cantidad de información que maneja. La novela apareció en 1983 y ganó el premio Philip K. Dick por Mejor Novela de ciencia ficción, además de haber sido nominada al British Science Fiction Award, y al Locus por Mejor Novela de Fantasía, pero más allá de esos premios se ha convertido ya en una de mis novelas de género favoritas.
Lectura ampliamente recomendada.
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