Creo que el género de horror ha resultado el más golpeado por la reciente oleada de remakes que se ha dado en Hollywood, y si utilizo ese verbo en particular es porque los resultados, salvo escasas excepciones (de momento solo recuerdo Dawn of the Dead, The Hills Have Eyes y The Crazies) han sido horrorosos, más no horroríficos. La más reciente víctima de estos inescrupulosos y poco creativos ejecutivos es el clásico de Wes Craven A Nightmare on Elm Street (Pesadilla en la Calle del Infierno), dirigida en esta ocasión por Samuel Bayer y producida por Michael Bay, quien parece dispuesto a arrasar con el género, pues también fue a través de su productora que se hicieron los remakes de The Texas Chainsaw Massacre (La Masacre de Texas) y Friday The 13th (Viernes 13).
Quiero aclarar que la sola idea de que decidieran intentar "recrear" la historia de un personaje tan icónico y arraigado dentro de la cultura popular como Freddy Krueger me molestó desde que se hizo el anuncio. Cuando se reveló que Jackie Earle Haley sería el encargado de dar vida a Freddy para esta nuevas versión, pensé que la película tal vez tenía una oportunidad de al menos resultar entretenida al tener a un buen actor en el papel protagónico, además de contar con los avances tecnológicos suficientes como para hacerla visualmente espectacular, así que empecé a considerar la idea de darle una oportunidad. Craso error de consideración de mi parte.
Curiosamente la distribuidora decidió no utilizar el nombre en español de la versión original, optando por traducir de una manera más fiel y estrenándola como Pesadilla en la Calle Elm. Nancy (Rooney Mara), Kris (Katie Cassidy), Quentin (Kyle Gallner), Jesse (Thomas Dekker) and Dean (Kellan Lutz) son un grupo de adolescentes de la misma edad que viven en la calle Elm y asisten a la misma escuela. Dean y Kris son pareja, y durante una cita en una cafetería, él se queda dormido en la mesa. En su sueño ve a un hombre que viste un maltratado suéter de franjas rojas y verdes y utiliza un sombrero fedora que oculta a medias un rostro desfigurado por el fuego. El hombre en cuestión porta también un guante de jardinero que termina en cuatro afiladas navajas, mismas que utiliza para cortarle el cuello a Dean, aunque para Kris y para Nancy, quien trabaja como mesera en el lugar, da la impresión de que él mismo se cortó.
Poco a poco se va revelando que todos los chicos han tenido sueños con la misma persona, además de que algunas pistas indican que se conocen desde pequeños, aún cuando ninguno de ellos lo recuerda. Cuando intentan interrogar al respecto a sus padres, estos niegan cualquier relación previa entre ellos. Una vez que se revela el nombre del hombre en sus sueños como Freddy Krueger (Haley), sus padres se muestran afectados pero se rehusan a hablar, incluso cuando el misterioso asesino empieza a matarlos uno por uno mientras duermen, razón por la que algunos de ellos empiezan a buscar maneras de permanecer despiertos a como de lugar.
La película tiene toda clase de problemas -empezando por su existencia misma-, desde la historia hasta las actuaciones y pasando por la dirección y ambientación. En vez de utilizar una historia nueva incorporando elementos de las diferentes películas que componen la saga original, se optó por utilizar como base la historia de Craven para la primera película pero agregando detalles al origen de Freddy. Eso me pareció un error porque se concentraron tanto en construir la despreciable figura del pedófilo que Freddy fue en vida, que éste resulta una distracción que mina fuerza a la versión onírica y sobrenatural del personaje.
Haley hace un buen trabajo recreando a Freddy, pero el guión no le da mucho con que trabajar. Los productores decidieron que Freddy no debía tener un sentido del humor tan marcado como en la versión de Robert Englund, pues todo mundo sabe que un asesino que cuenta chistes mientras tortura y asesina gente no espanta a nadie, claro. Luego viene la cuestión de la voz, pues aparentemente lo que hizo Haley con ella remitía inmediatamente a su papel de Rorschach en Watchmen, por lo que se decidió procesarla digitalmente para darle una reverberancia adicional, aunque el resultado deja mucho que desear. Tras todos esos esfuerzos de la producción por anular al principal atractivo de la franquicia, solo restaban las requeridas víctimas.
No sé si fue el casting, el guión, los actores, o la dirección, pero uno termina por no preocuparse por el destino de ninguno de los protagonistas. El guión nunca le da personalidad a ninguno de ellos, por lo que se convierten prácticamente en extras que van por la vida tratando de no dormirse aún cuando uno se pregunta si realmente están despiertos. Ninguno de ellos logra jamás convencer a nadie de que no quieren morir, que realmente les importa estar vivos -salvo uno a quien solo conocemos por una entrada de su videoblog- y el resultado es que a nosotros tampoco nos importa.
Un amigo me preguntó porque perdía mi tiempo y dinero viendo esta clase de películas cuando estaba seguro de que no serían buenas. He de confesar que me ganó un poco el morbo y que, como mencioné antes, creí que podría llegar al menos a ser entretenida. Para lo que sirvió fue para demostrar una vez más que el cine no es cuestión de presupuestos o de efectos especiales, si no de historias, de narradores -guionistas y directores- y de actores capaces de dar vida a esas historias. Además, puede considerársele como un servicio a la comunidad: yo las sufro para que ustedes ahorren y ocupen su tiempo en asuntos más satisfactorios.
Evítenla en la medida de lo posible.
Quiero aclarar que la sola idea de que decidieran intentar "recrear" la historia de un personaje tan icónico y arraigado dentro de la cultura popular como Freddy Krueger me molestó desde que se hizo el anuncio. Cuando se reveló que Jackie Earle Haley sería el encargado de dar vida a Freddy para esta nuevas versión, pensé que la película tal vez tenía una oportunidad de al menos resultar entretenida al tener a un buen actor en el papel protagónico, además de contar con los avances tecnológicos suficientes como para hacerla visualmente espectacular, así que empecé a considerar la idea de darle una oportunidad. Craso error de consideración de mi parte.
Curiosamente la distribuidora decidió no utilizar el nombre en español de la versión original, optando por traducir de una manera más fiel y estrenándola como Pesadilla en la Calle Elm. Nancy (Rooney Mara), Kris (Katie Cassidy), Quentin (Kyle Gallner), Jesse (Thomas Dekker) and Dean (Kellan Lutz) son un grupo de adolescentes de la misma edad que viven en la calle Elm y asisten a la misma escuela. Dean y Kris son pareja, y durante una cita en una cafetería, él se queda dormido en la mesa. En su sueño ve a un hombre que viste un maltratado suéter de franjas rojas y verdes y utiliza un sombrero fedora que oculta a medias un rostro desfigurado por el fuego. El hombre en cuestión porta también un guante de jardinero que termina en cuatro afiladas navajas, mismas que utiliza para cortarle el cuello a Dean, aunque para Kris y para Nancy, quien trabaja como mesera en el lugar, da la impresión de que él mismo se cortó.
Poco a poco se va revelando que todos los chicos han tenido sueños con la misma persona, además de que algunas pistas indican que se conocen desde pequeños, aún cuando ninguno de ellos lo recuerda. Cuando intentan interrogar al respecto a sus padres, estos niegan cualquier relación previa entre ellos. Una vez que se revela el nombre del hombre en sus sueños como Freddy Krueger (Haley), sus padres se muestran afectados pero se rehusan a hablar, incluso cuando el misterioso asesino empieza a matarlos uno por uno mientras duermen, razón por la que algunos de ellos empiezan a buscar maneras de permanecer despiertos a como de lugar.
La película tiene toda clase de problemas -empezando por su existencia misma-, desde la historia hasta las actuaciones y pasando por la dirección y ambientación. En vez de utilizar una historia nueva incorporando elementos de las diferentes películas que componen la saga original, se optó por utilizar como base la historia de Craven para la primera película pero agregando detalles al origen de Freddy. Eso me pareció un error porque se concentraron tanto en construir la despreciable figura del pedófilo que Freddy fue en vida, que éste resulta una distracción que mina fuerza a la versión onírica y sobrenatural del personaje.
Haley hace un buen trabajo recreando a Freddy, pero el guión no le da mucho con que trabajar. Los productores decidieron que Freddy no debía tener un sentido del humor tan marcado como en la versión de Robert Englund, pues todo mundo sabe que un asesino que cuenta chistes mientras tortura y asesina gente no espanta a nadie, claro. Luego viene la cuestión de la voz, pues aparentemente lo que hizo Haley con ella remitía inmediatamente a su papel de Rorschach en Watchmen, por lo que se decidió procesarla digitalmente para darle una reverberancia adicional, aunque el resultado deja mucho que desear. Tras todos esos esfuerzos de la producción por anular al principal atractivo de la franquicia, solo restaban las requeridas víctimas.
No sé si fue el casting, el guión, los actores, o la dirección, pero uno termina por no preocuparse por el destino de ninguno de los protagonistas. El guión nunca le da personalidad a ninguno de ellos, por lo que se convierten prácticamente en extras que van por la vida tratando de no dormirse aún cuando uno se pregunta si realmente están despiertos. Ninguno de ellos logra jamás convencer a nadie de que no quieren morir, que realmente les importa estar vivos -salvo uno a quien solo conocemos por una entrada de su videoblog- y el resultado es que a nosotros tampoco nos importa.
Un amigo me preguntó porque perdía mi tiempo y dinero viendo esta clase de películas cuando estaba seguro de que no serían buenas. He de confesar que me ganó un poco el morbo y que, como mencioné antes, creí que podría llegar al menos a ser entretenida. Para lo que sirvió fue para demostrar una vez más que el cine no es cuestión de presupuestos o de efectos especiales, si no de historias, de narradores -guionistas y directores- y de actores capaces de dar vida a esas historias. Además, puede considerársele como un servicio a la comunidad: yo las sufro para que ustedes ahorren y ocupen su tiempo en asuntos más satisfactorios.
Evítenla en la medida de lo posible.