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octubre 09, 2004

Melting Pot (ó Mi Vida en Música, Segunda Parte)

Proseguimos entonces.

Como he mencionado anteriormente, en 1982 me mudé a vivir a casa de mis abuelos y esto trajo muchos cambios. Y como en toda buena película, el soundtrack debe reflejar el mood de la historia.

Tal vez el factor determinante que influyó en la formación de mis gustos musicales fue la diversidad de personalidades representada por mis tíos. Mi madre era la tercera de nueve hermanos y cuando nos mudamos con mis abuelos aún permanecían solteros cuatro de ellos, todos varones. Siendo todos ellos menores que mi madre, la "brecha generacional" entre ellos y yo realmente no era tan grande y la convivencia era bastante amena.

En cuanto a sus gustos musicales, empecemos por el mayor de ellos, Guillermo, de quien no estoy seguro pero debe ser unos diecinueve o veinte años mayor que yo. Dibujante técnico (hacía diagramas y rótulos para Deltra, maquilador y distribuidor en México de Sony y Hitachi) y aficionado a la electrónica. Nunca he visto una mayor colección de radios de fabricación casera. Fanático empedernido de The Beatles y de la gran mayoría del pop y rock de los años sesenta -exceptuando a los Rolling Stones, a quienes su vocación de fan del Cuarteto de Liverpool obligaba a detestar- y poseedor de una enorme y variada fonoteca.

Pedro, Contador en diferentes empresas dedicadas a la electrónica, pasó por su etapa disco y gustaba de escuchar pop en inglés. Quince años mayor que yo. A la fecha es gran fan de Neil Diamond, Phil Collins y demás aberraciones musicales por el estilo. A pesar de mis esfuerzos para impedirlo, actualmente se encuentra en su etapa "Niu Eich" con una debilidad especial por Enya y Yanni.

Gerardo. Arquitecto, trece años delante de mi. Estudiante universitario en aquellos años, gustaba de toda clase de cosas que yo encontraba rarísimas. Oscar Chávez, Pablo Milanés, Tania Libertad, Eugenia León, etc. Música prehispánica de México y Sudamérica y varias muestras de aquello que hoy en día llamamos World Music.

Juan Carlos. Todólogo y Nadálogo. Nueve años y medio mayor que yo. Fue con quien tuve una relación más cercana. De más chico él acostumbraba pasar mucho tiempo en nuestra casa -recientemente confesó que esto era principalmente porque en su casa no lo dejaban ver caricaturas- y en esos años yo pasaba mucho tiempo con él. Estudiante del Colegio de Bachilleres en ese entonces, por él descubrí el Hard Rock, el New Wave, el New Romantic y demás subgéneros populares de los años ochenta. Fan de Scorpions, AC/DC, Van Halen y Madness, era sin duda la persona en esa casa con gustos más cercanos a las necesidades de un incipiente pre-puberto como yo.

Sumemos a esta ecléctica variedad que mi abuelo gustase de escuchar música mexicana de los años cincuenta -Jorge Negrete, Pedro Infante y Luis Aguilar incluídos; y que mi mamá había desarrollado un gusto muy particular por la música de rondallas y estudiantinas, y pueden ustedes irse haciendo una idea de la clase de soundtrack que ambientó mi vida entre los ocho y los doce o trece años.

Y supongo que es momento de pausar otra vez a fin de no hacer esto tan largo. En la próxima entrega echaremos un vistazo a las primeras influencias no familiares y al comienzo de mi propia colección fonográfica.

octubre 07, 2004

Mi Vida en Música

Ayer posteé en La Hoguera un texto acerca del asesino de John Lennon, y creo que ese es un buen pretexto para hablar un poco de música.

Cuando la gente se entera de mis gustos musicales generalmente se muestra extrañada por la diversidad de géneros. Pero antes de mencionar algunos ejemplos quiero hablar un poco sobre la música que ha constituido el Soundtrack de mi vida. Supongo que sería muy difícil tratar de ubicar la música que rodeo mis primeros años, pero haré un intento basándome en los discos más viejos que recuerdo.

Sé, por ejemplo, que en mis fiestas de cumpleaños el fondo siempre eran discos de Cepillín, y a veces de Parchís. Mis discos de Parchís tuvieron un origen digno de mencionar. Tengo dos primos, hermanos entre sí, cuyos cumpleaños eran el mismo mes con menos de quince días de diferencia, razón por la cual sus padres celebraban una sola fiesta. Y durante una de estas fiestas, al abrir los regalos, se toparon con siete discos de Parchís. Yup, siete. Tres de uno y cuatro de otro. Así que mis discos fueron resultado de un excedente de regalos iguales.

En mi casa la única persona que escuchaba radio era mi madre, quien escuchaba Radio Joya. Creo que aún programan el mismo tipo de música actualmente: baladas en español. Así que mis primeros años, al menos hasta entrar a la escuela, transcurrieron con un fondo musical integrado por José José, Juan Gabriel, Camilo Sesto, Napoleón, José Luis Perales, y demás cantantes por el estilo.

Una vez en la escuela creo que eso cambio. Yo pasaba las tardes viendo la televisión (caricaturas mayormente) o jugando con mis vecinos. Así que la música que me acompañaba era la utilizada para sonorizar las caricaturas. Los temas musicales de muchas de las series que acostumbraba seguir aún forman parte de mis recuerdos. De destacarse entre estos pudiese ser el trabajo de Henry Mancini musicalizando a la Pantera Rosa y al Inspector Closeau.

Y debe haber sido en esa época cuando tuve mi primer acercamiento con la música clásica gracias a las caricaturas precisamente, ya que los Looney Tunes siguen siendo una de las series con mejor selección musical de todos los tiempos. Y no hay que olvidar Fantasía y las Silly Symphonies de Disney (que aparecían en el programa “Disneylandia”).

Bueno, pues supongo que esto es todo lo que puedo mencionar acerca de esos años, así que se queda para otra ocasión la continuación de este recuento. Así que queda la invitación para la próxima, cuando llegará hasta ahí, hasta sus pantallas, el siguiente bloque de este recuento musical, reanudándose a partir de ese año favorito de este blog: 1982.

febrero 08, 2007

El retorno de The Police

Hace un par de años dediqué algunos posts a hablar de la música y su papel en algunos momentos de mi vida, y en ellos mencioné el origen de algunas de mis preferencias musicales, aunque es necesario decir que nunca completé lo que quería con esos textos. Por ejemplo, nunca hablé de lo que escucho en la actualidad o de cuales han sido mis grupos o artistas favoritos en diferentes etapas de mi vida.

Por tanto, nunca hablé de los primeros grupos que descubrí fuera de casa o del impacto que algunos de estos tuvieron en mi forma de apreciar la música. Y ahí es donde entra The Police.


No sé a ciencia cierta como fue que escuché por primera vez al trío británico formado por Gordon Summer (alias Sting), Stewart Copeland y Andy Summers. Tal vez fue por el menor de mis tíos -creo recordar que él o alguno de sus hermanos tenían un par de sencillos, de los de 12 pulgadas-, o quizás por alguna canción en la radio, la verdad no lo recuerdo. Pero si recuerdo como me impresionó la energía que impregnaba su música.

Surgidos de una escena musical donde predominaba el punk, The Police ofrecía una mezcla de ritmos e influencias que iban desde el jazz hasta los ritmos afroantillanos y pasando por casi cualquier punto intermedio, con tintes de punk, soul, rock progresivo y rythm & blues. Es muy probable que cuando descubrí a este extraordinario grupo ya se hubieran desbandado, pues su último album de estudio es el Synchronicity, de 1983.

A mi parecer lo único que los mantenía juntos era el hecho de estar siempre ocupados y en movimiento. Miles Copeland, el manager de la banda y hermano del baterista, tenía una idea bastante clara de hasta donde quería llevar al grupo y de lo que tenía que hacer para conseguirlo. Estrategias mercadotécnicas inusuales y una constante presencia del grupo en los escenarios y en la mente del público eran parte esencial de su plan, así que el grupo llegó a tocar dos y hasta tres veces la misma noche y no interrumpían las giras ni siquiera para entrar al estudio de grabación, y durante casi cuatro años llevaron un ritmo de vida vertiginoso que no les dejaba tiempo ni para pelear.

Después de la gira de promoción de su último disco el grupo decidió tomarse unas vacaciones y ese fue el fin. Las diferencias entre ellos, tanto creativas como de personalidad, eran demasiado grandes para seguir siendo ignoradas. La grabación del nuevo disco fue abortada y en su lugar se editó una recopilación de éxitos. Por separado Sting tuvo un brillante y prometedor inicio de carrera con discos extraordinarios como The Dream of the Blue Turtles, Nothing Like the Sun y The Soul Cages, pero poco a poco su carrera se fue moviendo en dirección al género comúnmente identificado como "adulto contemporáneo". Stewart Copeland se dedicó a musicalizar películas y series de TV con relativo éxito y Andy Summers a hacer música más personal sin grupo de acompañamiento.

Se reunieron en 1992 para dar un palomazo en la recepción de la boda de Sting y en el 2003 durante su inducción al Salón de la Fama del Rock & Roll. Ahora se anuncia que el grupo se presentará el próximo domingo en la entrega de los premios Grammy y hay fuertes rumores de que iniciarían una gira de reunión más adelante en el año. La idea me tiene con sentimientos encontrados. Si bien me encantaría verlos tocar en vivo, no sé si realmente pueda ser una experiencia similar a la que representaban hace 25 años.

Después de todo, no es lo mismo Los Tres Mosqueteros...

octubre 16, 2004

Mi Vida en Música: Más omisiones

Es extraña la manera en que opera la memoria.

Comentaba con un amigo sobre la música que escuchábamos cuando eramos niños y me preguntó cual fue el primer concierto al que asistí. Empecé a hacer memoria y cuando encontré la respuesta, ésta no fue la que yo mismo esperaba.

El primer concierto en mi vida fue de la Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México presentando un programa de Mozart para niños. No lo puedo asegurar pero me parece que debe haber sido en la sala Ollin Yoliztli, pues recuerdo que ese mismo día fue la primera vez que vi el Anillo Periférico, y debe haber sido a los cuatro o cinco años pues yo estaba en pre-escolar. Fue una salida grupal, donde al menos dos grupos fuimos llevados en autobuses al concierto.

Lo cual cambia un poco la noción que tenía de haber tenido mi primer contacto con la música clásica a traves de las caricaturas. Y no sé si haya influido, pero hasta hoy día mi compositor favorito sigue siendo W. A. Mozart.

Y por otro lado, ayer viernes se cumplieron setenta años de la primera aparición en radio de Cri-Cri, el Grillito Cantor. Francisco Gabilondo Soler fue un músico y compositor autodidacta con un programa radiofónico de música infantil transmitido de 1934 a 1961. Pero su influencia siguió presente por muchos años más y es considerado aún hoy día como uno de los más grandes exponentes de la música infantil alrededor del mundo.

Omisiones tal vez inexplicables, pero reparadas ahora.

Ahora si, a lo que sigue.

octubre 30, 2004

Mi Vida en Música: Los Años Formativos

Como mencione en el post anterior, nuevamente me vi alejado de mis blogs por causas fuera de mi control. Pero estoy de vuelta y es hora de proseguir con mi recuento.

Calculo que un año después de mudarnos a casa de mis abuelos recibí como regalo de mi tio Pedro un Walkman. Recuerdo que tenía un gabinete de aluminio en colores azul y plata y venía con unos audífonos de diadema con micrófono integrado. Era reproductor y grabador y muy probablemente era Sony. Mis cassettes eran grabados por todos y cada uno de mis tíos, así que la mezcla seguía siendo ecléctica.

Al paso del tiempo fui poco a poco depurando mis gustos y haciendo de lado aquellas cosas que no me gustaban de las preferencias de mis tios. Supongo que mis propios gustos musicales deben haber empezado a tomar forma cuando tenía unos diez años. Por ese entonces -circa 1984-85- ya tenía una estación de radio favorita: Radio Exitos. Los ochentas estaban en boga. New Romantic, New Wave, Hard Rock y Pop llenaban las bocinas de mi receptor. Duran Duran, A-ha, Madonna, Michael Jackson, Van Halen y Def Leppard formaban parte de mi soundtrack personaSupongo que mis propios gustos musicales deben haber empezado a tomar forma cuando tenía unos diez años. Por ese entonces -circa 1984-85- ya tenía una estación de radio favorita: Radio Exitos. Los ochentas estaban en boga. New Romantic, New Wave, Hard Rock y Pop llenaban las bocinas de mi receptor. Duran Duran, A-ha, Madonna, Michael Jackson, Van Halen y Def Leppard formaban parte de mi soundtrack personal diario. Aún hoy día tengo muchos discos y cassettes -los lectores más jóvenes deben estarse preguntando que diablos es un cassette- de esa época. Mi fonoteca aún contiene mucha música de esa época y tiene un lugar importante para mi.

Creo que esto es algo bastante común en gente de mi edad. Somos niños de los ochentas. Crecimos rodeados del boom de los medios. Vimos nacer MTV y la televisión de paga con sus canales temáticos. Fuimos testigos de la creación de los primeros conglomerados de telecomunicaciones. Pero no nos dimos cuenta porque eramos demasiado pequeños. Y los adultos no se dieron cuenta porque tenían cosas mas importantes en que pensar. Fuimos una generación que pasaba al menos el mismo tiempo con los medios que nuestras familias. Pero me estoy desviando del tema. Discutiré este tópico en otra ocasión.

Llegada la adolescencia vinieron más cambios. Se acercaba el fin de la década y con él un significativo cambio en la música de moda. El ambiente era más oscuro y depresivo y el pop parecía no ser bien visto por las masas. El rap comenzaba a tomar fuerza como una voz de protesta de los jóvenes. Pero a mi nunca me gustó el rap.

Hasta aquí por esta ocasión. Pero volveré pronto. Lo prometo.

marzo 12, 2010

Crazy Heart

La última de las películas con nominaciones al Oscar que vi antes de la ceremonia de entrega fue Crazy Heart, misma que me llamaba la atención únicamente porque quería saber a que se debía tanto escándalo y revuelo mediático en torno a la actuación de Jeff Bridges como para ameritar que se diera por un hecho que sería el ganador de la codiciada estatuilla tras no haberlo conseguido en sus cuatro nominaciones anteriores.

A lo largo de los años Bridges se ha convertido en un sólido actor de soporte, aunque a lo largo de su carrera ha tenido algunos momentos de brillantez en papeles estelares. El último de ellos que recuerdo fue hace ya varios años cuando estelarizó The Big Lebowski, y antes de eso creo que sería su actuación en The Fisher King (Pescador de Ilusiones), hace casi vente años. Sin embargo, debo decir con toda honestidad que Crazy Heart sería una película sentimentaloide del montón, de no ser por las extraordinarias actuaciones de Jeff Bridges y su coestrella, Maggie Gyllenhaal.

Crazy Heart (Loco Corazón) cuenta la historia de Bad Blake (Bridges), un compositor y cantante de música country que ha dejado atrás sus mejores días, teniendo que hacer presentaciones en bares y boliches de pequeños pueblos para ganarse la vida. Blake se encuentra en un profundo estado de depresión, misma que intenta ignorar o esconder refugiándose en el alcohol y las mujeres que conquista en los bares en que se presenta.

A pesar de todos sus problemas y pesares, todo parece estar a punto de cambiar cuando conoce a Jane Craddock (Gyllenhaal), una reportera de un diario local a quien conoce antes de una de sus presentaciones. La fuerte atracción que sienten mutuamente empieza a convertirse en una relación afectiva que podría representar el camino hacia la estabilidad en la vida del otrora exitoso cantante. Blake empieza a frecuentar la casa de Blake, entablando una relación también con Buddy, el pequeño niño de cuatro años de Jane, producto de un matrimonio fracasado anteriormente.

Al mismo tiempo Blake recibe una oferta ara ser el acto telonero en un concierto masivo de Tommy Sweets (Colin Farrell), un exitoso cantante que alguna vez fuese discípulo y protegido de Blake. Renuente en un principio a aceptar porque considera que ser el acto de apertura para Sweets sería la admisión de que su carrera acabó, Blake termina por acceder al pensar en las múltiples oportunidades que esa actuación le puede generar. Feliz y sintiendo que finalmente la vida le ofrece una oportunidad de enderezar el rumbo, Blake invita a Jane y a Buddy a pasar unos días con él en su casa en Houston.

La visita parece ir muy bien, hasta que el alcoholismo de Blake provoca una situación difícil y amarga para los tres. Convencido de que su vida no puede seguir así, Blake decide ingresar a un programa para desintoxicarse y abandonar el alcohol de una vez por todas, aún sin saber si todavía puede salvar su relación con Jane.

Evidentemente la historia no es nada original o inovadora, Películas de gente que atraviesa problemas de adicciones y pierde oprtunidades, trabajo y/o familia hay muchas y pocas merecen un segundo vistazo, pero el verdadero acierto de Scott Cooper, un actor secundario con varios años de experiencia en la industria y quien con esta película debuta como guionista y director, fue el enfocar su guión a los personajes, olvidándose de intentar infundir una moraleja en la historia, además de haberse rodeado de la gente adecuada para la realización de la película, desde los actores seleccionados para interpretarla, hasta el staff detrás de la producción.

Nunca he sido gran aficionado a la música country -supongo que lo único que hay en mi colección son algunos albumes de Johnny Cash y alguno que otro sencillo de diversos artistas- pero hay que reconocer el gran trabajo detrás de la música de la película, empezando por el extraordinario compositor y productor T. Bone Burnett, quien ha colaborado con artistas com Elvis Costello, Los Lobos, Roy Orbison, B.B. King, y Alison Krauss & Robert Plant, además de haberse encargado de la supervisión musical y producción de las bandas sonoras de muchas películas y series de tv.

Crazy Heart es una buena película sin exageraciones. No le va a cambiar la vida a nadie, pero la razón más importante para que merezca ser vista es la actuación de Jeff Bridges. Si les gusta además la música country, puede resultar incluso más disfrutable.

abril 30, 2008

I'm Not There

Por causas que explicaré en el próximo post no pude publicar este texto más temprano, como era mi intención, pero aquí está.

Todd Haynes es un cineasta inusual. Lo único que conocía de su trabajo anterior era Velvet Goldmine, una fascinante película sobre la carrera de un par de rockstars ficticios durante la etapa glam del rock británico de mediados de los 1970s, donde entremezcla elementos de las vidas y carreras de Iggy Pop, David Bowie y Oscar Wilde, así que asistí al cine con las expectativas de ver una película original y/o propositiva en su montaje y ejecución. Y exactamente eso es I'm Not There.

Presentada en diferentes festivales con el slogan promocional de "Inspirada por las vidas y tiempos de Bob Dylan", la sola premisa de la película resulta lo suficientemente interesante como para ameritar verla. Seis aspectos de Bob Dylan son explorados utilizando a esa misma cantidad de actores, sin limitantes de edad, raza o sexo. Marcus Carl Franklin, un niño negro de 11 años, interpretando a Dylan en sus primeros años, cuando andaba en busca de una identidad y gustaba de contar historias y mentir sobre diferentes aspectos de su vida. El niño se hace llamar Woody Guthrie, en homenaje a un legendario cantante de folk y country, y es un músico vagabundo que viaja como polizonte en trenes acompañado únicamente de su guitarra.

Después viene Christian Bale, interpretando a Jack Rollins, la versión más política de Dylan, la que se hizo famosa cantando canciones de protesta y como pareja de Joan Baez, quien aparece bajo el nombre de Alice Fabian, interpretada por Julianne Moore y con todas sus escenas filmadas como si se tratase de una entrevista retrospectiva varios años más tarde.

Heath Ledger, en uno de sus últimos trabajos, da vida a Robbie Clark, un actor que adquiere fama y fortuna tras interpretar a Jack Rollins en una película biográfica en 1965. Robbie se casa con una pintora francesa con quien se casa y tiene dos hijas durante un tormentoso matrimonio de diez años. Sigue el turno de Jude Quinn, interpretado por Cate Blanchett, quien representa al Dylan de la segunda mitad de los 60s, cuando dejó atrás la guitarra y armónica para hacerse acompañar de una banda a ritmo de rock y salir de gira por la Gran Bretaña.

Ben Whishaw se presenta como Arthur Rimbaud, y hace las veces de narrador y enlace entre diferentes momentos de la película. Sus escenas, al igual que las de Blanchett, están filmadas en blanco y negro, y lo ubican en alguna especie de audiencia previa a un juicio, donde responde a cuestionamientos de varias personas sobre la forma en que ha llevado su vida y su carrera.

Cierra la cuenta de intérpretes Richard Gere en la que por mucho es la única parte floja de la película. Interpreta a Billy the Kid, representando al Dylan ermitaño, alejado de la luz pública y escondiéndose de su fama y su pasado. Bale y su interpretación de Jack reaparecen en escena veinte años más tarde, convertido ahora en John el pastor, un devoto religioso renacido que canta sus propias canciones de música gospel, mostrando el camino de Jack hacia su propio redescubrimiento interior.

Además de que cada uno de estos actores interpreta una etapa de la vida de Dylan, también podría considerarse que cada uno de ellos representa un aspecto diferente de su vida. Woody es el espíritu aventurera en busca de dirección, Jack el idealista convencido de que una canción puede cambiar al mundo, Robbie el cínico que sabe que su idealismo es ingenuo y no tiene esperanza, refugiándose en una vida familiar "normal". Jude es el artista que se rehusa a comprometerse con nada que no sea su obra y la forma en que quiere expresarla, Arthur es el poeta, preocupado por su entorno pero a la vez receloso del mismo y Billy es el ser humano con miedo a que su obra sea más grande que él, a no poder compararse consigo mismo.

Las interpretaciones de cada actor son diferentes y resulta díficil concebir que cada uno de estos seis personajes sean en realidas aspectos de la misma persona, pero así es. Si algo se puede decir de la vida y carrera de Bob Dylan es que es muy difícil definirlo o encasillarlo como alguien predecible. Personalmente me cuesta interpretar la parte interpretada por Richard Gere, quien además de ser el último en desarrollar su segmento (lidiando con una audiencia que lleva dos horas siendo asaltada por el trabajo de Haynes, es tal vez el menos capaz de los actores involucrados y se encuentra con la parte más inconexa de la personalidad y vida de Dylan.

El soundtrack está compuesto mayormente de canciones de Dylan, combinando grabaciones originales del cantante, covers grabados en diferentes épocas por varios artistas, y un par de interpretaciones originales del pequeño Franklin, quien fue el único actor en haber cantado para su parte en la película. Si están familiarizados y/o gustan de la música de Dylan, la experiencia debiera resultar fascinante.

El conocer datos biográficos o anécdotas de la vida del cantante puede ayudar a entender mejor algunas referencias, pero no me parece que sea necesario para disfrutar la película, aunque recomendaría también ver No Direction Home, el documental que Martin Scorsese dirigiera hace algunos años y donde de manera más convencional pero no menos interesante había hecho un acercamiento a la vida de tan icónico personaje.

septiembre 21, 2007

Pixies

Normalmente no escribo de música porque encuentro muy difícil el tratar de expresar con palabras lo que una canción me hace sentir o pensar. Hace cosa de año y medio Diego Herrera tuvo la amabilidad de invitarme a participar en un blog colectivo dedicado a la música, el cual estaba alojado en Monoaural.com.mx, hogar entonces y ahora de El Círculo Beatle, el podcast especializado en el cuarteto de Liverpool que conduce mi buena amiga Tere Chacón bajo la producción de Diego. Lamentablemente el blog no duró demasiado tiempo en línea, lo que me lleva a pensar que yo no era el único con cierto recelo o dificultades a la hora de escribir sobre música. Poco después de que cerró el blog de música en Monoaural, me encontré con una cita que me hizo pensar que tal vez estábamos equivocados:
"Writing about music is like dancing about architecture - it's a really stupid thing to want to do."
("Escribir acerca de música es como bailar acerca de la arquitectura - es una cosa realmente estúpida para querer hacer.")
--Elvis Costello, entrevistado por Timothy White
para la revista Musician, No. 60 (Octubre de 1983), p. 52.
Tal vez sea demasiado dura y hasta cierto punto injusta -y dotada de cierta ironía al haber aparecido en un medio escrito-, pero Costello tiene un punto. La escritura y la música son dos medios de comunicación diferentes. Ambos funcionan a la perfección como medios de expresión o creación, pero es difícil intentar usar una para describir o comentar a la otra. Todo este preámbulo sin sentido es solo para anunciar que de vez en cuando pondré canciones o videos de músicos o artistas que son de mi agrado a la vez que aclaro que no haré reseñas de discos ni comentarios extensivos de canciones. Y para empezar, uno de mis grupos favoritos de todos los tiempos: Pixies.


Hace unas semanas, durante la fiesta en un bar que me llevó a escribir este otro post, recordé esta canción, por extraño que parezca, al escuchar a Timbiriche. Platicando con una de las amigas de mi amiga, le comentaba que cuando llegaban en cualquier fiesta a los últimos discos de Timbiriche yo corría el riesgo de deprimirme a no ser que me empezase a burlar de alguien. Esto porque aparentemente la canción favorita de todo DJ para empezar su set de Timbiriche es "Tu y yo somos uno mismo", y cuando esa canción se puso de moda yo me encontraba feliz de la vida aprendiendo sobre grupos como Pixies o Sonic Youth. No recuerdo exactamente cuando escuché por primera vez Gigantic, pero debe haber sido en algún momento entre finales de 1988 y principios de 1989. Yo cursaba el tercer año de secundaria y mis gustos musicales empezaban a evolucionar, dejando atrás el pop desechable tan de moda entre mis compañeros.

Dos de mis mejores amigos tenían hermanos mayores, lo que se convirtió en una ventana a música diferente a la que podíamos escuchar en el radio o en fiestas con gente de nuestra edad, y fue gracias a ellos que escuché por primera vez cosas como los grupos arriba mencionados además de bandas mas "viejas" como The Clash, The Cure, Siouxie and the Banshees o Los Ramones. Recuerdo que traíamos un cassette con canciones variadas de varios grupos y que ahí venían al menos dos extraídas del Surfer Rosa de los Pixies, Gigantic y Broken Face. Pasarían algunos años antes de que pudiera hacerme con mis propias copias de los discos de los Pixies, suficiente tiempo para que el grupo se desbandara tras solo cuatro discos y un EP.

A finales del año pasado comenté en un post sobre la posibilidad de que este año hubiese nuevo disco de la banda, pero parece ser que no será así. El propio Frank Black, líder de la banda, comentó en una entrevista realizada en junio por una estación de radio australiana,
"No, no creo que esa grabación de los Pixies vaya a suceder. Digo, me puedo equivocar, no sé... solo poder lidiar con juntar a todas las personalidades dentro de un estudio de grabación es difícil."
Por lo pronto Black sacó este año una compilación que abarca su carrera solista de 1993 al 2003 y un nuevo disco solista bajo el nombre de Black Francis, titulado Bluefinger, el cual aún no he podido escuchar en su totalidad. Por otro lado, Kim Deal, la bajista del grupo, tiene varios meses trabajando en material para lo que se supone será el próximo disco de las Breeders, banda que liderea junto a su hermana gemela Kelly, así que muy probablemente nos vayan a dejar con las ganas de volver a escucharlos juntos. Por cierto, como dato curioso, Gigantic es la única canción dentro de cualquier disco de Pixies donde Kim lleva la voz principal.

marzo 05, 2010

An Education

Justo después de comentar sobre la poca presencia de directoras en la industria fílmica internacional me vengo a encontrar con la sorpresa de que An Education (Una Enseñanza de Vida), una película que me llamó la atención primero por su guionista (Nick Hornby), y después por sus nominaciones al Oscar, es una cinta dirigida por una mujer, la danesa Lone Scherfig, de quien debo confesar que no sé absolutamente nada. Un vistazo a su ficha en el IMDb me informa que se trata de su segunda producción en inglés, presumublemente también la segunda realizada fuera de su natal Dinamarca, y que aparentemente fue parte del movimiento conocido como Dogma95 a finales de la década de los 1990s.

An Education está basada en una memoria escrita por Lynn Barber, y cuenta la historia de Jenny (Carey Mulligan), una joven británica de clase media que vive en los suburbios de Londres a principios de los 1960s, asiste a una escuela para señoritas, y sueña y se esfuerza para poder asistir a la prestigiada Universidad de Oxford. Sus padres (Alfred Molina y Cara Seymour) la apoyan e incluso presionan, especialmente su padre, para que alcance ese objetivo. Sus planes de vida son alterados cuando conoce a David (Peter Sarsgaard), un hombre que casi le dobla la edad pero con quien aparentemente comparte la afición por el arte, la música clásica y todo lo relacionado con París.

Armado únicamente con su carisma y una habilidad verbal que sería la envidia de cualquier vendedor, David se va ganando poco a poco la confianza de los padres de Jenny, quienes acceden a que la lleve a recitales de música clásica e incluso a un viaje de fin de semana a Oxford. Sin embargo, David no es exactamente lo que parece, pues detrás de la apariencia de acaudalado playboy y socialité se esconde una persona de escrúpulos cuestionables y cuya forma de vida es sostenida mediante tratos comerciales no precisamente para presumir. Acompañados casi siempre por Helen y Danny (Rosamund Pike y Dominic Cooper), una pareja de amigos de David, Jenny descubre todo un mundo que su conservadora forma de vida no le había permitido siquiera vislumbrar.

El cambio en la perspectiva de Jenny es tan radical que en unos cuantos días decide que tal vez la educación formal y cualquier satisfacción que pudiese salir de asistir a un colegio tan afamado como Oxford pueden estar sobrevalorados, llegando al extremo de abandonar la escuela y todos sus sueños en aras de seguir llevando esa aparente vida de ensueño al lado de David, quien le propone matrimonio. Desafortunadamente para Jenny, la realidad regresa para golpearla de lleno en la cara y llevándola a reevaluar lo que desea hacer con su vida.

An Education es una pieza de conjunto, pues aún cuando todo gira en torno a la figura de Jenny, interpretada de una manera asombrosa por Mulligan, quien no en vano se ha ganado el reconocimiento de la crítica y varias nominaciones a distintos premios, el sútil trabajo de caracterización logrado por Scherfig de la mano del guión de Hornby es lo que separa a esta película de muchos dramas que persiguen temáticas similares. El elenco, compuesto por una mezcla de actores jóvenes y veteranos, está lleno de actores, no de estrellas. A los ya mencionados habría que agregar a Olivia Williams y Emma Thompson, en papeles de soporte.

El resultado final es una entrañable película sobre sueños y aspiraciones, aderezada con ciertos toques de comedia romántica y el suficiente drama de costumbres como para pensar en ella como una historia de Jane Austen magistralmente adaptada a la época contemporánea. En cuanto a sus posibilidades este domingo en los Premios de la Academia... bueno, creo que va siendo hora de poner algún post de pronósticos que no sean de la NFL, ¿no? Que mejor que este domingo, entonces, para publicar mi primera quiniela de los Oscar. Hasta entonces.

noviembre 28, 2008

Motorkr Fest 2008

El Motorokr Fest 2008 fue hace poco más de un mes, pero nunca me hice el espacio para comentarlo en este blog. Supongo que no tiene mucho sentido hacerlo tanto tiempo después, pero creo que sería aún peor eliminar un texto que ya está escrito y porque sé que si no lo publico ahora jamás lo haré, así que aquí va, con ligeras ediciones para omitir comentarios más irrelevantes que lo que se quedó finalmente...

Nunca he sido fan de los festivales de rock. Me parecen incómodos, caros, engorrosos y poco convenientes -a menos que te gusten varias de las bandas participantes-. Sin embargo, tenía muchas ganas de ver a Nine Inch Nails y a los Stone Temple Pilots, así que adquirí mi boleto y el sábado 18 de octubre me encaminé hacia el Foro Sol ya entrada la tarde, pues no me interesaba ver a ninguno de los grupos que tocarían más temprano. Mi plan era llegar alrededor de las seis para empezar el festival con Mindless Self Indulgence, pero no contaba ni con el tráfico ni con el cada vez más ineficiente Sistema de Transporte Colectivo de la Ciudad de México, a.k.a. Metro. Llegué al lugar poco después de las seis y media y MSI ya había concluído su presentación. Hice un par de llamadas para tratar de localizar a mis amigos y me encaminé hacia el escenario principal, donde acababa de iniciar su presentación The Flaming Lips. No tengo nada en contra de ellos, pero lo que alcancé a ver de su acto me pareció muy aburrido, lo cual es una verdadera lástima, pues estoy seguro de que si hubiesen venido hace 10 o 15 años con gusto hubiese pagado para ver su show completo.

Imagino que no ayudó mucho el hecho de que estuviese muy lejos del escenario y el haber notado que entre el público -al menos el que estaba cerca de mi- nadie parecía apreciar nada que no fuera de los discos más recientes de la banda. Como sea, un tanto decepcionado y habiendo hallado a mis amigos, decidimos dirigirnos al otro escenario para ver a MGMT, grupo bastante joven pero que tiene algunas canciones realmente buenas. La decepción fue aún mayor, pues el grupo carece completamente de presencia escénica y verlos tocar en vivo no representa ninguna diferencia que si hubiesen puesto el disco en los altavoces del lugar. Una vez que tocaron los que posiblemente sean sus dos canciones más populares, Electric Feel y Kids, llegamos a la conclusión de que eso nunca iba a terminar de prender y nos alejamos del escenario.

Tras un par de escalas técnicas de rigor -sanitarios y bebidas-, nos encaminamos una vez más al escenario principal con la idea de hallar un buen lugar para cuando salieran los Stone Temple Pilots. Cuando llegó el momento todo estuvo muy bien. Como la banda no tiene un disco nuevo se dedicaron a tocar una variada selección de éxitos que hicieron las delicias de todos los presentes. Scott Weiland dejó constancia de porque es uno de los mejores frontman que una banda de rock pueda tener, asegurándose de tener siempre consigo a su audiencia sin necesidad de convertirse en un patiño o exagerar su actuación sobre el escenario. Luego de casi cincuenta minutos de buen rock los STP abandonaron el escenario dejando un público satisfecho y ansioso de que empezara el acto principal de la noche: Nine Inch Nails.

Curiosamente -al menos para mi porque no me lo esperaba- había mucha gente ahí que no iba a ver a NIN, pues al acabar la actuación de los STP empezaron a abnadonar el lugar. Eso nos permitió movernos hasta quedar a unos veinte metros del escenario, de frente pero cargados hacia el lado izquierdo. Sería más de media hora de espera, tiempo en que los roadies no dejaron de dar vueltas por el escenario, moviendo equipo y checando conexiones. En ese mismo lapso perdimos a uno de los nuestros, quien desoyendo consejos no fue a aliviar su vejiga antes de dirigirnos al escenario principal y se alejó de nosotros confiando ingenuamente en su capacidad para atravesar ese mar de gente de ida y vuelta para reunirse con nosotros. ¡Te extrañamos, Leo!

Finalmente llegó la hora. Puntualmente, a las 22:15 se apagaron las luces y en medio de un alarido de la nultitud empezaron a sonar los acordes de 999,999 mientras la gente empezaba a saltar y empujar hacia adelante. El resultado fue que en unos instantes recortamos un tercio de la distancia que nos separaba del escenario y quedamos más orientados hacia el centro del mismo. Lo que siguió fueron dos horas de música y emociones, pues si algo tiene la música de Trent Reznor es que es capaz de conectar a un nivel muy personal con su audiencia, desde las aplacibles y tranquilas atmósferas de sus Ghosts hasta el enardecido grito de "I'd Rather Die than Give You Control" que en esta ocasión miles de gargantas emitieron al tiempo que una imagen de George W. Bush en las pantallas poco a poco se fue metamorfando en la de John McCain.

Habiendo mencionado las pantallas me gustaría ahondar un poco en el tema. El escenario contaba con cuatro pantallas de unos 5 metros de alto por unos 15 de ancho (estoy haciendo un estimado), siendo tres de ellas translucidas y la otra la que adornaba el fondo del escenario. Las pantallas translucidas, por lo que alcancé a ver, eran unas mallas desplegables llenas de LEDs que colgaban sobre el escenario y cuya altura podía ser ajustada de acuerdo a los requerimentos del espectáculo. Esto permite que se puedan utilizar para crear efectos como escenografías tridimensionales o como virtuales cortinas que podían separar al grupo de la audiencia. Reznor es uno de los pocos músicos que se preocupa por integrar los avances tecnológicos a su trabajo -tal vez solo él y Peter Gabriel, otro gran maestro, lo hagan de una manera tan seria y eficaz- y el show que resulta del uso de este más reciente juguete convierten a su presentación de ese día en el más grande y asombroso espectáculo audiovisual que haya presenciado en toda mi vida.

Podría seguir hablando de las canciones que interpretó y de los momentos que creó. Podría seguir tratando de explicar el espectacular uso de sus pantallas. Pero sé que me voy a quedar lejos de hacerlo apropiadamente, así como también que solo quien haya sido parte de esa experiencia podrá entender exactamente lo que estoy tratando de decir. Simple y sencillamente cerraré este post afirmando algo que desde siempre había sospechado pero no estaba seguro de saberlo. Trent Reznor es una de las voces más importantes para mi generación (y tal vez para la siguiente). Quizás algún día el mundo se de cuenta de ello y su trabajo sea apreciado por todo lo que representa.

diciembre 24, 2009

2009: Comics

Creo que algo que definitivamente necesito hacer el próximo año en este blog es dedicarle un poco más de espacio a los comics y novelas gráficas. Forman una buena parte de mi consumo de entretenimiento y desde siempre han sido parte importante de mi vida: aprendí a leer con comics, aprendí inglés con comics, empecé a escribir por los comics y fui traductor por y para los comics.

Primero un repaso a los títulos mensuales que sigo de manera regular y que siguen siendo de una calidad constante mes a mes:
  • Fables y Jack of Fables - Bill Willingham, Matthew Sturges, Mark Buckingham, Steve Leialoha y otros. las historias infantiles nunca serán las mismas tras adentrarse en el complejo mundo creado originalmente por Bill Willingham. Este año ambas series tuvieron un crossover para el cual crearon un tercer título, The Literals.
  • Hellblazer - Peter Milligan y varios. Las continuas desventuras de John Constantine. Esta serie suele variar mucho en cuanto a la calidad de su contenido, pero incluso en sus puntos bajos sigue siendo una mejor lectura que muchos otros títulos en los estantes. Este año las riendas han caído en manos del veterano guionista Peter Milligan, y el resultado es bastante más que aceptable.
  • Usagi Yojimbo - Stan Sakai. No me canso de decirlo: Sakai es uno de los más talentosos narradores gráficos que jamás hayan trabajado en la industria del arte secuencial y su trabajo debiera gozar de un mayor reconocimiento.
  • Powers - Brian Michael Bendis & Michael Avon Oeming. Las opiniones sobre el trabajo de Bendis en Marvel Comics pueden variar de manera extrema, pero es innegable que lo que hace en Powers es sobresaliente, sin por ello salvarse de la polémica. Este año decidieron un cambio de rumbo que por lo pronto pinta bastante bien.
  • The Spirit - Mark Evanier, Sergio Aragonés y varios. Esta serie perdió mucho cuando Darwyn Cooke la abandonó y finalmente fue cancelada a mediados de este año. No era mala, pero creo que la única razón por la que la seguía comprando era por fidelidad al personaje.
Ahora, respecto a material sobresaliente, echemos un vistazo a lo mejor del año:
  • Asterios Polyp - David Mazzucchelli. Mazzucchelli es un artista que se ganó el respeto y admiración del medio por su trabajo en Batman y Daredevil. Retirado del mainstream desde hace años, Mazzucchelli tomó al mundo por sorpresa hace un par de meses con esta extraordinaria novela gráfica, en la cual hace uno de los usos más completos del medio que jamás haya visto. Acabo de leerla, y será motivo de un comentario más extenso a principios del próximo año.
  • Scalped - Jason Aaron & R.M. Guéra. Una bizarra mezcla de crime noir y western, Scalped cuenta la historia de Dashiell Bad Horse, un pendenciero que regresa a la reservación india donde nació y creció tras quince años de ausencia. Casi tres años y la serie sigue mejorando mes a mes.
  • Incognito - Ed Brubaker & Sean Phillips. Superhéroes, pulps, y noir. Difícil combinación, pero Brubaker y Phillips consiguen una miniserie interesante y atractiva.
  • Richard Stark's Parker: The Hunter - Darwyn Cooke. Tal vez la mejor adaptación que se haya realizado del trabajo de Donald Westlake. Cooke es un auténtico maestro cuando se trata de crear atmósferas narrativas y su habilidad impregna cada página de esta novela gráfica.
  • Northlanders - Brian Wood & varios artistas. Vikingos y Brian Wood. Historias finitas de dos y ocho partes publicadas de manera alternada durante los últimos dos años. No hay nada más que decir.
  • Planetary #27 - Warren Ellis, John Cassaday & Laura Martin. Hace diez años comenzó un comic que alteró la forma en que el mundo ve los comics de superhéroes, explorando su lugar dentro de la ficción popular en el siglo XX, y de paso estableciendo a sus creadores (incluyendo la colorista) como algunos de los creativos más respetados y seguidos en la industria.
  • The Umbrella Academy: Dallas - Gerard Way & Gabrielle Bá. ¿Cómo puede alguien que escribe e interpreta música que encuentro tan desagradable e insípida, ser el responsable de un comic tan interesante? No lo sé. Solo desearía que los comics fuesen tan lucrativos que nunca tuviésemos que escuchar otra canción de My Chemical Romance.
  • The Unwritten - Mike Carey & Peter Gross. La metaficción es una de mis obsesiones: historias dentro de historias e interacción con el mundo "real" de mano de uno de los autores que más me han gustado en los últimos años. Tal vez la mejor nueva serie del año.
  • I Kill Giants - Joe Kelly & J.M. Ken Niimura. Extraño comic que sigue a una niña convencida de que el mundo está a punto de ser invadido por Gigantes y que solo ella puede detenerlos. Lo que empezó como la aparente historia de una niña que escapaba a un mundo de fantasía para escapar de sus problemas familiares se ha ido poco a poco convirtiendo en algo más complejo y es difícil aguantar la espera para leer cada nuevo desarrollo en la historia.
  • War of Kings - Dan Abnett, Andy Lanning, Paul Pelletier y otros. Abnett y Lanning tienen más de dos años encargados de la parte cósmica del Universo Marvel, y lo que han hecho en los títulos regulares de Nova y los Guardians of the Galaxy es sobresaliente. Sin embargo, con todo lo bueno que había sido su trabajo hasta ahora, el crossover War of Kings es aún superior. Superhéroes, ciencia ficción y aventuras épicas. No se puede pedir nada más.
Menciones especiales:
  • Invincible Iron Man - Matt Fraction & Salvador Larroca. Lo único que me impide poner este título en la lista de arriba es la cercana relación que tiene con los megaeventos de Marvel Comics, pero es uno de los mejores comics de superhéroes que se pueden hallar en la actualidad.
  • Daredevil - Andy Diggle & Roberto De La Torre. El nuevo equipo creativo de esta serie regular empezó de manera explosiva su estancia en el título. No desmerece en nada los esfuerzos de los dos equipos creativos anteriores, Bendis & Maalev, y Brubaker & Lark, quienes dejaron la barra bastante alta. Ayuda mucho a este título el que la naturaleza del personaje le permita aislarse de los mencionados megaeventos de su casa editorial.
  • Wednesday Comics - Varios autores. Atrevido experimento dirigido por Mark Chiarello, con el cual DC Comics decidió revivir las tiras cómicas con una impresionante alineación de talento creativo trabajando en historias de una diversidad impresionante. Lástima de lo caro que resultó el producto final, razón por la cual ni siquiera pensé en comprarlo y lo leí de prestado. Habrá que esperar la colección en un formato menos endeble que no me haga sentir robado.
  • Blackest Night - Geoff Johns & varios. No he leído una sola página aún a pesar de que la mayoría de mis amigos intentan convencerme. Simplemente estoy un poco hastiado del estado actual del Universo DC, mismo que es prácticamente responsabilidad del autor de este crossover. Tal vez eventualmente me decida a probarlo.
Con esto doy por concluido mi recuento de este año, y me preparo para algo un poco más complicado: hacer algo similar sobre la década entera. Empezamos el lunes.

abril 24, 2005

Sir Paul...

Este es un texto que ha estado guardado por varias semanas. Y no es para menos, pues estoy consciente de lo que representan The Beatles para un importante sector de la sociedad y muy en especial para buena parte de la blogósfera mexicana y de la comunidad web en general en nuestro país, pero es algo que necesito sacarme del sistema y quiero acentuar el hecho que se trata de una opinión personal que considero sería deshonesto tratar de disfrazar de uno u otro modo.

Detesto a Paul McCartney.

Tal vez detestar sea un poco extremo, pero no encuentro palabras para expresar mi creciente desagrado hacia su persona. Y eso es algo que me gustaría recalcar: mi problema es con él como persona, no como músico o compositor. Como compositor es co-autor de algunas de las más brillantes piezas de música popular del siglo XX. Mi simpatía por su entonces cómplice es algo que no he tratado a fondo pero he mencionado con anterioridad. Como solista sus logros parecen ser menores y siento que en los últimos años su trabajo no ha sido de tanto impacto. Considero que el último himno pop que escribió fue My Brave Face, una colaboración con Elvis Costello, uno de mis músicos favoritos y con quien también co-escribió Veronica, una de mis piezas pop favoritas; pero el sólo hecho de seguir vigente después de más de treinta cinco años de carrera solista no puede ser por accidente. Como músico es innegable que es uno de los grandes bajistas del siglo pasado, y su habilidad para cantar al mismo tiempo que ejecuta sus elaboradas líneas de bajo es un talento que muy pocos pueden presumir.

Pero como persona es un asunto completamente diferente. Creo que empecé a notarlo a principios de los 90's, cuando McCartney visitó por primera vez la Ciudad de México para ofrecer dos presentaciones en vivo en el Autódromo Hermanos Rodriguez -el Foro Sol aún no era siquiera un proyecto-. Y es que venía en plan de diva. Pidió no se cuantos galones de agua purificada de una marca específica, una suite de hotel en la que ni siquiera durmió porque le desagradaba tanto nuestra ciudad que no sólo no quiso conocer nada de ella sino que ni siquiera quiso pasar aquí la noche. Alegó que le molestaba el smog así que voló a Los Angeles al término de cada una de sus dos presentaciones. (Claro, como L. A. es una ciudad tan limpia...)

Después de eso se fueron sucediendo detalles y datos que no hicieron más que empeorar mi opinión sobre su persona:
  • El intento que hizo hace algunos años de cambiar los créditos autorales de parte de las canciones del cuarteto de Liverpool. Su deseo era que algunas de las piezas pasaran del tradicional Lennon/McCartney a McCartney/Lennon, olvidándose del trato hecho con John al principio de su carrera de firmar todas sus canciones como un equipo sin importar el grado de colaboración o que alguna de ellas fuese de uno sólo de ellos. Yoko, George y Ringo manifestaron su desacuerdo y Paul desistió en su intento.
  • Su enfermiza obsesión con el vegetarianismo. Una cosa es decidir sobre la forma en que quiera llevar su vida, a lo cual tiene todo el derecho del mundo, y otra muy diferente es tratar de imponer sus hábitos a la gente que le rodea. Chris Whitten, el talentoso baterista que participó en la grabación de Flowers in the Dirt y lo acompañó durante la gira Tripping the Live Fantastic, renunció a su puesto en la banda de McCartney después de que éste reprendiera a los miembros del grupo tras sorprenderlos comiendo hamburguesas en un receso. (Whitten se integró a Dire Straits para la que sería su última gira, On the Streets y desde entonces se ha consolidado como uno de los más sólidos bateristas de sesión. Ha trabajado al lado de gente como Tom Jones, Johnny Cash, The Pretenders y The The. Más recientemente se ha encargado de interpretar secuencias para baterias electrónicas, cajas de ritmos y simuladores de batería.)
  • Por mandilón. Una cosa es que tener una esposa 25 años más joven lo motive a tratar de cambiar su imagen, tanto en la forma de vestir como en teñirse las canas, pero eso no es razón suficiente para permitir que ella asuma el control de su carrera. Heather, la actual Sra. McCartney, se ha convertido en su manager, su vocera, asesora de imagen y según las malas lenguas ahora hasta le dicta letras para sus canciones.
  • En relación al punto anterior, cuando anunció su intención de contraer segundas nupcias, McCartney declaró que no dejaría de usar la sortija correspondiente a su unión con Linda, sino que usaría ambas con el consentimiento de su nueva esposa. Sin embargo, algunas semanas después de celebrada la ceremonia el primer anillo desapareció de sus manos sin comentario alguno al respecto.
  • Porque con su imagen de niño bonito -sobre todo desde que fue ordenado Caballero- ha reforzado la percepción colectiva de The Beatles como una banda de pop, ancestros lejanos pero fácilmente identificables con los grupitos vocales carentes de talento o gracia alguna que pululan por el medio musical, y todo mundo olvida que el grupo fue, desde sus inicios, una banda de Rock & Roll.
  • Finalmente, el pasado 6 de febrero, McCartney se prestó a formar parte de un espectáculo que año con año va dejando más que desear. Su presentación durante el mediotiempo del más reciente Superbowl no fue mala, especialmente tomando en cuenta que estuvo integrada por temas clásicos de la era del cuarteto -con la excepción de Live and Let Die-. El problema es que se sintió como fuera de lugar. Una de las características principales del futbol americano es el tremendo despliegue de adrenalina que representa, y la idea de ver a setenta mil personas meciendo un encendedor o una pancarta mientras se escucha Michelle parece anticlimáctica. No pienso culparlo al respecto, pero el segundo medio del juego fue uno de los más blandos de que se tenga memoria en años recientes.
El día del juego yo estaba con un grupo de amigos y el show se convirtió en tema de conversación. Todos estábamos de acuerdo en que no parecía una elección adecuada para el acto principal. En algún punto empezamos a especular con ideas sobre mundos paralelos o historias alternas, y yo comenté que de haber sido al revés, es decir, si Paul hubiese muerto y John siguiera con vida, tal vez habría sido posible disfrutar de una re-encarnación de la banda que cambió la historia de la música popular contemporánea. Algo en que pensar.

octubre 08, 2004

Mi Vida en Música: Adendum

Antes de proseguir con mi recuento quisiera enmendar el error cometido en el texto del día de ayer al hacer una importante omisión: Odisea Burbujas.

Odisea Burbujas era una serie infantil creada por Silvia Roche. En ella se tocaban temas educativos de toda clase, principalmente de historia y literatura. La serie estaba totalmente musicalizada por uno de los grandes compositores mexicanos del siglo XX: Esquivel.

Considerado por muchos como el máximo exponente de la música lounge, Esquivel fue responsable de ambientar sonoramente muchas producciones cinematográficas en los años setenta y ochenta, pero con su trabajo en Odisea Burbujas tuvo su primera gran exposición a las masas gracias a la televisión, y en el proceso marcó musicalmente hablando a buena parte de una generación.

julio 09, 2008

Vampiros: El Conde Drácula

Imagino que todo mundo -figurativamente hablando, claro- tiene una idea muy clara de quien es el Conde Drácula. Aparecido originalmente en la novela Dracula de Bram Stoker publicada en 1897, Drácula es el principal referente para los vampiros en la cultura popular occidental. Algunas de las ideas relacionadas con los poderes y atributos de un vampiro fueron establecidas en la novela de Stoker, aunque muchas otras normalmente asociadas con el personaje fueron añadidas en las décadas siguientes, principalmente para el cine, y no tenían relación alguna con el personaje de la novela.

Drácula es uno de los personajes llevados al cine en más ocasiones, segundo únicamente a Sherlock Holmes. De acuerdo con el Internet Movie Database se han producido más de 180 películas con el personaje y se hacen menciones o referencias a él en más de 600.

La primera películas basada en la novela enfrentó problemas de derechos, pues los productores no contaban con la autorización para realizar una adaptación y la viuda de Stoker intentó evitar su estreno. Producción alemana de 1922 y dirigida por F.W. Murnau, la película tuvo que cambiar su nombre por Nosferatu y el de su protagonista por el de Graf Orlok.

La cinta sobrevivió gracias a que ya se habían enviado copias al continente americano y con los años ganó reconocimiento como un clásico del género, sino también como un ejemplo de lo mejor del expresionismo alemán.

Años más tarde, en 1931, se estrenó la primera versión cinematográfica en llevar el mismo título de la novela. Protagonizada por Bela Lugosi, esa película se basó en una exitosa obra de teatro en la que el mismo actor llevaba la parte principal y que creó la imagen esteotípica del vampiro, la de un hombre alto, pálido, pulcramente peinado y vestido de manera elegante, con todo y una larga capa negra que reafirmaba su posición de aristócrata.

Durante las siguientes décadas Drácula fue el protagonista de toda clase de películas, mayormente de bajo presupuesto o B-Movies. De entre los actores que interpretaron al personaje en ese periodo habría que destacar a Christopher Lee, quien diera no-vida al personaje en varias películas producidas por el estudio británico Hammer Films.

Lamentablemente las cintas de la Hammer eran producciones modestas a las que les hacía falta mayor promoción y durante mucho tiempo estuvieron relegadas a un estatus de culto.

Con co-estrellas talentosas, como Peter Cushing interpretando al Profesor Van Helsing, némesis del conde, las historias en todas y cada una de esas películas es bastante simple y hasta cierto punto predecible, pero sacan provecho de la presencia escénica de Lee, que hace del personaje una imponente presencia física, que combinada con una excelente ambientación resulta en piezas consideradas de culto hasta nuestros días.

Se podría decir que a finales de los años 70 se dio un resurgimiento del personaje, pues aparecieron, además de una serie de TV, una película realizada especialmente para la televisión y varias producciones de bajo presupuesto, tres películas de alto perfil que lograron devolver al personaje la notoriedad y popularidad de que había gozado años atrás.

La película de TV es Count Dracula, una producción británica de la BBC estrenada en diciembre de 1977 y con Louis Jordan en el papel del Conde, y es excelente aunque poco conocida,

En cuanto a las producciones de cine, todas ellas de 1979, la primera fue una divertida comedia titulada Love at First Bite (Amor a la Primera Mordida) protagonizada por George Hamilton, la segunda un remake del clásico de Murnau, Nosferatu, conocida bajo su título internacional en inglés como Nosferatu The Vampyre, escrita y dirigida por Werner Herzog y protagonizada por Klaus Kinsky e Isabelle Adjani. La tercera, titulada simplemente Dracula, es una producción británica, dirigida por John Badham y la cual contaba con las actuaciones de Frank Langella como el Conde y Sir Lawrence Olivier como Van Helsing.

En lo personal, creo que Nosferatu The Vampyre y el Dracula de 1979 son quizás las dos versiones de la historia mejor logradas, al menos en lo que a cine se refiere, pues a pesar de que ambas difieren de forma considerable de la novela, mantienen los suficientes elementos como para hacer reconocible el material de origen y agregan detalles que ayudan a enriquecer su mitología.

En el caso de la cinta británica, habría que apuntar que la actuación de Langella se basó en una imponente presencia escénica, pero a diferencia de la interpretación de Lee, no recurre a demostraciones físicas de fuerza, pues la pose y mirada del Conde bastaban para dominar a quienes estuviesen a su alrededor, y el privilegio de tener a Sir Lawrence como contraparte ayudó enormemente al éxito de la película.

En cuanto al Nosferatu de Herzog, es una obra de arte de principio a fin, desde la música y ambientación hasta las excelentes actuaciones, pero creo que es una cinta que comentaré más a fondo en otra ocasión junto con las otras dos versiones fílmicas del Conde Orlok.

En cuanto a la novela de Stoker, debo haberla leído por primera vez hacia finales de los años ochenta, cuando era un adolescente, y debo confesar que por diversas razones fue una experiencia un tanto extraña.

Conocía al personaje porque para ese entonces ya había visto al menos las dos versiones de Nosferatu y los Dracula de Lugosi y Langella, además de algunas de las películas de Lee y varias versiones de televisión. Tenía una idea preconcebida del personaje y de su mitología, y de los vampiros en general, y honestamente era una versión muy diferente a la que aparecía en la novela.

Además, nunca había leído una novela epistolar, sin un narrador externo o donde la historia no es contada en primera persona por alguno de sus protagonistas, sino que se construye a partir de una sucesión de cartas, telegramas y entradas en diarios, escritas por diferentes personajes de la historia.

Cuando empecé a leer el libro me sentí un poco decepcionado, pero conforme avanzaba en la lectura me fui sintiendo poco a poco atrapado y fascinado por esa manera de contar la historia y por la riqueza que le daba a los personajes.

Pocos años después llegó la versión cinematográfica de Francis Ford Coppola, que pese a ser una interpretación visualmente gloriosa de la historia, con un diseño de producción impresionante y a estar realizada por un director experimentado, o a contar con la extraordinaria actuación de Gary Oldman en el papel principal y de Anthony Hopkins y Wynona Rider en los secundarios, no pudo capturar de forma adecuada todo lo que representa la novela. Supongo que parte del error fue dar un papel dramático a Keanu Reeves, pero en todo caso no se puede culpar  a un actor secundario por las fallas de la cinta.

Creo que se trataba de un Coppola ya cansado de Hollywood y más preocupado por mostrar a cuadro sus ostentosos valores de producción que por contar una historia de la mejor manera posible. En todo caso es una buena película, aunque a mi juicio no puede compararse con las dos que mencioné anteriormente.

Sin embargo, poder disfrutar de ese exquisito diseño de producción y su score musical hacen que se gane un lugar especial en mi particular lista de adaptaciones draculescas. Por cierto, como nota al margen, muchos años después descubrí que el artista de storyboards de la película fue el excelente diseñador y alguna vez artista de cómics Jim Steranko. Las ilustraciones que he podido ver de su trabajo para esta producción son extraordinarias.

Dado que me estoy extendiendo demasiado supongo que es hora de hacer una pausa, dejando para la próxima el comentario de algunas versiones derivadas del personaje, tanto en libros como en la pantalla. O tal vez lo dedique a hablar de Nosferatu en sus diferentes versiones. Dos posts apenas y ya voy a empezar a improvisar. Y luego me preguntan porque no me hago planes más definidos.

Hasta la próxima.

junio 01, 2010

Hitchcock: Rear Window

Rear Window (La Ventana Indiscreta) es una de las películas más celebradas de Alfred Hitchcock. Producida en 1954 fue estrenada en cines al menos un par de veces antes de poder ser televisada, pues durante casi treinta años fue parte de una disputa legal. Además de su re-estreno en 1983, la cinta fue estrenada nuevamente en los Estados Unidos en el 2000 en una versión remasterizada, que es la que se puede hallar en la gran mayoría de los DVDs disponibles en la actualidad. Recuerdo haber visto esta película en algún momento de mi infancia/pubertad, y aún cuando recordaba la historia en términos generales, el verla nuevamente con mayor conciencia y atención resultó muy gratificante

Rear Window sigue la historia de L.B. Jeffries (James Stewart), un fotógrafo profesional que tras un accidente de trabajo queda confinado a permanecer durante semanas en su departamento con una pierna enyesada desde el pie hasta la cadera. Harto de su encierro, Jeffries ha adoptado como hobby el contemplar a sus vecinos de los edificios aledaños, con quienes el suyo comparte un patio interior. Al paso de los días Jeffries se ha ido familiarizando con ellos e incluso a algunos de ellos les ha asignado sobrenombres de acuerdo a sus características más distintivas.

Así tenemos a la señora Corazón Solitario, una mujer soltera que acostumbra preparar románticas veladas para dos en las que le acompaña algún caballero imaginario; a la señorita Torso, una bailarina profesional que suele pasar el día bailando en ropa interior en su departamento; a una pareja compuesta por un vendedor de joyería y su esposa enferma; una escultora de arte moderno que pasa la mayor parte del día tomando el sol; otro matrimonio que parece vivir contento con la vida que llevan y quienes suelen dormir al borde de la escalera de incendios para prevenir el calor; y un músico compositor quien parece frustrado porque su carrera no va a ninguna parte. Ese es el ecléctico grupo de vecinos cuyas actividades cotidianas se han convertido en el principal entretenimiento de Jeffries.

Una noche, luego de discutir con su hermosa novia, la modelo de modas Lisa Fremont (Grace Kelly), Jeffries se queda hasta tarde sentado frente a la ventana y puede observar un extraño comportamiento de uno de sus vecinos. Las acciones que observa -salidas constantes de madrugada, las persianas cerradas todo el día, un cuchillo y una sierra misteriosamente envueltos, un baúl enorme atado con una cuerda, y la conveniente ausencia de una persona, lo llevan a sacar una sola conclusión: asesinato. Tras explicar lo que vio tanto a Stella (Thelma Ritter), su enfermera, como a Lisa, ambas llegan a la misma conclusión que él. Jeffries decide llamar a un amigo suyo que es detective en la policía para explicarle su teoría. Aunque Doyle (Wendell Corey), el detective, se muestra renuente a aceptar la posibilidad de que realmente se haya cometido un crimen, accede a realizar algunas averiguaciones para tranquilizar a su amigo.

El manejo del suspenso que demuestra Hitchcock en esta película es excepcional, pues no se trata solo de crear una intriga y dejarla ir en crescendo, pues en algún momento reventaría. Lo que hace la diferencia es que se tome algunos respiros para construir sobre la relación entre Lisa y Jeffries, e incluso para agregar algo de humor con los intercambios entre Stella y Jeffries.

Me gustó mucho la forma elegida para contar la historia, recayendo mayormente en el punto de vista de Jeffries, pues creo que es una excelente forma de hacer que la audiencia se involucre con el personaje, acción que resulta fácil tomando en cuenta el carisma y ordinariedad característicos de Stewart, además de lo fácil que resulta ponerse en sus zapatos: es un espectador, atrapado en su departamento e incapaz de tomar acciones más directas para resolver el misterio o ayudar a nadie, del mismo modo que si estuviese viendo todo a través de una pantalla.

La historia, engañosamente simple, toca muchos de los temas favoritos de Hitchcock, sacándole todo el provecho posible al trabajo de Stewart para agregar un poco de comentario social acerca del papel de la mujer en la sociedad, la soledad que se puede sentir aún viviendo en una gran ciudad rodeado de millones de personas, la falta de interés por lo que le ocurra al prójimo, etc.

A pesar de estar basada en un cuento, It Had to Be Murder, de Cornell Woolrich, lo que toma de él es sólo la premisa básica del voyeurista encerrado en su departamento, pues el cuento no incluye una pareja para el protagonista, hay menos personajes secundarios, y el suspenso nunca logra igualar el de la versión cinematográfica, lo que me lleva a pensar que debería considerársele como una obra original de Hitchcock y su guionista, John Michael Hayes, con solo un agradecimiento a Woolrich por la idea inicial, y no como una adaptación, como suele pensarse en ella.

Los trucos de cámara utilizados para suplir efectos especiales son bastante ingeniosos y en general no hay un pero que ponerle a la película, que resulta además una de las más entretenidas del Maestro del Suspenso. En fin, creo que podría extenderme y seguir escribiendo sobre la película, las curiosidades de su producción, o discutiendo sobre los múltiples análisis que se han hecho de ella, pero no veo el punto.

Lo mejor que puedo hacer en este momento es cerrar este texto recomendando ampliamente esta película a todo mundo, pues se trata con toda justicia de uno de los clásicos más apreciados de la historia del cine. Existe una razón por la cual a Rear Window se le ha imitado, emulado, homenajeado y parodiado hasta el cansancio, y la única forma de entenderla es viendo la película por ustedes mismos.

No se arrepentirán.

Punto y aparte son los datos de trivia que uno puede hallar alrededor de la producción y el staff de esta película. Entre las muchas curiosidades que encontré creo que me gustaría destacar la participación de Ross Bagdasarian en la película. Bagdasarian hace el papel del compositor, y en la vida real él era también músico y compositor, aún cuando probablemente su nombre no le resulte familiar a nadie. Algunos años más tarde Bagdasarian ganaría fama y fortuna bajo el nombre artístico de David Seville, mismo que puede resultar familiar para algunos. Seville se hizo famoso por sus experimentos con la velocidad de grabación y reproducción de las voces en la música. Su primer éxito con esa técnica fue The Witch Doctor, popularizada en español por Manuel "El Loco" Valdés como El Médico Brujo. Más tarde Bagdasarian crearía a Alvin & the Chipmunks (Alvin y Las Ardillas) y convertiría a David Seville en un personaje ficticio.