Una de mis historias favoritas de ciencia ficción desde chico es la de A Princess of Mars y los libros que le siguen, normalmente identificados como John Carter of Mars o The Barsoom Saga. Se trató de una de las primeras sagas de ciencia ficción y aventura que leí y siempre le he guardado un cariño especial. A lo largo de los años se había especulado muchas veces con la posibilidad de llevarla al cine, pero por una u otra razón esos proyectos siempre se venían abajo.
La incorporación hace unos años de Jon Favreau como director puso en marcha un intento más serio, pero cuando él fue asignado para dirigir Iron Man el proyecto quedó en el aire. Poco después los derechos fueron tomados por Disney y Andrew Stanton, una de las cabezas de Pixar, tomó un interés personal en el desarrollo del proyecto, mismo que marcaría su debut dirigiendo actores.
Finalmente la producción se puso en marcha y desde hace varios meses empezaron a filtrarse fotos de los sets de filmación y actores, ayudando a crear expectativas alrededor del proyecto. Personalmente me emocionaba la posibilidad de ver en la pantalla esta historia, sobre todo cuando se empezó a juntar un impresionante elenco para dar vida a estos personajes, con la única posible excepción de los dos protagonistas, a quienes conocía solo de una película y no precisamente una de grato recuerdo.
En medio de la oleada de fotos y clips de video de la película, me encontré en una librería de viejo con una copia de A Princess of Mars y no resistí la tentación de comprarla y leerla por primera vez en su idioma original. Sobra decir que la disfruté casi tanto como la primera vez, a grado tal que decidí buscar el resto para leerlas todas, incluyendo aquellas que no conocía. Por lo pronto, pueden encontrar en este mismo blog mis comentarios de A Princess of Mars, y también de la segunda novela, The Gods of Mars.
La película inicia con John Carter (Taylor Kitsch), un capitán retirado del ejército del sur durante la Guerra Civil Norteamericana, quien está buscando oro en los cañones y planicies desérticas de Arizona. Mientras huye del ejército, que busca re-enlistarlo a la fuerza, se da un altercado con un grupo de indios y Carter se ve obligado a refugiarse en una cueva. A pesar de que los indios descubren su paradero, se rehusan a acercarse a la cueva debido a una marca visible sobre la entrada de la misma.
Una vez que Carter tiene tiempo de explorar el interior, descubre que la cueva está llena de oro, pues muchos de sus muros están hechos de ese material. La súbita aparición de un misterioso hombre de aspecto extraño y curiosa vestimenta lo saca de sus contemplaciones mientras pelea por su vida. Finalmente mata a su enemigo y le arrebata un extraño medallón. Al repetir las últimas palabras del misterioso extraño, Carter percibe un resplandor que lo ciega y pierde el conocimiento.
Al despertar, se encuentra en una planicie desértica con escasa vegetación, la mayoría de la cual luce como un amarillento musgo completamente extraño para Carter. Cuando intenta moverse se percata de que algo anda mal, pues no parece estar tan seguro en el piso como acostumbra. Pronto descubre que puede moverse dando grandes saltos, pues la gravedad pareciera haber aflojado sus ataduras sobre él.
Mientras explora una colina percibe que se acerca un grupo de jinetes, y una vez que los tiene al alcance de la vista obtiene mayor evidencia de que ya no está en Kansas. Quiero decir, en Arizona. Los jinetes en cuestión miden casi tres metros de estatura, son verdes, y cuentan con cuatro brazos, y aún cuando en un principio parecen decididos a matarlo, su líder, Tars Tharkas (con la voz de Willem Dafoe) se los impide.
Adoptado como mascota por la horda de tharks, que es el nombre de las criaturas verdes, Carter presencia junto con ellos una batalla entre aeronaves sobre el desierto, pero al percatarse de que hay una chica peleando por su vida decide intervenir para salvarla. Así conoce a Dejah Thoris (Lynn Collins), princesa de Helium y fugitiva de Sab Than (Dominic West), presunto conquistador de Barsoom y quien busca obligarla a casarse con él.
Atraído al instante por la belleza de la valiente princesa, Carter se debate entre el modo de volver a casa y su recién descubierto oro, o quedarse y ayudarla a enfrentar al presunto dictador del planeta que ahora le ha sido revelado como Marte.
La película no adapta la historia de A Princess of Mars, como se creía en un principio. Sin embargo, toma muchos elementos de ella y los entremezcla con partes de los libros siguientes e incluso con algunas ideas originales a fin de contar una historia que se sienta contemporánea y no tan plagada de clichés como podría parecer al primer vistazo. Pero ojo, que no se me malinterprete ni se piense que estoy minimizando la calidad o el valor de la historia original.
La razón de que haya tantos clichés en la historia de Burroughs no es otra que la enorme influencia que su obra tuvo en al menos un par de generaciones de escritores de ficción y aventuras. No eran clichés cuando él los escribió, pero al paso del tiempo se fueron convirtiendo en cosas que muchos otros intentaban replicar. Basta considerar a Superman (un visitante de otro mundo que ante las diferencias en gravedad y atmósfera puede realizar prodigiosos saltos -originalmente no volaba- y cuenta con una fuerza sobrehumana) o a Adam Strange, el ex-militar terrestre enamorado de una chica de otro mundo que encuentra el modo de viajar entre ambos planetas para estar a su lado.
El guión fue escrito por Andrew Stanton y Mark Andrews antes de traer a Michael Chabon, extraordinario novelista y guionista, para realizar una revisión final. Y lo menos que se puede decir de su trabajo, es que se trata de una labor de amor. La historia de Burroughs es alterada en diferentes maneras, incluso otorgando a algunos personajes un peso específico que no tenían en los libros, pero lo hace de manera tal que preserva la sensación de asombro y aventura de la historia original.
Las actuaciones van de cumplidoras a sobresalientes, tanto para los actores principales como para los secundarios o para aquellos que dieron voz a los personajes creados digitalmente.
Entre estos últimos habría que destacar, además del mencionado Willem Dafoe, a Samantha Morton y Thomas Haden Church, y entre los que si aparecen en pantalla a Mark Strong, James Purefoy y Bryan Cranston.
Lamentablemente, a pesar de que la película ha recibido críticas mayormente positivas, los ingresos en taquilla, comparados ante su exorbitante presupuesto, hacen difícil pensar que Stanton tendrá la oportunidad de completar la trilogía que planeó como la forma ideal de llevar el resto de la serie de Burroughs al cine. Algunas malas decisiones de Stanton, sin experiencia previa en una película con actores y locaciones, combinadas con los cambios administrativos en Disney que impidieron que el estudio pudiese orientarlo de mejor manera, elevaron el costo de la producción a una cifra cercana a los trescientos millones de dólares, mismos que, en el mejor de los casos, serán recuperados sin reportar ninguna ganancia para el estudio.
Como quiera que sea, y a pesar de algunos problemas con el ritmo narrativo, sobre todo en el primer tercio de la película, me parece que John Carter es una película que todo aficionado a las historias de aventuras y al romance espacial podrían disfrutar sin mayor problema. Si además son fans de los libros de Burroughs, me atrevo a garantizar que la van a disfrutar, y si no lo son, tal vez sería buen momento para descubrirlo.
Incluso puede que, tras leerlo, lleguen a compartir conmigo la noción de que su mejor creación, o por lo menos la más influyente y trascendente, contrario a la opinión de las grandes masas, no fue Tarzan. De uno u otro modo me encantaría poder discutirlo con quien así lo desee.
Absolutamente recomendada.
La incorporación hace unos años de Jon Favreau como director puso en marcha un intento más serio, pero cuando él fue asignado para dirigir Iron Man el proyecto quedó en el aire. Poco después los derechos fueron tomados por Disney y Andrew Stanton, una de las cabezas de Pixar, tomó un interés personal en el desarrollo del proyecto, mismo que marcaría su debut dirigiendo actores.
Finalmente la producción se puso en marcha y desde hace varios meses empezaron a filtrarse fotos de los sets de filmación y actores, ayudando a crear expectativas alrededor del proyecto. Personalmente me emocionaba la posibilidad de ver en la pantalla esta historia, sobre todo cuando se empezó a juntar un impresionante elenco para dar vida a estos personajes, con la única posible excepción de los dos protagonistas, a quienes conocía solo de una película y no precisamente una de grato recuerdo.
En medio de la oleada de fotos y clips de video de la película, me encontré en una librería de viejo con una copia de A Princess of Mars y no resistí la tentación de comprarla y leerla por primera vez en su idioma original. Sobra decir que la disfruté casi tanto como la primera vez, a grado tal que decidí buscar el resto para leerlas todas, incluyendo aquellas que no conocía. Por lo pronto, pueden encontrar en este mismo blog mis comentarios de A Princess of Mars, y también de la segunda novela, The Gods of Mars.
La película inicia con John Carter (Taylor Kitsch), un capitán retirado del ejército del sur durante la Guerra Civil Norteamericana, quien está buscando oro en los cañones y planicies desérticas de Arizona. Mientras huye del ejército, que busca re-enlistarlo a la fuerza, se da un altercado con un grupo de indios y Carter se ve obligado a refugiarse en una cueva. A pesar de que los indios descubren su paradero, se rehusan a acercarse a la cueva debido a una marca visible sobre la entrada de la misma.
Una vez que Carter tiene tiempo de explorar el interior, descubre que la cueva está llena de oro, pues muchos de sus muros están hechos de ese material. La súbita aparición de un misterioso hombre de aspecto extraño y curiosa vestimenta lo saca de sus contemplaciones mientras pelea por su vida. Finalmente mata a su enemigo y le arrebata un extraño medallón. Al repetir las últimas palabras del misterioso extraño, Carter percibe un resplandor que lo ciega y pierde el conocimiento.
Al despertar, se encuentra en una planicie desértica con escasa vegetación, la mayoría de la cual luce como un amarillento musgo completamente extraño para Carter. Cuando intenta moverse se percata de que algo anda mal, pues no parece estar tan seguro en el piso como acostumbra. Pronto descubre que puede moverse dando grandes saltos, pues la gravedad pareciera haber aflojado sus ataduras sobre él.
Mientras explora una colina percibe que se acerca un grupo de jinetes, y una vez que los tiene al alcance de la vista obtiene mayor evidencia de que ya no está en Kansas. Quiero decir, en Arizona. Los jinetes en cuestión miden casi tres metros de estatura, son verdes, y cuentan con cuatro brazos, y aún cuando en un principio parecen decididos a matarlo, su líder, Tars Tharkas (con la voz de Willem Dafoe) se los impide.
Adoptado como mascota por la horda de tharks, que es el nombre de las criaturas verdes, Carter presencia junto con ellos una batalla entre aeronaves sobre el desierto, pero al percatarse de que hay una chica peleando por su vida decide intervenir para salvarla. Así conoce a Dejah Thoris (Lynn Collins), princesa de Helium y fugitiva de Sab Than (Dominic West), presunto conquistador de Barsoom y quien busca obligarla a casarse con él.
Atraído al instante por la belleza de la valiente princesa, Carter se debate entre el modo de volver a casa y su recién descubierto oro, o quedarse y ayudarla a enfrentar al presunto dictador del planeta que ahora le ha sido revelado como Marte.
La película no adapta la historia de A Princess of Mars, como se creía en un principio. Sin embargo, toma muchos elementos de ella y los entremezcla con partes de los libros siguientes e incluso con algunas ideas originales a fin de contar una historia que se sienta contemporánea y no tan plagada de clichés como podría parecer al primer vistazo. Pero ojo, que no se me malinterprete ni se piense que estoy minimizando la calidad o el valor de la historia original.
La razón de que haya tantos clichés en la historia de Burroughs no es otra que la enorme influencia que su obra tuvo en al menos un par de generaciones de escritores de ficción y aventuras. No eran clichés cuando él los escribió, pero al paso del tiempo se fueron convirtiendo en cosas que muchos otros intentaban replicar. Basta considerar a Superman (un visitante de otro mundo que ante las diferencias en gravedad y atmósfera puede realizar prodigiosos saltos -originalmente no volaba- y cuenta con una fuerza sobrehumana) o a Adam Strange, el ex-militar terrestre enamorado de una chica de otro mundo que encuentra el modo de viajar entre ambos planetas para estar a su lado.
El guión fue escrito por Andrew Stanton y Mark Andrews antes de traer a Michael Chabon, extraordinario novelista y guionista, para realizar una revisión final. Y lo menos que se puede decir de su trabajo, es que se trata de una labor de amor. La historia de Burroughs es alterada en diferentes maneras, incluso otorgando a algunos personajes un peso específico que no tenían en los libros, pero lo hace de manera tal que preserva la sensación de asombro y aventura de la historia original.
Las actuaciones van de cumplidoras a sobresalientes, tanto para los actores principales como para los secundarios o para aquellos que dieron voz a los personajes creados digitalmente.
Entre estos últimos habría que destacar, además del mencionado Willem Dafoe, a Samantha Morton y Thomas Haden Church, y entre los que si aparecen en pantalla a Mark Strong, James Purefoy y Bryan Cranston.
Lamentablemente, a pesar de que la película ha recibido críticas mayormente positivas, los ingresos en taquilla, comparados ante su exorbitante presupuesto, hacen difícil pensar que Stanton tendrá la oportunidad de completar la trilogía que planeó como la forma ideal de llevar el resto de la serie de Burroughs al cine. Algunas malas decisiones de Stanton, sin experiencia previa en una película con actores y locaciones, combinadas con los cambios administrativos en Disney que impidieron que el estudio pudiese orientarlo de mejor manera, elevaron el costo de la producción a una cifra cercana a los trescientos millones de dólares, mismos que, en el mejor de los casos, serán recuperados sin reportar ninguna ganancia para el estudio.
Como quiera que sea, y a pesar de algunos problemas con el ritmo narrativo, sobre todo en el primer tercio de la película, me parece que John Carter es una película que todo aficionado a las historias de aventuras y al romance espacial podrían disfrutar sin mayor problema. Si además son fans de los libros de Burroughs, me atrevo a garantizar que la van a disfrutar, y si no lo son, tal vez sería buen momento para descubrirlo.
Incluso puede que, tras leerlo, lleguen a compartir conmigo la noción de que su mejor creación, o por lo menos la más influyente y trascendente, contrario a la opinión de las grandes masas, no fue Tarzan. De uno u otro modo me encantaría poder discutirlo con quien así lo desee.
Absolutamente recomendada.
¡Gran reseña!. A mí también me resultó muy disfrutable. En nuestro blog tenemos también una reseña, en la que somos, eso sí, algo menos benévolos. El guión es un auténtico queso Gruyère. En fin, John Carter es una peli con muchísimas red flags, pero cumple con el cometido de entretener.
ResponderBorrar¡Un saludo!